El verano de 2025 va a ser muy difícil de olvidar. Está siendo el de la proliferación e intensificación de los llamados incendios de sexta generación, que por su velocidad, intensidad y variabilidad son prácticamente incontrolables, empujados además por el aumento de las temperaturas, las olas de calor, la sequía y por la acumulación de maleza en los bosques. Por no hablar de la mano de los ‘terroristas ambientales’, para los que nunca debería haber perdón y sobre los que debería caer todo el peso de una Ley que, desgraciadamente, tampoco está preparada para este tipo de delincuencia.
Todos estos factores crean una ecuación perfecta para la propagación de estos megaincendios que se están llevando por delante vidas humanas, dejando pueblos arrasados por las llamas y causando un desastre natural y ecológico sin precedentes.
Y al pie de las llamas, desde tierra y desde aire, poniendo en riesgo sus vidas para salvar las de los demás, están los bomberos y agentes forestales: Un colectivo que, desgraciadamente, ejerce su trabajo con más vocación que dignidad, a pesar de que los políticos de aquí y allí se llenen la boca llamándoles héroes.
Héroes, sí, pero héroes en precario.
A pesar de que en Castilla-La Mancha se ha avanzado mucho más que en otras comunidades autónomas del país en materia de derechos laborales del colectivo, lo cierto es que todavía queda mucho camino por recorrer.
La Sección de CCOO en la empresa pública de gestión ambiental de Castilla-La Mancha, Geacam, ha manifestado su malestar por la situación en la que se encuentran los bomberos forestales del dispositivo de incendios de la región y por las condiciones, a veces extremas, en las que tienen que desarrollar su trabajo.
Entre otras carencias, se denuncia la de personal, con unidades que no alcanzan las dotaciones mínimas para ser operativas. Esta precariedad laboral se debe a las contrataciones por temporada: contratos de un máximo de 90 días, con sueldos que rondan el salario mínimo interprofesional y con disponibilidad completa 24/7.
También se alerta sobre la falta de medios, de previsión y de planificación. El sindicado asegura que los avituallamientos durante los incendios están siendo nefastos, hasta el punto de que ha habido unidades a las que durante jornadas enteras de trabajo no se le ha dado ni un bocadillo. A ello se suma que todavía hay efectivos que sólo disponen de un EPI de incendios, lo que implica no poder lavarlo y tener que volvérselo a poner durante las jornadas sucesivas.
Una situación de precariedad similar, con sus particularidades, que también viven los agentes forestales, quienes además de colaborar en la extinción tienen otras tareas como la protección y vigilancia del medio natural, el control de la contaminación, la inspección de caza y pesca, y la gestión de recursos forestales.
En Guadalajara sabemos valorar el trabajo de los hombres y mujeres que luchan contra el fuego. Perdimos a 11 de ellos -nueve bomberos forestales y dos agentes medioambientales- hace 20 años en el incendio de Riba de Salelices, en el que el fuego arrasó más de 13.000 hectáreas de alto valor ecológico en el Parque Natural del Alto Tajo, afectando a 11 municipios.
Por ello, es necesario poner en valor el capital humano del que disponemos en la región. Excelentes profesionales a los que no basta con felicitar y halagar con bonitas palabras cuando la cosa se pone fea, sino apoyarles para que trabajen en condiciones dignas, no sólo durante las campañas de verano, sino a lo largo de todo el año.
Fue el terrible incendio de 2005 y el empuje de los sindicatos lo que llevó a la Administración del socialista José María Barreda a la creación del Geacam y de la UME a nivel nacional. En 2008, se firmó el primer convenio colectivo en la empresa pública, que incluía 12 meses de trabajo. Con Cospedal, en 2011, llegaron los recortes y los despidos, lo que supuso un retroceso en la garantía de estabilidad del empleo durante todo el año y la creación de la figura de los 'fijos discontinuos', con nueve meses de actividad. El relevo socalista en el Gobierno de la Comunidad Autónoma, con Emiliano García-Page, recuperó buena parte de esos derechos, tras firmar un acuerdo con CCOO y UGT.
Sin embargo, actualmente, muchas de las reivindicaciones de entonces continúan vivas y se está en plena negociación de un convenio colectivo caducado desde hace años.
CCOO-mayoritario en el comité de Geacam- exige, entre las cuestiones prioritarias, dotaciones mínimas para ser operativas, la solución urgente de todos los problemas detectados y "que nunca falten personal y medios".
Se impone pues una negociación que acabe con todas esas carencias y que se ajuste a las nuevas realidades. Y, especialmente, establecer unas retribuciones salariales que pasen de sonrojantes a dignas y ajustadas al trabajo desarrollado por nuestros bomberos forestales para que dejen de estar, de una vez por todas, ‘quemados’.