La queja desmotiva, la ilusión genera esperanza

Publicado por: El Decano
23/02/2023 07:00 AM
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Hay personas que se pasan la vida quejándose de todo, casi nada les viene bien y la mayoría de las veces somatizan un estado de ánimo totalmente en contra de cualquier cosa y de los otros. No se trata de personas más o menos especiales ni nada parecido, simplemente se trata de personas que lo mejor que podemos hacer es apartarlas de nuestras vidas.

 

Son fácilmente reconocibles porque intentan no escucharte y no dejarte hablar para que “su razón” prevalezca sobre la tuya. En la mayoría de las ocasiones, acabarán con una amenaza y con el insulto fácil, además de intentar contar su versión y visión a otros para ganar, ficticiamente, sus pequeñas batallas. Pero no deja de ser una ilusión sobre sus propias vidas que apenas son capaces de sostener con lealtad y fidelidad a sus principios.

 

Otra característica de este tipo de personas es la soledad a la que someten sus vidas que es producida, lógicamente, por su forma de ser. Seguramente tenga mucho que ver que no sean capaces de soportarse, ni siquiera, a sí mismos. Se trata de quejicas que están atrapados en un bucle del que les resulta difícil escapar. 

 

No descubro nada diciendo que este tipo de comportamientos, consciente o inconsciente, l produce es una sensación de malgastar la propia vida y de sentir un vacío inmenso e inseguridad para relacionarse con otros, siempre bajo una falsa creencia de que lo bueno es su comportamiento en lugar del de los demás.

 

La queja continua suele ser un camino sin retorno que en muchas ocasiones lleva aparejada un afán de venganza sin entender en qué se sustenta ésta. El quejica emplea la mayor parte de su día en alimentar su insatisfacción con todo y con todos y jamás será capaz de desarrollar ningún tipo de competencia que le ayude a solventar las situaciones que se le presenten en el día a día porque están insatisfechos con su vida. Suelen ser manipuladores y abusan de la buena voluntad de los demás.

 

El quejica suele ir por la vida de víctima, quejándose de lo injusto de todo y las decisiones de las personas con las que se relaciona. Suele acercarse, además, a personas más alegres y satisfechos con sus vidas para intentar amargarles y echarles toda su basura encima. Son personas de esas que se denominan tóxicas que intentarán resquebrajar los grupos y equipos a través de sus falsedades y de sus incompetencias, convirtiéndose en una clara amenaza para la buena convivencia.

 

En la empresa nos encontramos a menudo con perfiles que manipulan, se quejan, trabajan poco y explotan cada poco tiempo, intentando bloquear el día a día y buscando que todos lleguen al límite de la paciencia. Es el típico perfil que critica a los jefes a sus espaldas y en el cara a cara no es capaz de mantener sus postulados de la misma forma que lo hace por detrás. Son falsos e hipócritas. Pero la diferencia que tenemos con respecto a este tipo de personas en la empresa es que cuando los detectamos podemos poner en marcha una serie de mecanismos sutiles para afrontar el problema de forma directa, como pueda ser crear espacios de confianza con el resto del equipo y comunicar clara y directa los valores, objetivos y prioridades que todos deben de cumplir.

 

Fuera de la empresa es algo más complicado por las estrategias que estas personas intentan llevar a cabo, pero todo se puede trabajar. Este tipo de personas desafían toda forma de convivencia y no son conscientes del efecto negativo que producen a su alrededor, obteniendo satisfacción personal creando el caos y sacando de quicio a los demás provocando situaciones de máximo estrés.

Decía al principio que cuánto más lejos de este tipo de personas mejor que mejor, ya que la exposición de nuestro cerebro a los estímulos que provocan estas negatividades puede desencadenar una reacción masiva al estrés, cuestión que llevan a cabo estas personas tóxicas desde una crueldad bárbara y que hay que evitar a toda costa.

 

Debemos poner límite a estas personas, ya sea en conversaciones con ellas o alejándonos de las mismas. No tenemos que dejarnos llevar por las emociones que nos asaltan cada vez que nos relacionamos con ellas y debemos manejar nuestras emociones para no ser engañados. La queja en sí misma desmotiva, por eso se trata de seres apagados y sin luz. Generemos pues nuestra esperanza desde la ilusión de intentar ser mejores cada día.

 

 

 

 

 

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