Los tres intelectuales, ligados a Guadalajara, suscribieron en 1962 el texto de denuncia de las torturas a los mineros asturianos que se declararon en huelga reivindicando mejores salarios
A finales de la década de los años cincuenta del pasado siglo, el movimiento obrero en el Estado español comenzaba a dar síntomas de una cierta revitalización tras su derrota en la Guerra Civil. En 1957/58 se produjeron en la minería protestas aisladas pidiendo aumento salarial ante el enorme incremento de los precios, todo ello en un contexto de represión y falta de libertad sindical ya que el 'Sindicato' Vertical era ante todo un instrumento de control sobre los trabajadores, que firmaba acuerdos con la patronal sin ni siquiera consultarles.
Durante muchos años se había acumulado suficiente malestar para un estallido social, especialmente en Asturias, donde el recuerdo de la represión de la revolución de 1934 seguía vivo en la conciencia de las familias obreras, así como la sufrida después de la derrota de la Guerra Civil, que habían supuesto la muerte, la tortura y el encarcelamiento de millares de trabajadores, unido a la imposición de unas duras condiciones de vida y trabajo.
La chispa que prendió la llama de la protesta se produjo en la misma región asturiana cuando, el 7 de abril de 1962, siete picadores del pozo Nicolasa de Mieres, se declararon en huelga reivindicando mejores salarios, por lo que fueron despedidos.
"A partir de ese momento, la solidaridad se convierte en el principal motor de la respuesta obrera, conduciendo a la huelga primero a los compañeros del propio pozo y de otros próximos para alcanzar seguidamente al conjunto de la empresa (incluida su factoría siderúrgica)…hasta afectar a toda la Cuenca del Caudal y saltar seguidamente a la del Nalón, La Camocha…así como el grueso de la industria gijonesa. Más de 40.000 mineros, varios miles de siderúrgicos y unos 15.000 trabajadores gijoneses de diversos sectores acaban tomando parte en los paros…que adquieren el carácter de una huelga general. La onda expansiva no se detiene, sin embargo, en Asturias, afectando a la práctica totalidad de las cuencas mineras del resto de España, a la industria vizcaína y guipuzcoana y a numerosas empresas más dispersas en otras 25 provincias” ('Acerca de la trascendencia de un conflicto obrero'. Vega García, R. 'Las huelgas de 1962 en Asturias').
Estas huelgas supusieron un punto de inflexión en el franquismo, pues con ellas se inició un ciclo de movilizaciones cuyo cénit se alcanzó a mediados de los años setenta, en la lucha contra la inflación por los efectos de la crisis económica de 1973 y ligada a la lucha antifranquista.
Muchos mineros fueron detenidos y torturados y a 127 se les deportó a distintos puntos del país, correspondiéndole a Guadalajara un cupo de siete, de los que por ahora conocemos el nombre de seis de ellos: Gabino Álvarez Bonilla, José Antonio Barros Bugallo, José Antonio García Alonso, Marcelino Fonfría Fernández, Martín Fraga Ostende y Faustino Modino Iglesias. (Vega García, R. 'Las huelgas de 1962 en Asturias').
Frente al completo silencio informativo sobre la represión a este movimiento, más de doscientos intelectuales, artistas y escritores suscribieron un manifiesto de apoyo a los mineros, de los cuales, tres estaban especialmente vinculados a Guadalajara, como Antonio Buero Vallejo, nacido en la capital de la provincia, donde transcurrió su niñez y adolescencia, participante en la Guerra Civil en el Ejército de la República, durante la que se afilia al PCE. Sufrió condena posteriormente en varias prisiones, entre ellas la de Toreno, que compartió con Miguel Hernández, donde realizó el retrato más famoso del poeta. La vocación pictórica de su juventud fue mutando por la teatral y, en 1949, obtuvo el Premio Lope de Vega por su 'Historia de una Escalera', a despecho de los vencedores de la Guerra Civil, quienes desconocían su identidad cuando le otorgaron el galardón. En los años cincuenta estrena algunas de sus obras más importantes: 'La tejedora de sueños', 'La señal que se espera', 'Casi un cuento de hadas', 'Madrugada', 'Hoy es fiesta' o 'Un soñador para un pueblo'.
Suscribe la carta dirigida al ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, solicitando explicaciones sobre el mal trato dado por la policía a algunos mineros asturianos y sus familias. Tras este posicionamiento público, Buero se encontró con el desapego de editoriales y empresas a publicar y representar sus obras y no pudo volver a estrenar hasta 1967.
También estampó su rúbrica en apoyo de los obreros del carbón, Ángel María de Lera, nacido en Baides, pueblo en el que su progenitor ejercía la Medicina. Colaborador del periódico anarquista 'La Tierra' en 1932, mientras estudiaba la carrera de Derecho en La Línea de la Concepción (Cádiz). Se afilió después al Partido Sindicalista (escisión por la derecha de la CNT), de Ángel Pestaña, del que llegaría a ser miembro de su comité nacional. En la Guerra Civil luchó en la provincia en el Ejército Republicano y, tras la misma, anduvo recorriendo prisiones entre 1939 y 1947, entre ellas la de Guadalajara.
Posteriormente tuvo que desempeñar diferentes oficios para sobrevivir y hasta 1957 no publicó su primera novela, 'Los olvidados'. Destacan en su producción literaria, de fuerte contenido social, 'Los clarines del miedo', sobre las corridas de toros en el mundo rural de aquellos años, y 'Hemos perdido el sol', donde aborda la problemática de los trabajadores españoles en Alemania, cuando éramos un país de emigrantes. En 1967 recibió el Premio Planeta por su obra 'Las últimas banderas', ambientada en los días finales de la guerra en el campo republicano.
Invitado por la Diputación Provincial a pronunciar el pregón de Navidad en 1967, se encontró con malas caras de las autoridades cuando dijo que no había que humillar a los vencidos, con muchas ausencias en la cena que posteriormente se ofreció. En 1968 le organizaron un homenaje en su pueblo natal, en el que hasta habían puesto ya una placa, pero el gobernador civil Luis Ibarra Landete obligó a cancelar el homenaje y arrancar la piedra conmemorativa. La Diputación Provincial de Guadalajara le concedió la Abeja de Oro en 1984, a título póstumo.
Junto a los anteriores, suscribió este manifiesto, Ramón de Garciasol, pseudónimo de Miguel Alonso Calvo, nacido en el pueblo de Humanes de Mohernando en 1913, hijo de un fabricante artesano de alpargatas. Gracias a becas, estudió el bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media de Guadalajara, donde trabó una amistad con Antonio Buero Vallejo que duraría toda la vida. Publicó sus primeros poemas en el periódico 'Avante', órgano de prensa de la Agrupación Socialista de Guadalajara, en 'El Bachiller Arriacense', luego en 'Juventud' (revista izquierdista de Sigüenza), en el republicano 'Abril' y, ya en la Guerra Civil, en 'U.H.P.', periódico de las Milicias Antifascistas de Guadalajara, de las que fue su asesor cultural. En 1936 apareció su primer libro, 'Poemas de un tiempo nuevo'.
Tras la Guerra Civil, sufrió cárcel y vivió un exilio interior:
"Somos los otros, /los proscritos de la Patria,/entre españoles que no ven, /que no oyen, /que no entienden más que su voluntad,/ que nos venden el favor de vivir" (Garciasol, R., 'Memoria amarga de la paz de España', 1978).
Trabajando de corrector de pruebas para la editorial Espasa, volviendo a la luz como escritor bajo el nuevo nombre de Ramón de Garciasol, para eludir la persecución franquista. Aunque se licenció en Derecho, desistió de ejercer como abogado, para no tener que aplicar las leyes del régimen de Franco y siguió escribiendo dentro de la corriente denominada poesía social, comprometido con la causa de los oprimidos:
"Estoy con vosotros, / hombres que trabajan /, por amor, /porque me manda /el mismo clamor, / igual esperanza. / Porque me desgarra el viento la misma rama, /porque empapo de fatiga como tú, / la sábana donde duermo,… " (Garciasol, R., 'Los que viven por su manos', 1970).
Siempre bajo la atenta mirada de una censura que examinaba sus escritos con detalle, en 1950 publicó 'Defensa del hombre, Canciones y Palabras mayores' (1952), 'Tierras de España' (1955), 'La madre' (1958)… y también algunos libros de ensayo: 'Vida heróica de Miguel de Cervantes' (1944), 'Una pregunta mal hecha: ¿Qué es la poesía?' (1954), 'Presencia y lección de Rubén Darío' (1961).
Estos tres escritores vivieron su juventud en años de revolución y contrarrevolución, en una etapa histórica donde la solución de los problemas sociales se puso abiertamente sobre la mesa. Se decantaron del lado de los humillados y ofendidos y por ello sufrieron sus consecuencias.
Ninguno de ellos fue plenamente profeta en su tierra en vida, ya que el reconocimiento oficial a su obra, o bien se les negó o les fue escatimado hasta pasada la Transición, tras la que se les dedicaron unas calles poco relevantes de la capital de la provincia. Ramón de Garciasol declaró explícitamente que "la Diputación de Guadalajara nunca ha publicado ni una letra mía, ni de mi amigo Antonio Buero Vallejo".
A pesar de todo nos queda el legado de su obra, de su aportación literaria a una generación que conformó la llamada 'Edad de Plata' de la literatura en castellano, con una calidad y compromiso como nunca habían reunido tres autores en Guadalajara -0a los que hay que añadir el poeta José Herrera Petere- que posiblemente tardará muchos años en volver a repetirse y que sin duda será en el tiempo que anticipó el poeta Antonio Machado:
"Amo la edad que se avecina y a los poetas que han de surgir cuando una tarea común apasione las almas".
Enrique Alejandre. Investigador de temas históricos, autor de 'El movimiento obrero en Guadalajara. 1868-1939' y 'Guadalajara, 1719-1823.Un siglo conflictivo' y 'La mujer trabajadora en Guadalajara.1868-1939'.
- Archivo Fundación 1º de mayo
- Calero Delso, J.P., 'Antonio Buero Vallejo, hijo de Guadalajara', en 'Buero. Guadalajara siempre al fondo'. Catálogo Exposición Archivo Histórico Provincial. 25 octubre-23 diciembre 2016.Guadalajara.
- Garciasol, R., 'Los que viven por su manos', Zaragoza, Javalamabre, 1970.
- Garciasol, R., 'Memoria amarga de la paz de España'. Albia Literaria. Bilbao, 1978.
- Vega García, R., (coord.), 'Hay una luz en Asturias...Las huelgas de 1962 en Asturias'. Ediciones TREA, S. L. Fundación Juan Muñiz Zapico. Oviedo. Asturias.2002.
- Abril
- Flores y Abejas
- GUADALAJARA. Diario de la mañana.
- Hoz y Martillo
- https://archivomunicipal.betanzos.net
- https://historia-hispanica.rah.es/biografias
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