EDITORIAL. Parte de guerra

Publicado por: El Decano
24/01/2025 01:00 PM
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La llegada al Ayuntamiento de la capital del Partido Popular y la ultraderecha de Vox y la permanencia del PSOE en el Gobierno regional no hacía presagiar buenos augurios para Guadalajara. 


Al inicio de la legislatura, los representantes de las dos administraciones se hartaron de repetir que el hecho de tener un signo político diferente no iba a interferir en los proyectos que unos y otros prometieron en elecciones y que la coordinación entre administraciones iba a ser ejemplar. 


Sin embargo, la realidad no ha tardado en imponerse. Lo cierto es que el Consistorio capitalino y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha están protagonizando una guerra sin cuartel que afecta tanto a grandes proyectos e inversiones, como a la más mínima gestión que se ven obligados a compartir por aquello de las competencias cruzadas. 

 

En los despachos de la plaza Mayor, todo lo que concierne a Emiliano García-Page y a Alberto Rojo molesta y no se desaprovecha ninguna oportunidad para lanzar dardos y llenar el campo de minas para retrasar o ‘cargarse’ proyectos heredados del anterior alcalde. Eso sí, el equipo de Guarinos no se corta un pelo al incluir entre sus inversiones ‘estrella’ de este año las obras del Parque de Bomberos, herencia de Rojo. Ese Parque al que, por cierto, cuando no gobernaban, querían birlar dinero vía enmiendas a los presupuestos.


La Junta tampoco ha andado a la zaga. En sus primeras cuentas con el PP y Vox ya en el Gobierno local, el proyecto de remodelación de la Estación de Autobuses de la capital desapareció por arte de birlibirloque de las inversiones para Guadalajara. Y ello a pesar de que el propio presidente regional vino a la ciudad a presentarlo a bombo y platillo y a anunciar dos millones de euros para esta instalación, que requiere además una actuación de urgencia. 


El asunto que hizo estallar la guerra definitiva entre ambas administraciones fue, sin duda, el Fuerte de San Francisco. Ayuntamiento y Junta se enconaron en sus posturas sobre la Ciudad del Cine, que finalmente se marchó a Toledo. La falta de entendimiento está afectando a la demora en las obras de rehabilitación de un entorno privilegiado que agoniza poco a poco. Sin dinero regional para su recuperación -tal y como se exige por sentencia- y sin proyecto concreto para sus usos futuros por parte de PP y Vox, la cosa parece no tener solución. De llegar a algo, sería lo que se viene llamando la cuadratura del círculo. 


Al margen de estos dos grandes proyectos, la continua batalla de despachos y de informes técnicos se está llevando por delante otras cuestiones menores que, sin embargo, afectan a no pocos ciudadanos. 


El ejemplo lo tenemos en el último ‘parte de guerra’, en el que se incluyen el equipo de atención a la infancia y la adolescencia del Cuartel del Henares, la Capilla de Luis de Lucena y la caldera del colegio Pedro Sanz Vázquez.


En el primero de los casos, el PSOE ha denunciado que Guarinos ha dado el ‘cerrojazo’ a este servicio -que además cubre a otros 23 municipios de la provincia- alegando que no hay espacio en las dependencias municipales. Y eso que se trata de un simple despacho. Así, se da por finalizado el convenio suscrito con la Junta por Alberto Rojo en 2023, cuyo objetivo era proteger a niños y jóvenes, especialmente los de familias vulnerables, de cualquier tipo de violencia prestándoles apoyo psicosocial. Y la alcaldesa persigue recuperar para Guadalajara el título de Ciudad Amiga de la Infancia. Pues así vamos bien, sí.

 

En el caso de la Capilla de Luis de Lucena, por un quítame allá un murete, Junta y Ayuntamiento se enzarzaron por temas de competencias. Y mientras asistíamos al juego del informe va e informe viene, el monumento, una verdadera joya y potente reclamo turístico, se cerró al público. Motivo: el Ayuntamiento quería velar por la seguridad de los visitantes.


Relacionado precisamente con la seguridad, en los últimos días hemos asistido al caso más grave: la caldera del colegio Pedro Sanz Vázquez. En lo que parece una guerra de guerrillas sobre si debe repararse o sustituirse, esta semana nos sorprendíamos con un informe presentado por el concejal de Servicios Municipales, David García, en el que la empresa encargada del mantenimiento de la instalación alertaba, literalmente, del "riesgo" que supone por emanaciones de monóxido de carbono y la existencia de pequeñas explosiones.


En caso de que el informe no esté 'maquillado', no cabe sino echarse las manos a la cabeza ante la inacción del Ayuntamiento. Si es conocedor de tal riesgo, la solución no pasa por convocar a los medios para disparar contra la Junta, sino tomar cartas en el asunto enviando a la Policía Local o a los Bomberos a clausurar el colegio. Pero, como en cuaquier guerra, es más fácil hacer rehenes -esos a los que alude su jefe de filas, Feijóo, tras el escándalo Ómnibus-. En este caso, se trata de 200 niños y niñas, el profesorado y el personal del colegio. No se entiende que, si se cerró la Capilla de Luis de Lucena de forma inmediata por riesgo para  los visitantes, se mantenga abierto un centro escolar sobre el que hay alerta de falta de seguridad. Lo más fácil políticamente es tirar de nuevo la pelota al tejado de la Junta. Si luego pasa algo, siempre se puede recurrir al "te lo dije". O al "tú la llevas". 


Lo más lamentable es que en esta contienda entre Junta y Ayuntamiento se están produciendo lo que en lenguaje bélico se llaman daños colaterales. En este caso, son los vecinos y vecinas de la ciudad, que asisten a este espectáculo boquiabiertos y ojipláticos. 


Se impone una tregua. Un alto el fuego que ponga un poco de cordura en este afán guerrero, que raya ya la sinrazón.

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