EDITORIAL. Otro toque de atención

Publicado por: El Decano
14/03/2025 01:25 PM
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La provincia de Guadalajara continúa en alerta ante el desbordamiento de ríos y arroyos tras el paso de la borrasca Jana y se mantiene, tanto la emergencia como las llamadas a la población a extremar las precauciones, ya que otro nuevo frente muy activo -de nombre Konrad- parece dispuesto a no darnos tregua. 

 

La espectacular crecida del Henares a su paso por la capital mantiene todavía a los guadalajareños vigilantes. Afortunadamente, de momento, no se ha llegado a las consecuencias de las inundaciones de hace más de una veintena de años, cuando el agua pasó por encima del puente de Julián Besteiro. Y queda muy lejos de 1961, año en que el barrio de La Estación quedó totalmente inundado y una descomunal tormenta provocó numerosos daños en otros puntos de la ciudad, llegando el agua incluso a la carretera nacional que conectaba Guadalajara con Madrid.  

 

En la provincia, la fuerza de la naturaleza se ha dejado notar a causa de los desembalses de Pálmaces, Beleña y Alcorlo, con la localidad de San Andrés del Congosto preparada para evacuar en caso de riesgo inminente y numerosas localidades de la Sierra Norte y del Corredor del Henares con parcelas, carreteras y caminos intransitables. 


La peor parte se la están llevando los agricultores. Cientos de hectáreas anegadas y cosechas perdidas por la salida del cauce de ríos y arroyos. Otro mazazo para el sector, que solicitará a las administraciones la declaración de Zona Catastrófica por los cuantiosos daños que ya se están registrando en determinados cultivos.


Ante esta situación, hay que poner en valor el trabajo desarrollado, tanto por desde el Plan Especial de Protección Civil ante el Riesgo de Inundaciones en Castilla-La Mancha (Pricam), activado por la Junta de Comunidades; el Centro de Análisis y Seguimiento Provincial (CASP) de Guadalajara, la Diputación de Guadalajara y el Ayuntamiento de la capital, que desde el minuto uno se arremangaron y se pusieron a trabajar para adoptar las medidas de prevención y seguridad necesarias, activando operativos especiales y avisando a la población en todo momento a través de sus canales oficiales y de los medios de comunicación. Y todo ello, dentro de un marco de colaboración e intercambio de información más que destacable. 


Y por supuesto, siempre destacar la labor de la Policía Local, la Guardia Civil, los bomberos del Ayuntamiento de Guadalajara y del CEIS, los voluntarios de Protección Civil y Cruz Roja, los trabajadores de Guadalagua, las brigadas provinciales de la Diputación y los técnicos de la CHT que controlan los desembalses, que están trabajando las 24 horas del día para actuar en el momento en que sea necesario.


A pesar de todo el buen trabajo que se está desarrollando, esta nueva emergencia vuelve a poner sobre la mesa varios asuntos sobre los que las administraciones deberían tomar nota. 


En primer lugar, la Confederación Hidrográfica del Tajo está obligada a cumplir escrupulosamente con su cometido de mantener limpios los cauces de los ríos y asegurar su adecuada protección con arreglo a lo previsto en el correspondiente Plan Hidrológico. Una tarea en la que se hace la remolona quizás por aquello de la falta de presupuesto. Y debe agilizar los trámites y los plazos y poner menos pegas para que los ayuntamientos puedan acometer tareas de limpieza en los márgenes de los ríos. 

 

Para ello, se necesita una mejora en la coordinación de las distintas administraciones para optimizar las actuaciones, ya que este tipo de situaciones de emergencia serán más notables y peligrosas a medio y largo plazo.


Otra cuestión es la relativa a la construcción en zonas inundables. Las autoridades urbanísticas deberían ser más restrictivas. En la capital tenemos un claro ejemplo en los barrios de La Chopera y algunas edificaciones de Los Manantiales, situadas casi a pie de río, para las que nunca debieron autorizar su construcción. Por no hablar del parque fluvial que discurrere bajo la mota del Henares, anegado a poco que llueve, y con todo su mobiliario constituyendo un peligro en caso de avenida, ya que impide el natural recorrido del cauce.  Afortunadamente, la ciudad cuenta con la mota, que se terminó de construir en 2001, siendo alcalde José María Bris, y que se ha convertido en un muro de contención ante inundaciones, además de un lugar de paseo y recreo para la ciudad. 

 

Aún teniendo la máxima responsabilidad, la CHT no es la única culpable de todos los males. Las administraciones locales deberían llevar tiempo apostando por planes anuales de limpieza de los márgenes de sus ríos, así como por la renaturalización de estos espacios de modo que, en caso de avenidas, existan los menos obstáculos posibles para el paso del agua. 


Y los particulares no están exentos de obligación. Porque mantener los ríos y sus cercanías en un estado adecuado depende también de nuestro comportamiento cívico y de nuestro compromiso con el medio ambiente. 

 

No cabe duda de que el paso de la borrasca Jana por la provincia de Guadalajara ha constituido un nuevo toque de atención sobre la realidad de que el cambio climático está aquí. Pese a los negacionistas que se empeñan en continuar haciendo oídos sordos a lo que los científicos y la naturaleza nos llevan advirtiendo hace años: nos cargamos el planeta y no hacemos nada por evitarlo.

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