Un ladrido. Una vida

Con esta frase, que se ha convertido en un lema, los Bomberos de Guadalajara han encabezado los tweets en los que han ido informando, día tras día, sobre la participación de su compañero David y su perro, Vito, en las labores de rescate tras los terremotos que asolaron 11 provincias del sureste de Turquía el pasado 6 de febrero. Un suceso que ha arrojado la escalofriante cifra de cerca de 44.000 fallecidos, según las autoridades turcas. 

David y Vito,  dentro del grupo de rescate ligero de la ONG Grupo Internacional de Rescate ante Catástrofes Naturales (Girecan), salvaron dos de esas vidas en una aventura que ha marcado sus vidas, tal y como relataba a El Decano de Guadalajara este bombero y guía canino, precursor de la Unidad Canina K9 de los Bomberos de Guadalajara.

Esta Unidad, nacía oficialmente en marzo del año 2021, siendo una de las pocas de estas características que existen en España. En la actualidad, cuenta con dos perros operativos, y entre tres y cuatro en formación. Una formación y un entrenamiento que los bomberos deben realizar fuera de su jornada laboral, con lo que ello conlleva de esfuerzo añadido a una profesión ya de por sí sacrificada.

Han sido muchos los reconocimientos públicos que David y Vito han recibido estos días. Entrevistas, fotos y más fotos y recepciones oficiales, que han tenido que compaginar con su trabajo diario en el parque de Bomberos de Guadalajara. Porque para ellos la vida sigue. Una vida que no es fácil porque consiste en arriesgar la suya para salvar la de los otros. 

Y, lamentablemente, es un trabajo que no siempre se les reconoce, especialmente por parte de quien les contrata y que, en 2015, llevó a los trabajadores de Guadalajara a movilizarse para conseguir mejoras en sus condiciones de trabajo. A pesar de que las aguas volvieron a su cauce, algunas carencias del colectivo continúan siendo sangrantes: guardias excesivas, falta de personal, especialmente con los efectos del cambio climático que están provocando muchos más sucesos que requieren su intervención, y en el caso de la capital, un nuevo Parque de Bomberos que parece no llegar nunca a pesar de estar anunciado, lo que les hace desarrollar su labor en un edificio agrietado, envejecido y pequeño y nada a la altura de sus profesionales. 

David y Vito también son el reflejo de otras unidades, como los bomberos del  Consorcio para el Servicio de Prevención, Extinción de Incendios, Protección Civil y Salvamento de la Provincia de Guadalajara (CEIS), uno de cuyos miembros, Antonio Alfaro, también entrevistado por El Decano, ha estado en Turquía dentro del equipo de la ONG Bomberos Unidos Sin Fronteras, y participó en las labores de rescate de una mujer de unos 25 años. A los trabajadores del CEIS también les costó quince años mejorar sus condiciones laborales tras unas duras y largas negociaciones con la Diputación Provincial. 

Otro ejemplo lo tenemos en los profesionales de la empresa pública de Gestión Ambiental Geacam, encargada de gestionar los incendios forestales, quienes a finales del año pasado lograron firmar su convenio colectivo, paralizado hacía una década.

Llama poderosamente la atención que un grupo de profesionales tan admirado y querido entre la población, que puede considerarse un cuerpo de élite sin temor a pecar de exagerados, haya sido tan ninguneado por las administraciones, solo salga en los papeles cuando participa en misiones internacionales y, sin embargo, les cueste sangre, sudor y lágrimas conseguir mejoras laborales. Necesitan menos fotos, más apoyo, más inversiones, más personal, convenios dignos, unas instalaciones adecuadas y respaldo más allá de los focos.

David, Antonio y Vito personifican la valía de los Bomberos, un cuerpo especial al que no solo se le suponen unas cualidades físicas excepcionales, sino también una calidad humana que queda demostrada en cada una de sus actuaciones, por pequeñas que puedan parecer.

Vaya desde aquí nuestro particular reconocimiento para estos héroes, por su profesionalidad, su valentía y su generosidad. Por esos ladridos que salvan vidas.