El Ayuntamiento de Checa ha adquirido un antiguo molino harinero, situado en la calle Soledad de la localidad, debajo de la cascada de la Plaza de la Villa, con el objetivo de restaurarlo y convertirlo en un Centro de Interpretación de los usos del agua. Con ello, el Consistorio no sólo pretende recuperar su patrimonio arquitectónico y etnográfico, sino también contar con un recurso turístico adicional.
Tal y como explica el alcalde de la localidad, Jesús Alba, “se trata del último molino que se mantiene en pie dentro de un casco urbano en la comarca y se encuentra en perfecto estado de conservación, con su maquinaria completa, tal y como se dejó a su cierre, hace 60 años, aunque, lógicamente, necesita someterse a trabajos de restauración”.
En este sentido, indica Alba, el Consistorio está preparando un proyecto “para llevar a cabo la restauración del edificio y la rehabilitación y puesta en funcionamiento de la maquinaria, así como su museización, para explicar los usos del agua a lo largo de la historia”.
Y es que el agua es un elemento muy representativo en esta pequeña localidad del Alto Tajo, atravesada por el río Genitórix y surcada por los ríos Tajo, Cabrillas y Hoz Seca en su término municipal: “Históricamente, en Checa llegó a haber cinco ferrerías, batanes, la sierra de agua, donde se cortaba la madera y cinco molinos harineros que se pueden ver todavía, dos en buen estado, y tres de los que quedan las ruinas”, relata.
El río Genitoris, que nace en Aguaspeña, y atraviesa el pueblo de Checa hasta desembocar en el Cabrillas, ha generado con el paso del tiempo dos saltos de agua, que fueron aprovechados tradicionalmente para mover las muelas de dos molinos. El primer salto de agua está bajo la plaza de Lorenzo Arrazola y tiene más de seis metros de altura y el segundo, detrás del consultorio médico. Estos dos molinos (siglo XVIII), eran propiedad del concejo y tenían el monopolio de la molienda.
Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, describe la localidad de Checa en su séptimo volumen (1847), que a mediados del siglo XIX contaba con 1.201 habitantes y en el apartado de la industria enumera “la agrícola, la arrieria, que va decayendo algún tanto, 4 molinos harineros, corte y aserrado de maderas para combustible, carboneo y construccion, algunos de los oficios y artes mecánicas mas indispensables y una ferrería”. También describe que entre su arquitectura, “contiguo á la casa de ayuntamiento hay un molino harinero de balsa “.
Según el alcalde, el molino harinero que acaba de adquirir el Ayuntamiento tiene algunas ventajas importantes a tener en cuenta, ya que “se encuentra en todo el centro del casco urbano, en sitio muy pintoresco, y no ha tenido reformas recientes, ni le falta absolutamente nada”.
De acuerdo con un esquema que elaboró en 2014 Álvaro Amaya, dentro del Curso Taller de documentación y puesta en valor del patrimonio vernáculo de Checa, impartido por el Centro de Investigación de la Arquitectura Patrimonial de la Universidad Politécnica de Madrid, este molino harinero conservaría todos sus elementos, como la cabria, los enganches de la cabria, el eje, la tolva, el banco, el platillo, el gorro, el guardapolvo, el palahierro, el tornillo de alivio, el cárcavo, la cuchara, el rodezno, el saetillo y el puente.
El siguiente paso del Ayuntamiento será buscar financiación para poder llevar a cabo los trabajos necesarios: “Es un bien etnográfico que se mantiene tal y como lo dejaron hace 60 años, por lo que todo es recuperable para su puesta en funcionamiento”. La intención, indica, es llevar a cabo “una restauración exhaustiva con el sistema constructivo que se utilizó en ese momento y manteniendo todos los elementos originales”.
El primer edil checano valora el potencial turístico de esta infraestructura para toda la comarca, teniendo en cuenta que “ya vienen bastantes visitas guiadas al castro celtibérico de Castilgriegos o a la Aguaspeña, pero también al Museo de la Ganadería Tradicional, al área geológica experimental, con el dropstone y los graptolitos, para lo que se restauró la zona de la antigua escombrera del pueblo, y al propio casco urbano, que por la noche tiene la iluminación monumental. Posiblemente, Checa sea el segundo casco urbano más visitado después de Molina de Aragón y con el molino pretendemos darle otro empujón más para completar la oferta turística”.
Según Jesús Alba, el atractivo turístico de la localidad y de su entorno es evidente y, en este sentido, asegura que el número de visitantes “ha crecido exponencialmente”. Sin embargo, admite que Checa sigue teniendo una asignatura pendiente con la iniciativa privada, es decir, con un emprendimiento local que logre sacar partido a los recursos que se están poniendo en valor desde el Ayuntamiento. “El Hotel ‘La Gerencia’ está funcionando muy bien, pero no hay ningún otro alojamiento en el pueblo. Checa necesitaría, ahora mismo, que hubiera un albergue, más restaurantes, apartamentos o vivienda en alquiler, es decir, apuesta privada”. En este sentido, Alba considera que la iniciativa privada acabará llegando “a lo mejor no por parte de la población local, porque todos sabemos lo que ocurre en estos pueblos con la despoblación, pero puede venir alguien de fuera que perciba que en Checa tenemos ya suficientes elementos para que haya una inversión potente”.
El regidor checano entiende, no obstante, que es un momento óptimo para el turismo y para el emprendimiento en el medio rural: “Se están abriendo muchas oportunidades con la Ley de Medidas frente a la Despoblación. Con las ayudas del Leader llegamos hasta el 65% de la inversión, que a lo mejor hasta el máximo es difícil llegar, pero hasta el 60% está casi asegurado, que ya es una ayuda importante y eso sin tener cuenta las ayudas de Diputación”, concluye.