David Hernández: "Se trataba de hacer lo que pudiéramos: achicar agua, quitar barro... o incluso darles un abrazo y escucharles”

Publicado por: Marta Perruca
21/11/2024 09:52 AM
Reprods.: 280
Reportaje Fotográfico: Girecan
Reportaje Fotográfico: Girecan

“Un ladrido, una vida” es el lema del equipo USAR ligero del Grupo Internacional de Rescate ante Catástrofes Naturales (Girecan), que está habituado a intervenir en catástrofes donde, normalmente, colaboran en la búsqueda de personas y en su rescate, pero en la zona cero de Valencia, según explica David Hernández, bombero del parque de bomberos de Guadalajara y responsable de la Unidad Canina K9, por la naturaleza y dimensiones del desastre, se pusieron a disposición del centro de operaciones y los puestos de mando para colaborar en todo lo que fuera preciso

 

 

David Hernández y Vito ya tenían experiencia en catástrofes. No sólo por formar parte de la Unidad Canina K9 del parque de bomberos de Guadalajara, sino porque también son miembros del Grupo Internacional de Rescate ante Catástrofes Naturales (Girecan). De hecho, en febrero de 2023 les vimos volar hacia Turquía para colaborar en las labores de búsqueda y rescate del fatídico terremoto. Esta catástrofe les pillaba mucho más cerca y, además, a ella se sumaba Marbel, la segunda integrante canina del equipo de Búsqueda y Rescate Ligero, USAR Light, por sus siglas en inglés (Urban Search and Rescue Light) de Girecan, que se completa con 28 personas procedentes de lugares tan dispersos como la Comunidad de Madrid, las Islas Baleares, Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha, concretamente de Guadajara y Cuenca (tres guías caninos bomberos; tres enfermeros, 13 bomberos; cuatro logistas y técnicos de emergencia sanitaria (TES) de Protección Civil de Alcobendas; y dos oficiales del centro de coordinación OSOCC ( On-Site Operations Coordination Center)).

 

David, Vito y Marbel se encuentran ya de vuelta, inmersos en el ritmo habitual de su vida cotidiana, aunque el olor de la tragedia sigue impregnándolo todo. Regresaron el jueves, 7 de noviembre, de la zona cero de la DANA en Valencia después de cinco intensos días realizando labores de búsqueda y evaluación, valoración estructural de viviendas, asistencias sanitarias, achiques de agua, registro de garajes, retirada de vehículos y un sinfín de pequeñas tareas para asistir a quienes lo han perdido todo.



El domingo, 3 de noviembre, partían desde su centro de operaciones en Alcobendas, con 15 toneladas de agua mineral embotellada y motobombas de distinta capacidad. “Llegamos a Godelleta, que es donde establecimos la base, y lo primero que hicimos fue descargar el agua embotellada para que se repartiera en la localidad y en los municipios del entorno. De allí pasamos a hacer una búsqueda en una urbanización a las afueras de Chiva y en Paiporta estuvimos medio día, pero el grueso del trabajo se centró en Sedaví”, comenta.

 

Girecan cuenta con el material necesario para montar el campamento base donde sea preciso, pero en esta ocasión, relata Hernández, “el Ayuntamiento de Godelleta, al que hay que agradecer la acogida que nos ha dado y todo lo que nos ha facilitado, nos habilitó un centro social con un tatami, donde pudimos descansar”.

 

Nadie se esperaba la magnitud del rastro de destrucción que ha dejado tras de sí la DANA. Un desastre que ni las cámaras de televisión son capaces de reflejar en su dimensión real: “Lo ves por la televisión y piensas: Madre mía, pero es que allí, in situ, no eres capaz de comprender cómo ha podido llegar tanta agua si el cauce del río está a kilómetros. Es como si hubiera venido un tsunami desde tierra adentro hacia el mar. Nosotros, al dedicarnos a las catástrofes naturales estamos habituados a ver desastres. En un terremoto te haces a la idea de que te vas a encontrar con todo destruido, porque lo mueve todo, pero en una inundación esto es exagerado”, valora.



En las labores de búsqueda de personas, explica, “reportamos varios puntos en los que había olor fuerte a cadáver, pero puede corresponderse con un animal muerto o comida podrida y como había tantísimos metros de lodo y barro compactado y no teníamos maquinaria no podíamos trabajar en la zona. Lo único que pudimos hacer es reportarlo al puesto de mando para que enviasen maquinas para remover y buscar a más profundidad”.

 

Vito y Marbel están entrenados para encontrar a personas vivas por lo que, según explica el bombero, se trasladaron en preventivo, pero no llegaron a actuar.

 

De hecho, en otras expediciones el espíritu del equipo de Giracam podía resumirse en el lema “un ladrido, una vida”, pero la naturaleza de este desastre ha sido más compleja. “Fuimos a ayudar en lo que se nos mandase, con los recursos que tenemos: a buscar personas, a colaborar en los achiques de agua y a ponernos a disposición del centro de operaciones y los puestos de mando que había allí”.

 

Según David Hernández, los miembros del el Grupo Internacional de Rescate ante Catástrofes Naturales están acostumbrados a intervenir en siniestros, “en los que vas a hacer una búsqueda, a perforar un hormigón, o a meterte en un sitio para sacar a una persona , pero allí se trataba de hacer lo que se pueda: achicar agua, quitar barro, coger un cepillo y ayudar a los vecinos, conseguirles comida o agua o incluso darles un abrazo y escucharles”. Y es que el pasado 29 de octubre cada uno de los vecinos de los pueblos devastados por la DANA sufrieron esta experiencia traumática de una manera personal, con sus propias circunstancias: “Te contaban de todo. Por ejemplo, cómo se salvaron de la riada escalando por los coches y porque un vecino les ayudó con una sábana para que pudieran subier al primer piso… Historias escalofriantes, que por suerte muchas han acabado bien, pero otras muchas no”.



Además,  explica que por las dimensiones de la tragedia es imposible escapar de la sensación de caos: “Es una intervención de gran envergadura en la que había muchos recursos que querían ayudar y todos esos recursos hay que organizarlos y eso es muy difícil. Además, una vez que estaba todo organizado, muchos servicios de bomberos y voluntarios, con toda su buena intención, intervenía por su cuenta y eso contribuye a la desorganización, porque te mandan a un sitio donde ya se ha trabajado o ya hay un servicio de bomberos trabajando que no se ha organizado con el puesto de mando, lo que dificulta las cosas, pero al final nos hemos organizado como buenamente hemos podido”. Al mismo tiempo, Hernández recuerda la coordinación de distintos servicios y voluntarios con coches particulares para distribuir raciones de comida entre la población.

 

Han pasado dos semanas y todavía resuenan en la memoria los relatos de las personas que se acercaban a pedirles ayuda. David comparte con El Decano de Guadalajara el de una mujer de unos 70 años que se lamentaba de haber perdido un negocio de muebles antiguos que abrió su padre cuando ella apenas tenía 13 años. Se acaba de jubilar y la tienda había pasado a su hijo, pero ya no quedaba nada. Ni rastro de la tienda, pero tampoco de su casa, que estaba justo al lado, en la planta baja: “Tengo 700 euros de pensión y no sé qué hacer ahora con mi vida”, les trasladaba.

 

Por supuesto, en un desastre de esta magnitud, además de las labores de seguridad y limpieza, es fundamental la atención humanitaria: “Uno de los días vinieron dos mujeres mayores que no podían desplazarse al centro donde estaban repartiendo comida y se acababa de marchar el coche que hacía el reparto. Afortunadamente, pude echar a correr y alcanzar el coche para que pudieran tener su ración de comida”. El equipo de Girecam también se puso a disposición de las necesidades de la gente, en todo lo que podían ayudar: “Hubo mucha gente que nos pedía que les abriéramos sus propias viviendas o trasteros, porque debido al lodo y al agua estaban las cerraduras en mal estado”.



El bombero guadalajareño ya está en casa, pero es difícil sacudirse la sensación de que las poblaciones a las que se ha atendido tienen muchos meses por delante para recuperar una parte de la normalidad que tenían antes de la DANA. “Negocios enteros, coches, casas... la gente lo ha perdido todo. En este tipo de intervenciones parece que los primeros momentos son cruciales y es así: Necesitan la máxima ayuda, pero dentro de tres meses el problema va a seguir estando allí y no hay que olvidarse de cuál es la situación”.

 

Por último, el responsable de la Unidad Canina de los bomberos de Guadalajara recuerda que han sido muchos los efectivos de cuerpos y fuerzas de seguridad que se han trasladado a esta zona cero de la tragedia a echar una mano, pero ha querido destacar la labor de los compañeros que no han podido acudir y se han quedado organizando la logística, la recogida y envío de alimentos y materiales, así como la de los voluntarios y la ciudadanía en general, que han aportado su granito de arena para que en la zona cero pudieran disponer de los recursos necesarios para hacer frente a las necesidades que aparecían en cada momento.

 


 

Vídeos de la noticia

Imágenes de la noticia

Categorías:
Tags:
Powered by WebTV Solutions