Otoño caliente

Publicado por: El Decano
05/05/2023 02:02 PM
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Un millar de personas participaron en la manifestación del 1º de Mayo el lunes en Guadalajara//Imagen: UGT.
Un millar de personas participaron en la manifestación del 1º de Mayo el lunes en Guadalajara//Imagen: UGT.

El lunes se celebraba en toda España la fiesta del 1º de Mayo, una fecha clave para los sindicatos, que año tras año desempolvan sus pancartas para salir a la calle y reivindicar los derechos de los trabajadores y trabajadoras de este país. 


Es cierto que lo que comenzó siendo una jornada conmemorativa de los avances sociales conseguidos por los trabajadores desde finales del siglo XIX y de homenaje a los llamados llamados ‘Mártires de Chicago’ (sindicalistas que fueron asesinados en EEUU en una gran huelga en defensa de la jornada laboral de ocho horas), ha ido perdiendo fuelle con el paso del tiempo. 


En Guadalajara, en la década de los 80, en una provincia en plena ebullición industrial, la manifestación del Primero de Mayo lograba congregar a cientos de personas en las calles de la capital, que de este modo daban su apoyo mayoritario a unos sindicatos que velaban por la mejora de las condiciones laborales en las muchas industrias con las que contaba la ciudad.


A finales de los 90 el movimiento comenzó a desinflarse. Con el país en plena recesión, fueron muchas las empresas que comenzaron a anunciar despidos, cierres, reducciones de plantilla y un sinfín de retrocesos en los derechos laborales que tanto había costado conseguir. Los trabajadores comenzaron a perder entonces la fe en unos sindicatos que habían comenzado a politizarse en exceso y a sumergirse en crisis internas. 

 

Los que ya peinan canas recordarán cómo algunos representantes sindicales de prestigio de la provincia, conocidos en otras épocas por su espíritu reivindicativo y luchador, fueron los primeros en salvar los trastos, accediendo a indemnizaciones millonarias por parte de alguna multinacional, abandonando a su suerte a sus compañeros, muchos de los cuales se vieron de patitas en la calle con una mano delante y otra detrás. 

 

También se acordarán de un líder sindical que, ante el panorama que se avecinaba, se dio de baja en el sindicato para marcharse a trabajar a una de las ETTs, que entonces comenzaban a instalarse en Guadalajara. Precisamente una de esas empresas que tanto había criticado en sus comparecencias públicas. 

 

O también fue sangrante el caso de un conocido responsable de un no menos conocido sindicato que, mientras convocaba ruedas de prensa para criticar las subvenciones a centros concertados y proclamaba a los cuatro vientos las bondades de la enseñanza pública, llevaba sin rubor a su retoño a uno de los centros educativos más elitistas -y caros- de la ciudad. 


Los trabajadores de Guadalajara comenzaron entonces a dejar de confiar en los que se suponía debían ser su voz en las empresas y eso se dejó notar en los bajos índices de afiliación en la provincia y en el desencanto generalizado en el seno de los sindicatos, que comenzaron un claro declive.


Han pasado los años y al movimiento sindical le sigue costando recuperar el papel que jugó en otros tiempos. Ha tenido que llegar una de las peores crisis que se recuerdan en España para que hayan comenzado a reaccionar. Cierto es que han jugado un papel esencial en las negociaciones de la reforma de las pensiones y la reforma laboral. Y eso les ha subido la moral, de manera que éste 1º de Mayo ha sido como un renacer y quizá uno de los más beligerantes y reivindicativos tras las dos grandes huelgas generales de 1988 y 2002.

 

Y es lógico que traten de ganar más protagonismo y de convertirse en lo que nunca debieron dejar de ser. Con una clase trabajadora cada vez más empobrecida, salarios congelados, la inflación y el precio de la energía por las nubes, las hipotecas disparadas, los alquileres inasequibles, unos bancos que se reparten beneficios de forma vergonzosa y una patronal que sólo sabe mirarse al ombligo, los españolitos de a pie andan bastante calentitos. 


Los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, aprovecharon el Día del Trabajo para lanzar una advertencia a la CEOE: o se negocian los convenios colectivos, se suben salarios y se reparten los beneficios o vamos a asistir a un ‘otoño caliente’, con movilizaciones y huelgas masivas. De momento,el movimiento parece haber dado sus frutos y hoy viernes, patronal y sindicatos, han llegado a un acuerdo sobre las subidas salariales para los próximos tres años, con cláusula de revisión. Nuestra más sincera enhorabuena, especialmente para los trabajadores. Pero todavía queda mucho por negociar y avanzar en todos los derechos que se han perdido a lo largo de demasidos años.  


Y sobre el 'caramelito' de los salarios. Léanse la letra pequeña porque este acuerdo es tan sólo una recomendación de patronal y sindicatos a la hora de negociar los convenios. Es decir, las subidas no son de obligado cumplimiento para ninguna empresa. Así que, ojito. Si recuperar derechos pasa por ‘tomar las calles’, se toman. Si revisar salarios al alza pasa por ir a la huelga, se va. Si exigir un trabajo digno, seguro y bien remunerado pasa por la lucha, se lucha a brazo partido en todas las mesas negociadoras. 

 

Y si los pocos que acumulan los dineros en este país continúan pensando que las clases sociales todavía existen y ellos ocupan la cúspide de la pirámide, se les recuerda que, efectivamente, hay una clase, LA TRABAJADORA, que lucha día a día por salir adelante, que contribuye con sus impuestos a que todos podamos disfrutar de los servicios públicos y que ya se ha hartado de que la pisoteen y la ninguneen. 

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