EDITORIAL. Abandonados a su suerte

El Mercado de Abastos se muere. Este era el título de un editorial que El Decano de Guadalajara publicó en 2023. En él relatábamos cómo el Ayuntamiento de Guadalajara lleva décadas sumiendo en el más absoluto abandono a los comerciantes que tratan de sobrevivir como pueden en uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad.

En todo el país los mercados de abastos son lugares llenos de vida, en los que conviven los comercios de productos frescos y de cercanía con negocios de restauración. Son un punto de encuentro ciudadano y cuentan con una considerable afluencia de consumidores y de turistas y, a su vez, ayudan a la economía de otros establecimientos cercanos. 

Es un modelo que funciona. Por ello nos preguntamos por qué el Mercado de Abastos de Guadalajara sigue abandonado a su suerte sin que el Ayuntamiento y los equipos de Gobierno de distinto signo político que han debido afrontar su gestión hayan sido capaces de dar con la tecla que le saque de lo que es una muerte anunciada si no se adoptan medidas urgentes. 

El comienzo del fin del edificio y de los establecimientos que acoge tuvo su origen en la remodelación iniciada por el Gobierno del PP de José María Bris en 1995. Tras tres años de obras y numerosas dificultades, sólo una parte de los pequeños empresarios con que contaba pudieron volver a abrir sus puestos. Muchos clientes habituales dejaron de acudir al Mercado y la llegada de nuevas superficies comerciales a la ciudad tampoco ayudó demasiado. 

El segundo parón vino de nuevo motivado por otra rehabilitación, ésta más ambiciosa. En 2018, siendo alcalde Antonio Román, el edificio permaneció en obras durante medio año. El objetivo del PP era reformar el edificio para que pudiese incorporar establecimientos de ocio y restauración. Fue cuando se produjo el traslado del populoso mercadillo de martes y sábados que se ubicaba en la lonja, lo que supuso un verdadero mazazo para el Mercado. 

Con Alberto Rojo como alcalde, se optó por la gestión indirecta de las plantas libres, pero insistiendo en el modelo de ocio de su antecesor en el cargo. El cierre del aparcamiento exterior fue otro bofetón para los establecimientos interiores.

Con la llegada del PP y sus socios de Vox al Gobierno las cosas no han hecho sino ir a peor. El equipo capitaneado por Guarinos sigue obcecado en reproducir el modelo de los que le precedieron. Un empeño inútil cuando se ha demostrado que no funciona. 

Y lo que es peor, a pesar de que hay numerosas personas interesadas en gestionar los puestos que están libres en la primera planta y los que van cerrando por jubilación en la planta baja, el Ayuntamiento no facilita para nada las cosas. Pone trabas, no contesta a las peticiones y se encabezona en que sea un gran grupo el que se haga cargo de toda la primera planta para que después arriende los locales a establecimientos de ocio. Ya han sido varios los intentos, que también se han demostrado fallidos. 

El resultado es que en pleno casco histórico hay un estupendo edificio en el que hace seis años el Ayuntamiento acometió una rehabilitación que costó a los ciudadanos un millón de euros. Un inmueble que dispone de tres plantas totalmente habilitadas para ‘entrar a vivir’: la baja, que funciona a medio gas; la primera, totalmente vacía, y una tercera que se usa como comodín para exposiciones, actividades infantiles, conciertos y todo un popurrí de actividades que no repercuten en los comerciantes, a los que además no se informa de las mismas e incluso algunas interfieren en su actividad comercial. 

El Decano de Guadalajara ha conversado esta semana con los comerciantes del Mercado de Abastos y la opinión es unánime. Se sienten abandonados, olvidados e incluso ninguneados. Aseguran que el concejal de Comercio y Casco Histórico, Víctor Morejón, de Vox, lleva sin pasarse por allí y sin hablar con ellos de forma directa hace casi dos años. Clama al cielo que el principal responsable de velar por la buena marcha del comercio de la ciudad y por dinamizar el casco histórico, que tiene su despacho a pocos metros del Mercado, al que se le llena la boca con su supuesto apoyo al comercio local -que se resume en concursitos de escaparates y sorteos varios- y quien debería tomar el toro por los cuernos y diseñar alguna solución para el Mercado de Abastos, ni aparece, ni se preocupa. Ni está, ni se le espera. 

Nos preguntamos el motivo real por el que el Ayuntamiento no saca de una vez por todas los puestos a licitación porque interesados en hacerse con algunos de ellos hay. Y no son pocos. De esta manera, tal y como solicita el Grupo Municipal de Aike en una moción que llevará al próximo Pleno, se daría oportunidades a pequeños comerciantes, emprendedores, artesanos, productores locales y entidades de la ciudad para que complementasen la oferta, como pueden ser la Asociación Provincial de Agricultores y Ganaderos o la Escuela de Hostelería. Incluso ampliando a oferta a productos de otros países y de otras nacionalidades. 

PP y Vox han tenido más de dos años para dar una solución que no llega. Se necesita trabajo, iniciativa e interés. El equipo de Gobierno presume de sus 'medidas' de promoción y dinamización del centro. Sin embargo, una de las apuestas más fuertes la tiene muy cerca de la Casa Consistorial: un edificio recién rehabilitado, listo para revivir, con unos comerciantes luchadores que llevan años aguantando estoicamente a pesar de las promesas incumplidas, que están dispuestos a colaborar porque creen en el Mercado, en sus posibilidades y en su futuro. Una ilusión, un trabajo y una disposición al diálogo de los que, visto lo visto, carecen PP y Vox.

Dos años después, vemos con tristeza cómo aquel titular de nuestro editorial no andaba desencaminado. El Mercado de Abastos se muere y el actual equipo de Gobierno -haciendo gala de su 'orgullo' taurino- está encargándose de darle la puntilla.