OPINIÓN. El rapto de Europa otra vez

Publicado por: Antonio Marco
31/12/2025 01:41 PM
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Por Antonio Marco

 

¿Quién no conoce la imagen de una joven muchacha a lomos de un hermoso toro blanco surcando veloz las aguas del mar Mediterráneo? Es la representación de la joven princesa fenicia Europa, raptada por el poderoso dios Zeus o Júpiter, que está grabada, por ejemplo, en las monedas actuales de dos euros de Grecia y su rostro retratado figura en todos los  billetes de euros como marca de agua vista al trasluz . Eso quiere decir que esa imagen pasa a diario por millones de manos de afortunados ciudadanos que viven y penan en la región del planeta más afortunada, la que más y más extendidos derechos tiene, la que disfruta de una antigua y exquisita cultura y formación intelectual, en la que los ciudadanos son más iguales que en ningún otro sitio y se rigen por un sistema democrático en la que su opción de gobierno es la que rige; es verdad que persisten muchas desigualdades, pero los derechos y bienes generales están aquí muy extendidos y generalizados.

 

Esta imagen ha sido representada desde la Antigüedad miles de veces en todas las artes: pintura, escultura, literatura, música, desde un trabajado mosaico romano o griego de pequeñas teselas  a un cuadro de Tiziano o a una escultura de  Botero, desde el relato del poeta latino Ovidio a George Steiner  muerto en 2020, arquetipo del intelectual europeo y promotor a ultranza de la cultura grecolatina. Se representa el mito que narra una acción-aberración que hoy genera un afortunado y absoluto rechazo y resulta de difícil comprensión si no se contextualiza en el momento y cultura en que se generó. Se trata del rapto que Zeus o Júpiter, el padre de los dioses, siempre excitado por su permanente deseo sexual y su destino de poblar de héroes semidivinos el mundo, llevó a cabo de Europa, joven y hermosa princesa fenicia, hija del rey Agenor y Telefasa.

 

Como en otras muchas ocasiones Zeus se sirve, para mayor gravedad, de un engaño: convertido en hermoso y pacífico toro blanco se aproxima sigiloso y taimado a un grupo de jóvenes muchachas que disfrutan ingenuas y felices en su natal Fenicia recogiendo flores por los prados y retozando juguetonas por la  playa; todas las muchachas quedan prendadas del bóvido poderoso, que solo tiene ojos y presta atención a la más hermosa, a la princesa Europa. La joven, confiada y feliz, juguetea con el bóvido de blanca piel hermosa, le acaricia los cuernos inofensivos y se monta ingenua sobre su lomo; el toro, Zeus o Júpiter, recorre al principio pausado y majestuoso la arena de la playa y se aproxima lentamente al borde del agua, pero tan pronto penetra en el mar, acelera y acelera su marcha, Europa se asusta a medida que la costa se aleja temiendo la terrible realidad de que la están apartando de su patria. Cuando el toro llega a la isla de Creta consuma Zeus lúbrico su maldad; Europa traerá a este mundo tres hijos del dios:  Minos, Sarpedón y Radamantis (las varias versiones del mito tienen numerosas variaciones) y la joven Europa, aun añorando a su patria y a su familia, acepta su destino y se conforma porque dará nombre a todo un enorme continente, no bien delimitado todavía pero cuyo futuro prometedor se empieza ahora a conformar.

 

Como todos los mitos antiguos, los griegos y romanos son los más importantes para nosotros, se han interpretado de mil maneras y se ha intentado hacerlos comprensibles. El mito del rapto de Europa es especialmente indefinido, inconcreto y en consecuencia especialmente sometido a interpretaciones muy variadas ya desde la propia Antigüedad. Si intentamos ir más allá de la simple interpretación de que solo sirve para explicar el topónimo de Europa, término sobre el que la diversa  etimología griega (la de anchos ojos)  o semita (tierra occidental), según quien la estudie, aunque la griega no parece tener mucho sentido, apenas si nos dice algo de interés, podremos plantear algunas interpretaciones más profundas. Ya los propios antiguos deducen que lo que el mito  representa son los saqueos que los griegos aqueos, ávidos de oro y riqueza, realizaban en las costas de Fenicia. Una interpretación posterior, más profunda,  nos intenta concienciar de que por la vía del mito  se explica el hecho de que la Europa mediterránea y luego también nórdica es la confluencia de dos o más culturas diversas, la oriental y asiática antiquísima y misteriosa, y la grecolatina  luego también germana. No está mal esta interpretación, que además nos sirve de freno y cortafuego a interpretaciones exclusivistas de irracionales tintes racistas actuales: en la Europa racional y luminosa indoeuropea se ocultan importantes componentes asiáticos, africanos, orientales, semitas, fenicios, de manera similar a como en otros ámbitos  hoy descubrimos que en nuestro exclusivo y 'superior' genoma de 'homo sapiens' hay un buen componente de 'homo neanderthalensis' al que se ha maltratado sin piedad y sin mucho conocimiento, o que en los jóvenes muchachos africanos que lo arriesgan todo para venir a la rica Europa no hay diferencia con lo que nosotros creemos orgullosos que somos.

 

El mito ha tenido otras interpretaciones, todas interesadas, y sigue siendo  productivo al respecto. Para Hegel, el filósofo alemán prototipo y creador por excelencia del Idealismo, Europa representa la realización plena de la libertad racional, es la culminación de la historia universal, naturalmente con Alemania como líder y faro. Pero son numerosos los autores que han estudiado o se han servido del mito para exponer sus ideas diversas. El jurista y politólogo español liberal conservador, aunque parezca una contradicción,  Luis Díez del Corral tiene una interpretación muy interesante en su obra El rapto de Europa.  Una interpretación histórica de nuestro tiempo publicada por primera vez en 1954 en Revista de Occidente. Interpreta el mito como una metáfora de la expansión y crisis de la propia civilización europea: Europa raptó al mundo extendiendo universalmente sus valores y culturas para a su vez ser raptada por ese proceso de expansión.  Es el primero y por tanto quien lidera esta interpretación en la que el mito simboliza la expropiación externa por otras potencias globales, EEUU y la URSS, y la desarticulación interna por las propias tensiones religiosas y políticas.

 

Desde luego en 1954 fue toda una premonición de lo que hoy es ya sin duda alguna una preocupante realidad. Europa se expandió sobre todo hacia el oeste, como la princesa que venía de Fenicia. La nación occidental mas poderosa, Estados Unidos de Norteamérica, un gran éxito de esa expansión, dirigida hoy por un poderoso bisonte pelirrojo-anaranjado es hoy quien rapta a la vieja Europa, a la que niega sus valores culturales esenciales de libertad, tolerancia, democracia, igualdad, reparto de la riqueza y del bienestar. El propio desarrollo sin límites del liberalismo económico que ha hecho grande a Europa es ahora la razón que la enfrenta económicamente, y en consecuencia culturalmente, a EE.UU., la región al oeste más poderosa del mundo. A ello, lamentablemente, han contribuido, como anticipó Luis Díez del Corral, las contradicciones internas que en muchas ocasiones han aflorado en su historia.

 

Para  EEUU Europa es una molesta competidora en el plano económico; para el conservador gobierno de Trump, Europa con sus valores  es un enemigo ideológico viejo y decrépito a batir. Para la competición y competencia económica  intenta aplicar aranceles y dificultades al libre comercio que tanto ha costado generalizar en el mundo e incluso amenaza la integridad territorial ambicionando Groenlandia, unida ahora a Dinamarca; para la confrontación ideológica no duda en criticar a  la "decadente vieja Europa" debilitada y contaminada por el 'extranjero', sobre todo islámico, e intervenir desvergonzadamente en los procesos electorales europeos apoyando a los partidos e ideologías de ultraderecha que cuestionan desde dentro la propia unidad de la Unión Europea. Dicen algunos medios de comunicación de la acobardada Europa que esto preocupa seriamente a los gobernantes y líderes de la Unión. Una poderosa y eficaz reacción sin duda, de escasa o nula eficacia.

 

No es el momento ni dispongo del espacio para profundizar en ello, pero a Europa le ha costado demasiado esfuerzo y tiempo profundizar en la creación de una auténtica Unión política más allá de la mera unión económica, ha dependido y sigue dependiendo absolutamente del poder militar de EEUU en la OTAN para su propia defensa, no fue capaz de atraer e integrar de alguna manera a una Rusia debilitada que ya no parecía un peligro acabada la Guerra Fría y que flirteaba interesada con nosotros (durante mucho tiempo, varios años, representantes militares rusos asistían como observadores a reuniones importantes de la OTAN, pero aquello se cortó abruptamente a la vez que la OTAN avanzaban hacia el Este), Europa integró fácil y precipitadamente a algunos países del Este, antes en la órbita soviética y todavía insuficientemente homologados con la Unión, que generan constantes tensiones en la toma de algunas decisiones, y finalmente es parte muy interesada por razones políticas y geográficas en la terrible guerra de Ucrania y Rusia que machaca a sus generaciones más jóvenes y está destruyendo a un pueblo y un país y en cuyo deseado final cuenta poco porque poco cuentan con ella y la ningunean los líderes ambiciosos de Rusia y EEUU, las dos potencias mundiales que parecen entenderse muy bien y 'negocian' ellos solos, y empleo el término 'negocian' en varios de sus múltiples significados, entre otros el de 'hacer negocios'.

 

Así que ciertamente, asistimos ahora y sufrimos un nuevo rapto de Europa, también nosotros como españoles que desde hace mucho entendimos ilusionados que Europa, la Europa que nunca acaba de hacerse, era, es nuestra solución. Europa, es decir, los europeos debemos profundizar en la Unión, los socios más poderosos y con mayor peso político y económico deben ser  más generosos y no buscar exclusiva o primordialmente el beneficio económico de su país, las ideologías de ultraderecha, contrarias a la consolidación de la Unión desde dentro, deben ser vencidas democráticamente en el campo de la libre opinión y conocimiento de los ciudadanos y luego inapelablemente en las urnas. Les diré en la propia lengua del imperio que ahora nos quiere aniquilar: We can! ¡Podemos¡ Podemos evitarlo si queremos y podemos mantener lo mejor que tenemos, nuestra identidad que poco a poco y con dificultades vamos encontrando. No es buena forma de despedir el año 2025, pero pensemos que cuando finaliza un ciclo comienza otro nuevo y que con todo derecho e ilusión podremos ayudar a que sea mejor.

 

Antonio Marco. Catedrático de Latín jubilado y expresidente de las Cortes de Castilla-La Mancha.

 

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