El más hermoso poema de la Antigüedad

Publicado por: Antonio Marco
20/03/2023 10:26 AM
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Hace ahora  diez años celebraba el Día internacional de la Poesía publicando en un blog que mantuve activo varios años, http://www.antiquitatem.com/,  uno de los poemas mejores de Horacio y en consecuencia de la Literatura Latina, que ha nutrido y sigue alimentando toda nuestra cultura. Lo reproduzco porque, como todo lo clásico, parece no ser afectado por el paso del tiempo y sigue siendo el mismo y con el mismo valor que entonces. Es mi manera de celebrar también el día de la Poesía, ese producto hecho de simples  palabras que transcienden el puro e inmediato significado para introducirnos en mundos, sentimientos y emociones profundas de variado tipo.

 

El más hermoso poema de la Antigüedad

 

Para muchos conocedores y amantes de la literatura latina, Virgilio es el primer poeta con su poema épico la “Eneida”. El segundo poeta en importancia sería el lírico Horacio.

 

Para algunas de  estas personas el mejor poema escrito en latín es precisamente la Oda 7 del libo IV de Horacio. Naturalmente, sobre los gustos, también los literarios, no hay nada escrito; a fin de cuentas cualquier valoración artística no deja de ser  un juicio  personal porque en ello no sólo incide la fría evaluación racional.

 

En todo caso algún valor especial debe tener este poema para que el famoso filólogo, erudito y poeta inglés Alfred Edward Housman ( 1859 – 1936), extraordinario profesor de latín en Cambridge de 1911 a 1936, considerara a esta Oda  el más bello poema de  la literatura antigua.

 

G. Highet cuenta en su obra The Classical Tradition. Greek and Roman influences on Western literature, traducida al castellano en editorial FCE como La tradición clásica. Influencias griegas y romanas en la literatura occidental la siguiente anécdota, referida a Housman:

 

En el mes de mayo de 1914, en la floreciente primavera, comentaba el poema a sus alumnos de Cambridge y les sorprendió con una confesión personal absolutamente inesperada en tan serio profesor: “Este –dijo apresuradamente, casi como un hombre que traiciona un secreto- es para mí el poema más hermoso de la literatura antigua” y abandonó emocionado el aula ante el asombro respetuoso de sus discípulos. Naturalmente también los más serios y severos profesores  son seres humanos de corazón sensible.

 

Es el pensamiento epicúreo el que anima esta composición. En este poema el regreso de la primavera, que ya se anuncia con fuerza incontenible, y la sucesión de las estaciones del año, nos advierten de que todo pasa; pero así como los años se renuevan cíclicamente, no nos ocurre igual a los hombres;  cuando llega nuestro ocaso (no sabemos cuándo ha de ser), no regresamos a la vida, sólo somos polvo (en la urna funeraria) y sombra (en el mundo de ultratumba); ni siquiera los dioses pueden resucitar a los hombres; así que debemos aprovechar el momento (carpe diem).  

                     
 

Odas, IV, 7

Han huido las nieves, retorna la yerba a los campos
y a los árboles su cabellera.
Cambia su aspecto la tierra y los ríos en sus crecidas
abandonan sus cauces.
Una de las Gracias, con las Ninfas y sus  dos hermanas,
se atreve a dirigir, desnuda,  sus danzas.
No esperes algo  inmortal, te aconsejan el año
y las horas que arrebatan el día soleado.
Los fríos se suavizan con el Céfiro,
el verano deja atrás  la primavera,
para  a su vez morir  tan pronto
como el otoño cargado de manzanas
derrame sus frutos;
y pronto volverá la bruma inactiva.
Aunque,  rápidas, las lunas repararán los daños del cielo.
Nosotros en cambio,  cuando caemos
a donde cayó el padre Eneas y el rico Tulo y Anco,
polvo y sombra somos.
¿Quién sabe si los dioses de arriba añadirán todavía mañana
un tiempo a la cuenta de hoy?
Sólo lo que tú te hayas dado con ánimo amigo
escapará de las ávidas manos de tu heredero.
Una vez que hayas muerto y Minos
te haya dictado  su majestuosa  sentencia,
ni tu estirpe, Torcuato, ni tu elocuencia, ni tu piedad
te restituirán a la vida:
Ni Diana libró del tenebroso infierno
al pudoroso Hipólito,
ni Teseo pudo romper las cadenas leteas
de su querido Pirítoo.

 


Notas para mejor entender el poema:

 

Gracias y sus hermanas: Son las tres Gracias, diosas menores de la belleza, del 
encanto y del atractivo.


Ninfas: bellas divinidades de la naturaleza, de las fuentes, de los ríos, de los 
árboles, de las cuevas.


Céfiro: viento del oeste, suave y fructífero que sopla en primavera.


Tulo y Anco: Son Tulo Hostilio y Anco Marcio, dos de los reyes legendarios de 
 Roma y representan la grandeza del pasado.


Minos: Es uno de los  jueces del  mundo inferior, del mundo de los muertos   
Torcuato: persona a la que Horacio dedica el poema.


Diana: es la diosa de la caza, de los bosques, virgen y por tanto diosa del pudor.


Hipólito: hijo de Teseo, del que se enamora su madrastra Fedra y al que inculpa     
 falsamente, devoto de Diana y no de Venus.


Teseo: mítico rey de Atenas, amigo de Pirítoo; los dos bajaron al infierno en 
 busca de Perséfone, pero sólo regreso Teseo con la ayuda de Heracles.


Leteo: uno de los ríos del Hades o infierno (de este nombre deriva “letal” =mortal)

 

http://www.antiquitatem.com/horacio-poema-mas-hermoso-de-antiguedad/

 

Antonio Marco es catedrático de Latín jubilado y expresidente de las Cortes de Castilla-La Mancha.

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