OPINIÓN. 'Tenemos Papa', nuevo artículo de nuestra colaboradora, Asun Perruca

Publicado por: Asun Perruca
13/05/2025 12:02 PM
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La misma mañana del día en que se producía la elección del nuevo papa León XIV me había dado yo un paseo primaveral por las cercanías del río. Entre el rumor del agua, el verdor de los chopos y las variadas voces de los pájaros iba pensando que cuando la madre Naturaleza nos habla, lo mejor que podemos hacer es callar y escucharla.

 

En esos momentos en que el mundo entero estuvo pendiente del humo que había de salir por una sencilla chimenea instalada sobre el tejado de la impresionante Capilla Sixtina y en que los telediarios nos bombarderon a detalles sobre el Cónclave y su parafernalia, me venían a la cabeza unas palabras del Evangelio. Esas palabras se me quedaron grabadas la primera vez que las escuché y siempre me han dado mucho que pensar. Fueron escritas por San Mateo, antiguo recaudador de impuestos y patrón de los banqueros, todo hay que decirlo. Dicen, más o menos: "Mirad los pajarillos del campo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y Dios los alimenta". Después dice también algo así como: "Buscad primero el reino de Dios y su justicia".

 

No voy a insistir en las muchas incoherencias entre el mensaje evangélico y el comportamiento de los jerarcas de la Iglesia y sus fieles a lo largo de los siglos. De eso ya se ha hablado largo y tendido. Tampoco de las muchas personas, que también las hay, que siendo o no creyentes de cualquier religión, sí que dedican su vida a luchar por un mundo más justo.

 

En cambio, me pongo a pensar por qué el ser humano, desde su origen, se ha afanado en crear rituales y en levantar enormes pedruscos, bien como una forma de idolatría o egolatría,  según impere el sentimiento religioso o el amor propio. Ahí tenemos, por poner unos ejemplos, las cabezotas de la Isla de Pascua, las pirámides de Egipto, el templo de Angkor Wat en Camboya (el más grande del mundo según la IA), la basílica de San Pedro, o el rascacielos Burj Khalifa en los Emiratos Árabes con sus 163 pisos.

 

Rituales, lujo, colorido, emociones a flor de piel… Todo ello está presente en un cónclave, en un concierto, en un partido de fútbol, en el festival de Eurovisión, en un mitin o en el chupinazo de las fiestas de tu pueblo. La humanidad necesita de todas esas cosas. Necesita salir y cobijarse al calor de la multitud, para ser partícipe de esos rituales. Tal vez así nos sentimos menos vulnerables, menos  mortales y menos solos.

 

En 'El Principito' el zorro explica que los ritos son importantes porque hacen que un día sea diferente a otros días y una hora diferente a otras horas. Desde luego lo que ha hecho diferente el final de abril y el comienzo del mes de mayo ha sido la muerte del papa Francisco y todo el ceremonial del cónclave, que es una tradición muy vistosa y secular. No como el gran apagón, que nada tuvo de secular y mucho menos de vistoso.

 

Dejo ya de darle vueltas a la cabeza porque me estoy haciendo un lío y no tengo claro si, a estas alturas de mi vida, me emociona más un acto multitudinario o un paseo en solitario por el campo. Tampoco tengo claro si empezar a hacer las lentejas o confiar en la providencia.

 

Entonces escucho en el jardín los gorrioncillos, jilguerillos y otros pajarillos que, como cada día, reclaman con alboroto las migas de pan que les echamos por la ventana. Ya quisiera yo tener la fe que tienen ellos y poder sentarme tranquilamente a esperar que...

 

Entonces llega mi hijo pequeño y me dice: "Mama, (me encanta cuando me lo dice así, sin acento) sal de la cocina que hago yo la comida". Mira, igual es cuestión de empezar a tener fe en la providencia.

 

Entretanto mucha gente parece tener fe en las cualidades del nuevo Papa. En su primera oración dominical se ha dirigido a los grandes del mundo pidiéndoles: "Nunca más la guerra". Por pedir que no quede.

 

Por cierto, que se apellida Martínez por parte de madre y en mi pueblo hay muchísimos Martínez. Vete tú a saber si no corre por sus venas una parte de sangre molinesa. Y ahora caigo también en que el Papa que concedió a Molina de Aragón una bula para celebrar la vigilia de la Inmaculada, nuestra pequeña Navidad, fue León X y el que la confirmó de modo perpetuo León XIII. Muchas casualidades ¿no?

 

Señor alcalde de Molina, podría usted plantearse lo de invitar a León XIV a que visite nuestra ciudad ahora que, confiemos en la providencia, por fin vamos a tener parador de turismo. Se inaugura hoy, precisamente, martes y trece para más señas, ya que no pudo hacerse en septiembre debido a los daños que en él causaron las fuertes lluvias. Que sí, que vale lo de confiar en la providencia, pero hay que darle facilidades.

 

Asun Perruca. Maestra y escritora. 

 

 

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