Proemio III: El tío Curro y las Elecciones Generales del 77

Publicado por: El Decano
19/11/2025 01:32 PM
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Ernesto Esteban, el segundo por la izquierda, durante la presentación del libro Vísperas de la Despoblación, en Molina de Aragón. Imagen: El Decano
Ernesto Esteban, el segundo por la izquierda, durante la presentación del libro Vísperas de la Despoblación, en Molina de Aragón. Imagen: El Decano

Por Ernesto Esteban

 

Recién estrenada la nueva democracia en España, llegaron las primeras Elecciones Generales del año 1977. Todo un acontecimiento esperanzador e ilusionante para una inmensa mayoría de españoles y especialmente para las nuevas generaciones de jóvenes, impetuosos y deseosos de disfrutar de la libertad que prometía el nuevo régimen político.

 

Por aquel entonces, el Tío Curro (de nombre Pablo) pasaba de la cincuentena de años, todos ellos vividos en Alustante, su pueblo natal. Era un hombre de baja estatura y buen perímetro abdominal, humilde y trabajador, como la gran mayoría de sus paisanos, parco en palabras, parsimonioso en sus andares y siempre cubierto con una gorra negra capada.

 

Fue famoso en el pueblo por su gran capacidad para la ingesta, tanto sólida como líquida, aunque tal habilidad ( y muy a su pesar) solo podía ejercerla en contadas ocasiones como, por ejemplo, el último día de las fiestas patronales, donde todo el pueblo celebraba una comida de hermandad con la carne de los toros lidiados. Suya es la famosa frase que todavía sigue circulando por el pueblo: “Soy capaz de comerme un buey y beberme un caz”. Como famosos eran los atronadores “regüeldos” (eruptos) que emitía tras haberse bebido, de un tirón y “ritiando”,  la totalidad del agua de un tonelillo de madera con pitorro de hojalata al que taponaba una ramita de madera metida a presión y cuya capacidad se aproximaba a los cinco litros. Según relataban todos sus compañeros de fatigas en las labores agrícolas, los “regüeldos” del Tío Curro “hacían retemblar todo “El Raso”.

 

Beber “ritiando" el agua era un arte al alcance de unos pocos, pues consiste en realizar de forma combinada un movimiento succionador, friccionando la lengua contra el paladar a la vez que se emitía un sonido gutural provocado por el eco del chorro de agua al estrangularse dentro de la boca. Para ello era imprescindible saber beber “a carluto” , es decir, acertando a ingerir sin derramar el líquido proveniente del chorro de un recipiente elevado con ambas manos (tonelillo, porrón etc)

 

Animado por el ambiente creado por la propaganda oficial y sintiendo la obligación cívica de participar en la gran fiesta de la democracia (como así se viene definiendo a las Elecciones Generales) se presentó el Tío Curro en las escuelas del pueblo, donde se había habilitado la mesa electoral para cumplir con su deber ciudadano. Dirigiéndose a los miembros de la mesa, todos ellos conocidos, les dijo con su vozarrón a modo de sentencia :

 

-Buenos días. Quiero votar. ¿Qué tengo que hacer?.

 

Los miembros de la mesa electoral, en un primer momento sorprendidos, al ver de quién se trataba se relajaron y la maestra del pueblo que hacía de presidenta de mesa le indicó:

 

-Métase en la cabina, que ahí están todas las papeletas.

 

El proceso electoral continuó con normalidad y los miembros de la mesa siguieron atendiendo a una gran afluencia de votantes, todos ellos armados con su sobre preparado bajo el brazo, hasta que transcurrida más de una hora de reloj y cuando todos los miembros de la mesa electoral estaban charlando animadamente, completamente olvidados del votante, surgió de la cabina el Tío Curro, con semblante visiblemente enfadado y con ese vozarrón suyo tan particularmente grave y amenazante en este caso, les espetó:

 

-¡¡¡Pero bueno!!!. ¡¡¡Me han votado ustedes ya, o qué. Que no tengo todo el día!!!

 

Ernesto Esteban es presidente de la Asociación Cultural Tierra Molinesa

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