La adaptación de los bosques españoles al cambio climático pasa, de forma ineludible, por incrementar su diversidad y romper la homogeneidad que los hace vulnerables. Así lo demuestran los resultados presentados en el evento final del proyecto LIFE RedBosques_Clima, donde destacó especialmente el trabajo realizado en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, uno de los tres casos demostrativos del proyecto.
En la Sierra Norte de Guadalajara, los socios del proyecto han desarrollado diversas actuaciones de gestión para promover la diversidad de especies en los pinares de repoblación, masas forestales que, por su uniformidad y regularidad, presentan un elevado riesgo frente a la sequía. Las intervenciones incluyen la introducción de especies acompañantes, la combinación de árboles de distintas edades y la creación de claros o discontinuidades naturales, con el objetivo de aumentar la resiliencia de estos ecosistemas frente a periodos de sequía cada vez más intensos.
La jornada, celebrada en Toledo y conducida por María José Díaz, Directora General de Medio Natural y Biodiversidad de Castilla-La Mancha, reunió a representantes de todas las entidades participantes: Fundación Fernando González Bernáldez —coordinadora del proyecto—, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Generalitat Valenciana, VAERSA, Generalitat de Catalunya, Gobierno Vasco y el CREAF como socio científico.
Durante la primera mesa de debate, se presentó el índice de evaluación del riesgo de los bosques frente a la sequía, desarrollado por el CREAF en colaboración con la Universidad de Alcalá y el Instituto de Investigación en Cambio Global de la URJC. El índice revela que la mayoría de los bosques españoles son muy vulnerables, principalmente por su homogeneidad y continuidad, y permite identificar las características que aumentan la resiliencia, como la diversidad de especies, la coexistencia de árboles de diferentes edades y la presencia de claros o discontinuidades naturales. Estos conocimientos sirven de base para diseñar medidas de gestión que potencien estas características y refuercen la capacidad de adaptación de los bosques.
En la segunda mesa se mostraron los tres casos prácticos del proyecto: la creación de un paisaje forestal en mosaico en el Parc Natural dels Ports (Tarragona), con participación de propietarios públicos y privados; la promoción de la diversidad en los pinares de repoblación de la Sierra Norte de Guadalajara; y la reducción de la homogeneidad en plantaciones de pinos en Castellón, Valencia y Alicante. La experiencia adquirida indica que para generar paisajes forestales más diversos y resistentes al cambio climático es necesario combinar diferentes estrategias complementarias: una selvicultura orientada a la adaptación, prácticas que simulan perturbaciones naturales, el mantenimiento o recuperación de la ganadería extensiva y el uso controlado del fuego en condiciones seguras.
La mesa final, integrada por representantes de la administración, analizó los retos para aplicar estas medidas en la extensa superficie forestal española. Se señalaron como principales barreras la falta de rentabilidad económica, la escasez de mano de obra especializada y la debilidad del tejido empresarial en zonas despobladas. No obstante, la coincidencia entre los objetivos de la adaptación, las políticas de conservación de la biodiversidad y la futura ley de restauración de la naturaleza abre una ventana de oportunidad para extender estas prácticas de gestión forestal en el conjunto del país.