Por Jesús S. Gaitán
Dios me libre de decir que a tenor de lo visto ayer en la Biblioteca Pública 'Blanca Calvo, el éxito de las representaciones del Tenorio está asegurado. En teatro nadie quiere hacer un ensayo general perfecto porque es sinónimo de fracaso en la representación. Por eso el "mucha mierda" (perdón por la expresión, pero los teatreros lo decimos así) para desear lo contrario.
Por eso, ¡Dios me libre de decir que lo vivido ayer fue emocionante e intenso! El texto pergeñado por Álvaro Nuño Muñoz fue preciso y precioso. En 'De aquellas capas, estos logros' el hijo de Álvaro Nuño (o mejor dicho, Álvaro Muñoz, para no equivocarnos más porque este Álvaro ha logrado superar al padre dicho con todo el cariño al padre) evocaba los albores de lo que ahora es el Tenorio Mendocino, recordando a personas de Guadalajara de Toda la Vida, amantes de la Cultura y de las raíces castellanas, como el gran y único Javier Borobia (merece más adjetivos de este estilo pero ninguno logrará calificar lo que en verdad significa Javier para la cultura y la vida social de esta ciudad).
A él se sumó el recuerdo a Tomás Sánchez, precursor junto a Javier de trasladar a Guadalajara la idea de la Sociedad de la Capa que existía en Madrid, Carmen Dorado, Josefina Martínez, Josepe Suárez de Puga, y otros más a los que pido disculpas por no nombrar. Su espíritu, como del Comendador, rondó en todo momento la representación.
Uno, que ha compartido escenarios con personas como José Luis Matienzo o Abigail Tomey, se emocionó al verles de nuevo alrededor de la mesa donde nació todo. Junto a ellos, Julio Prego Jr., Arturo Martínez y Beatriz Ortega, también excelentes en su interpretación.
Claro que el preludio que realizó Chema Sanz Malo, les ayudó a elevar, todavía más, el nivel que ya de por sí tienen. José María interpretó a las mil maravillas la genial idea creada por Álvaro Muñoz (o Álvaro Nuño Jr.). ¡Qué vocalización! ¡Qué intensidad! ¡Qué silencios! …..
Solo el tiempo puede impedir lo que será otro éxito clamoroso a tenor de lo vivido en la 'Blanca Calvo' y la creación maravillosa del Álvaro. Pero si sucede eso les invito a recordar como el gran Josepe y la entrañable Abigail salieron un año airosos de tal lance en plena escena final. Cuando Josepe recitaba aquello de "veo una noche serena…" estaban cayendo unos copos de nieve como puños. Pero lograron mantener la tensión teatral. Y la emoción se desbordó.
Lo dicho: Mucha mierda (perdón otra vez por la expresión pero es así en el mundo teatral) para las representaciones.