El conjunto alcarreño firmó un encuentro valiente y exigente ante el BM Caserío, pero el esfuerzo acumulado tras la Copa y el empuje visitante en la segunda parte acabaron decantando un derbi intenso, emocional y muy físico. Los de Requena cedieron por 28-30 en un David Santamaría lleno y encendido
El primer derbi castellanomanchego de la temporada tenía todos los ingredientes de un gran partido: ambientazo, carga emocional, ritmo alto y dos equipos con necesidad real de sumar. El SANICENTRO Balonmano Guadalajara llegaba con la moral reforzada por su clasificación copera en Pontevedra, pero también con el desgaste de un viaje largo y con bajas importantes como las de Fabio Chiuffa y Diego Vera. A ellas se unió la inesperada ausencia de Manu Catalina, lo que obligó a Requena a ajustar la rotación.
El inicio fue un torbellino. Guadalajara salió con energía, con Gorostidi abriendo el marcador y con Simón castigando desde el extremo derecho. La intensidad fue tal que en apenas cinco minutos había ya dos exclusiones y el duelo se movía al ritmo del 4-3. Caserío respondía cada golpe, sostenido por una defensa muy dura y por el temple de jugadores con oficio como Domingo, Alonso o Mendive.
El partido avanzaba como un pulso constante. Cada vez que el combinado local abría una pequeña ventana, la escuadra ciudadrealeña contestaba. En el tramo final del primer acto, la exclusión de El Khouga dejó tocada la estructura defensiva alcarreña y los visitantes aprovecharon el resquicio para firmar un parcial letal. El descanso llegó con un 12-14 que encendía las alarmas, pero sin romper el partido.
La segunda mitad confirmó que, más que una cuestión de balonmano, el derbi iba a decidirse en la gestión del físico. El cansancio apareció antes en las piernas moradas y Caserío lo leyó a tiempo. Un parcial rápido situó el 15-19 y, poco después, el 17-22. Requena paró el partido para detener la hemorragia, y el equipo trató de reengancharse con orgullo, especialmente gracias al empuje de un Santi Simón incontenible, autor de 9 goles.
El Santamaría creyó en la remontada cuando el marcador se ajustó al 21-25, pero el conjunto capitalino supo jugar los momentos calientes. Giovagnola consiguió frenar por fin a Simón y el ataque visitante encontró claridad con Ángel Pérez y Mendive en la dirección. La renta, pese al empuje local, fue ya insalvable.
El 28-30 final dejó una sensación agridulce: Guadalajara compitió, se vació y no dejó de intentarlo, pero el contexto y el cansancio terminaron inclinando un duelo que muy disputado y con emoción hasta los últimos compases.