Un país de pandereta

Publicado por: El Decano
31/03/2023 01:23 PM
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Esta semana, medio país (y el otro medio también) anda enzarzado en una discusión absurda sobre el hecho de que una señora adinerada -ejemplo del pijerío juvenil de la jet set de los años 80 y 90, bióloga para más señas- se haya comprado una hija en Miami, soltando una buena pasta por contratar un vientre de alquiler que le va a solucionar su problema de soledad en los años que le queden de vida. 

 

Al margen de la polémica sobre la maternidad subrogada y la laxa legislación española a la hora de ‘encubrir’ a los megamillonarios que se pueden permitir el lujo de jugar con vidas ajenas a golpe de talonario o de la talla moral de la benefactora madre-abuela, llama la atención que, tanto a pie de calle como desde las tribunas que se suponen más serias, el debate haya girado estos días en torno a la mujer que inauguraba los veranos marbellíes con sus sonados posados en bikini. Porque periodistas, tertulianos, políticos y demás representantes de lo que se supone la España ‘seria y sesuda’, se sumaban a los corrillos de barrio en los que a esta señora le han llamado de todo menos bonita. 

 

Resulta lamentable que, con la que está cayendo en este país, hagamos el juego a la prensa más amarilla y los informativos y programas de debate se parezcan cada vez más al gallinero de un famoso programa de una televisión privada que presenta un no menos controvertido y famoso personaje. 

 

La cesta de la compra cada vez más cara, los carritos cada vez más vacíos, las hipotecas y alquileres desorbitados, el precio de la energía por las nubes, la inflación al alza, el paro, los contratos precarios, la pobreza, la discriminación, la siniestralidad laboral, la inmigración, los escándalos políticos y la corrupción, el ascenso de la ultraderecha, los problemas en las residencias de ancianos, el funcionamiento de la sanidad pública, los vergonzosos rescates a los bancos que sangran a los ciudadanos, los crímenes machistas, las agresiones sexuales, la violencia de género, la pérdida de valores, la salud mental, los problemas de la juventud a la hora de independizarse, el desprestigio de las instituciones, las consecuencias del cambio climático y un largo etcétera de cuestiones que deberían preocupar y preocuparnos, no son capaces de generar el mismo debate encendido ni unos posicionamientos tan claros como los que se están leyendo, escuchando y viendo estos días a raíz de la compra-venta de un bebé. 


Todo el mundo conoce a día de hoy la historia de la mujer de la silla de ruedas con su hija (la de otra más bien) en brazos. Pero ¿Alguien conoce la historia de Sergey Kamensky (Ingeniero aeroespacial); Raymer Real (Médico), Blanca Azucena Cristancho (Auxiliar de Enfermería) o Nataliia Kyrychenko (Especialista en Marketing)? Seguro que no. 

 

Ellos son sólo un ejemplo de los cientos de refugiados que han llegado a Guadalajara solicitando protección internacional a causa de guerras y conflictos políticos o por haber sido víctimas de agresiones y amenazas de muerte por diversos motivos en sus países de origen. Y viven aquí, entre nosotros. Pueden ser nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo, los que nos atienden en un supermercado, los que nos cortan el pelo, los que nos ceden el asiento en el autobús, los que nos entregan los paquetes de la empresa de logo de la sonrisa azul o los que se montan en su moto para traernos una cenita de chino o una pizza en una nevera amarilla. O simplemente, esos desconocidos con los que nos cruzamos por la calle a diario. 

 

¿A alguien le preocupan los problemas a los que se enfrentan estas personas para encontrar un trabajo o una vivienda digna por el mero hecho de ser refugiados o inmigrantes? ¿Alguien se ha parado a pensar que personas tan altamente cualificadas y con un buen nivel de vida en sus países de origen están atravesando por un verdadero calvario en el nuestro, sólo por el hecho de hablar otro idioma o tener otro color de piel? ¿Alguien se ofrecería a darles el refugio, el abrigo y la acogida que se merecen? ¿Alguien se preocuparía por conocer su situación personal? Sean sinceros. La mayoría de ustedes, a la altura de este escrito, ya habrá pensado que para eso están las organizaciones del llamado Tercer Sector. Las ONGs de toda la vida, que cobran subvenciones que pagamos con nuestros impuestos para destinarlas a este tipo de personas. Y pensarán que este tema les queda lejos porque bastante tienen con sus propios problemas.


Eso sí, hoy viernes, en ese terraceo primaveral que tanto apetece a las puertas del fin de semana, comentaremos llevándonos las manos a la cabeza lo mal que está la señora Obregón, que se ha comprado una niña… ¡¡¡Con 68 años!!!


España. País de pandereta. 

   

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