Los ríos de la cuenca del Tajo podrían ver reducido su caudal hasta en un 50% en las próximas décadas

Publicado por: Marta Perruca
04/09/2022 03:29 PM
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Eugenio Molina, investigador especializado en recursos hídricos y cambio climático (UAH), analiza el Trasvase y la situación del Mar Menor

 

El desastre ecológico que vive estos días el Mar Menor con la muerte masiva de peces por hipoxia a consecuencia de los altos niveles de nitratos procedentes de la agricultura intensiva sólo es uno de los muchos motivos por los que se debería repensar el Trasvase Tajo-Segura. Estudios de la UAH evidencian que los ríos del centro peninsular verán reducido su caudal hasta en un 50 por ciento en las próximas décadas.

 

Así lo pone de manifiesto Eugenio Molina Navarro, profesor del Departamento de Geología, Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) y miembro del Grupo de Investigación de Agua, Clima y Medio Ambiente, cuya principal línea de investigación tienen que ver con los efectos del cambio climático sobre los recursos hídricos.

 

Según el experto, que está especialmente centrado en cómo van a afectar estos cambios a la cabecera del Tajo, los últimos estudios que han realizado en las cuencas del centro peninsular estiman que “a finales de siglo nuestros ríos llevarán aproximadamente, dependiendo del escenario, entre el 30 y el 50 por ciento menos de caudal, lo que quiere decir que tendremos todavía menos agua, con lo cual es necesario, sí o sí, repensar la gestión sostenible del agua y la regulación del trasvase Tajo-Segura”.

 

Actualmente, se está trasvasando una media de unos 350 hectómetros cúbicos anuales desde la cabecera del Tajo. Tal y como señala Molina,cuando se hicieron los cálculos para diseñar el trasvase se utilizaron datos del periodo 1913–1960, considerando una aportación hidrológica anual a Entrepeñas y Buendía que aproximadamente doblaba la actual: “Sin embargo estamos trasvasando más o menos las mismas cantidades, por lo que estamos dando un agua que no tenemos”, comenta.

 

En este sentido, recuerda que la cuenca del Tajo ya se clasifica como “semiárida” según el Índice de Humedad de la UNESCO.

 

Además, apunta que en Europa la gestión del agua se rige por una norma del año 2000 que es la Directiva Marco del Agua, “que establece la Demarcación Hidrográfica como unidad de gestión de los recursos hídricos, tomando en consideración los pronósticos a largo plazo de la oferta y la demanda de agua en cada demarcación. Este supuesto no se cumple en la Demarcación Hidrográfica del Segura, que se ha desarrollado en base a una cantidad de recurso de la que no se dispone de manera natural”.

Cuando se hicieron los cálculos para diseñar el trasvase se utilizaron datos del periodo 1913–1960, considerando una aportación hidrológica anual a Entrepeñas y Buendía que aproximadamente doblaba la actual.

 

¿Qué es lo que está sucediendo en estos momentos en el Mar Menor?

 

El profesor de la UAH ha dirigido recientemente el Trabajo de Fin de Grado de Alejandro Martínez, alumno del Grado en Ciencias Ambientales sobre “La Contaminación en el Mar Menor: Problemas Pasados, Amenazas Presentes y Retos Futuros”.

 

Para comprender la problemática de esta zona habría que remontarse al año 1979 con la llegada del agua procedente del Trasvase Tajo-Segura al Campo de Cartagena y la proliferación de una agricultura intensiva “a unos niveles muy superiores de los deseados”.

 

En este sentido, indica el profesor del UAH, la situación actual del Mar Menor “tiene múltiples orígenes, pero el principal es la contaminación agrícola por nutrientes, fundamentalmente Nitrógeno y Fósforo, contenidos en los fertilizantes que se usan en la agricultura”. Nutrientes que no sólo acaban en el Mar Menor, sino también en los cauces fluviales y en el mar, “por un fenómeno que se llama contaminación difusa que consiste en que primero los nutrientes provenientes de los fertilizantes llegan al agua del acuífero y poco a poco se van trasportando por el subsuelo hasta llegar al Mar Menor”.

 

Asimismo, según indica Molina, a la llegada de fertilizantes procedentes de esta agricultura intensiva hay que añadir que “muchas veces se fertiliza en exceso” y la proliferación de desalobradoras, muchas de ellas construidas de manera ilegal donde no llega el agua del trasvase, “lo que además agrava el problema”.

 

El profesor explica que los fertilizantes tienen una función necesaria en el desarrollo de la planta, aportando nutrientes limitantes: “Lo mismo que les sucede a las plantas, que necesitamos abonarlas, les pasa también a las algas en el mar. Cuando esos nutrientes llegan al Mar Menor se produce un fenómeno que se llama eutrofización“. En este caso, la abundancia de estos nutrientes condiciona el crecimiento descontrolado de las poblaciones de algas: “Las algas unicelulares, las más pequeñas, son las que crecen más rápido formando un tapiz en la superficie del agua que no deja penetrar la luz y por lo tanto el resto de algas que viven por debajo mueren”.

 

La desaparición de esas algas en niveles inferiores tiene como consecuencia que no realicen la fotosíntesis y no se produzca oxígeno nuevo: “El resto de organismos que no son algas, como la ictiofauna y los animales invertebrados van consumiendo ese oxígeno hasta que se acaba y sucede la muerte repentina de todos ellos, que se evidencia con esa flotación de peces que hemos visto estos días, pero también hay otros que no vemos de manera tan evidente”.

La situación actual del Mar Menor tiene múltiples orígenes, pero el principal es la contaminación agrícola por nutrientes, fundamentalmente Nitrógeno y Fósforo, contenidos en los fertilizantes.


Estos episodios suceden principalmente en verano,
 según Molina, porque se dan cita dos circunstancias: “Concentraciones de Nitrógeno y Fósforo suficientes y el calor que hace que las algas unicelulares, en concreto cianobacterias, estén en su ambiente ideal para reproducirse”.

 

Antecedentes

 

Existen evidencias de eutrofización desde los años 90 cuando se produjeron varios episodios como consecuencia de una superpoblación de medusas; en el año 2016 también hubo otro incidente que se denominó la “sopa verde”, pero el detonante definitivo, tal y como afirma el profesor, tenía lugar en 2019 con la muerte masiva de peces a consecuencia de una DANA: “Como llega mucho agua a consecuencia de una tormenta intensa y ese agua es dulce y tiene una densidad diferente, no se mezcla con el resto de agua del Mar Menor, que queda por debajo, con lo que se va agotando el oxígeno y se genera la muerte masiva de peces”. En este caso, el motivo es diferente, pero el geólogo advierte que ambos fenómenos podrían simultanearse en el tiempo.

 

La situación, señala el experto, es reversible y ente sentido explica que a raíz de los problemas surgidos con la DANA en 2019 y con la sopa verde de 2016 “se empezaron a poner medidas que se ha visto que han tenido un efecto”, pero entiende que “no han sido todo lo restrictivas que deberían”.

 

Marco legal

 

Precisamente, explica, en el año 2020 el Gobierno de la Región de Murcia aprobó una Ley de Protección y Recuperación del Mar Menor en la que se proponen una serie de medidas como el establecimiento de un corredor de 1.500 metros en torno a la costa libre de fertilizantes o el establecimiento de limitaciones en el uso de fertilizantes y en los ciclos de cultivo. Además, los agricultores tendrían que declarar obligatoriamente el volumen real de agua tomada por fuente de suministro, “pero de nada sirve una ley si no se hace cumplir”, indica el profesor con cierta esperanza en que las medidas no se hayan terminado de aplicar al tratarse de una ley tan reciente.

 

De acuerdo con los datos de Canal Mar Menor, una web que se creo para crear conciencia sobre este problema, relata el profesor de la UAH, el pasado 16 de agosto “la concentración de nitratos en la Rambla del Albujón, la más importante que llega al Mar Menor era de 172 miligramos por litro. Nuestro Real Decreto de 2015 para establecer cuáles tienen que ser las condiciones de las masas de agua dice que en el Mar Menor la concentración de nitrato tiene que ser como máximo 0,4 ó 0,8 miligramos litro, dependiendo del sector de la laguna”.

 

Si se continúa en las mismas condiciones “el Mar Menor se convertirá en una laguna de agua verde sin vida en la que ya no se podrá hacer nada”. En opinión del profesor ha llegado el momento de que las administraciones públicas pongan la situación en una balanza: ” Si realmente interesa tener una agricultura productiva y que dé dinero a toda costa u otra más sostenible, fomentar las buenas prácticas ambientales y poder compaginar una agricultura productiva con un ecosistema saludable”.

 

Molina indica además que “estamos obligados por una directiva europea a que todas las masas de agua continentales y de transición como sería el Mar Menor, estén en un buen estado ecológico, por lo que en realidad los gobiernos de España, de Murcia y en particular la Confederación Hidrográfica del Segura está obligada a que el estado ecológico del Mar Menor sea bueno”. Este objetivo, que inicialmente debía materializarse en 2015 en todos los países europeos por Ley, se postergó a 2027, “al considerarse que era demasiado ambicioso”, pero para entonces el Mar Menor debería cumplir con la directiva, de lo contrario España tendría que hacer frente a las multas de la UE.

 

El caso del Mar Menor, señala Molina, es muy paradigmático, pero quiere aclarar que en España “no estamos nada mal en comparación con otros países de Europa, concretamente del norte. Siempre pensamos que somos los peores y no es verdad. España tiene buena parte de sus masas de agua superficiales con un buen estado ecológico o superior”, concluye.

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