El personal de la UVI Móvil de Molina de Aragón se desplegaba el pasado sábado en la Plaza de España de la localidad para formar, entre la población local, a nuevas manos que salven vidas, dentro de la conmemoración del Día Mundial de la Parada Cardiaca que se celebra el 16 de octubre. Esta jornada, que se impulsaba ya el año pasado, se ha incluido este año en las Jornadas de Salud Mental de la Red Comunitaria de Salud Rural de Molina de Aragón, de las que ya informaba hace unos días El Decano de Guadalajara. Una iniciativa que se programaba en torno a otra efeméride, el Día Internacional de la Salud Mental, que tuvo lugar el 10 de octubre.
De esta manera, los usuarios que aprendieron a hacer la reanimación RCP y a usar el desfibrilador tipo de las áreas cardio-protegidas pudieron también conocer cómo reaccionar ante un caso de crisis de ansiedad o ataque de pánico, de la mano de Lucía Hurtado, psicóloga del programa Somos de la Fundación Cepaim.
Tal y como explica Mariló Ladrón, enfermera de la UVI Móvil de Molina, con esta iniciativa se pretende enseñar a la población “unas maniobras muy básicas que salvan vidas” y que son vitales en los primeros minutos, tras producirse la parada. La enfermera de la UVI explica que la primera intervención en ese lapso de tiempo hasta que llega el dispositivo avanzado, que suele tardar una media de ocho minutos, incrementa considerablemente las posibilidades de supervivencia de la persona que sufre una parada cardio-respiratoria. Unos sencillos pasos al alcance de todo el mundo que, según recuerda el personal de UVI, son siempre más efectivos que no hacer nada, pese a que no se realicen por manos expertas.
De esta manera, se desplegaron una serie de maniquís en el suelo de la plaza, en los que los vecinos pudieron practicar estas maniobras de reanimación bajo la premisa: Comprueba, llama, comprime y, si estamos en un área cardio-protegida: Comprueba, llama, comprime y desfibrila, con la Macarena marcando el ritmo de las compresiones.
De esta manera, en primer lugar se comprobará si la persona está consciente, llamándole y zarandeándole ligeramente para buscar una respuesta. Si no responde, se comprobará si hay respiración, observando si el pecho se eleva o exhala aire por la nariz o la boca. Una vez realizadas estas comprobaciones y determinada la situación de parada, “si estamos solos, llamaremos al 112 y ellos nos darán instrucciones de cómo proceder. Si no, mientras empezamos la reanimación, otros podrán llamar al 112”.
Para realizar las pulsaciones, “con nuestras manos buscamos el centro del pecho, entre las dos mamas. Entrecruzamos los dedos de las manos, lo que se puede visualizar en cualquier vídeo; nos ponemos de rodillas cerca de su tórax y de una manera perpendicular, ejerciendo toda nuestra fuerza desde los hombros, empezamos a hacer las presiones de la RCP con el ritmo que estamos escuchando ahora de la Macarena, que son entre 100 y 120 compresiones por minuto, de manera continua para que ese flujo sanguíneo vaya al cerebro y que, cuando llegue el recurso avanzado, la persona esté en las mejores condiciones posibles. Es decir, con nuestras manos salvamos vidas”.
Si nos encontramos en un lugar cardioprotegido “tenemos que saber que hay unos aparatos que se llaman desfibriladores, con un funcionamiento muy sencillo”, explica la enfermera. Si se da este caso, se deberá iniciar inmediatamente el protocolo: Comprueba, llama y comprime y, al mismo tiempo, se pedirá a alguien que busque el dispositivo, porque no se puede perder ni un segundo. Mientras se hacen las compresiones, alguien deberá colocar los parches en el lugar que se indica en el dibujo, se enciende el dispositivo y una voz en off nos irá dando una serie de instrucciones. Las compresiones se siguen realizando hasta que el aparato indique lo contrario. Una vez que el dispositivo detecte a la persona en parada seguiremos los pasos que nos marque. Si no lo hace, seguiremos las compresiones hasta que llegue el recurso avanzado.
Después de practicar las maniobras con los maniquís, la psicóloga de Cepaim dio una serie de pautas sobre cómo actuar ante un ataque de pánico o crisis de ansiedad desencadenados por un suceso repentino o trágico. “Un ataque de pánico es el grado extremo de la ansiedad. Es la respuesta que tiene nuestro cuerpo ante el miedo y va acompañado de una serie de síntomas muy intensos, tanto a nivel mental, de los pensamientos, sensación de pérdida de control, de que se va a morir, etc.; emocional, con un miedo muy grande y desrealización, es decir, sentir que lo que está pasando no es real y se está fuera del propio cuerpo; como físico, con hiperventilación, sensación de ahogo, taquicardia, temblores, mareos...”.
En estos casos, Hurtado recomienda, primero, mantener la calma, para no poner a esa persona más nerviosa; presentarnos para darle más confianza y explicarle lo que vamos a hacer. “Vamos intentar llevarla a un sitio más tranquilo y preguntarle, si quiere sentarse o tumbarse, o permanecer de pie”. Según la psicóloga, es importante dirigirnos a la persona afectada con frases cortas y lentamente “porque de esta manera hacemos que se relaje su sistema nervioso, porque en un ataque de pánico el sistema nervioso se descontrola completamente”.
El tercer paso es transmitir control por lo que “vamos a ir explicándole que lo que le está ocurriendo se llama ataque de pánico; que es una reacción normal ante una situación estresante; que es la forma que tiene nuestro cuerpo de reaccionar ante el miedo; que síntomas como la hiperventilzación o la taquicardia forman parte de ese ataque de pánico; que sabemos que lo está pasando mal, pero que esos síntomas tienen una duración limitada y en poco tiempo se le va a pasar… Y todos esos síntomas vamos a ir normalizándolos”.
De esta manera, se va intentar que la persona abandone esa desrealización y vaya tomando contacto con el momento presente, a través de la respiración. En este momento es importante el contacto físico: “Le podemos coger las dos manos y vamos a intentar que nos mire fijamente y que respire con nosotros”. De esta manera, inspiraremos subiendo la mano y expiraremos bajando las manos, para lograr que controle su respiración.
También, podemos ayudarnos de una bolsa si la tuviéramos a mano, ya que en la hiperventilización se produce un exceso de oxígeno que se puede combatir respirando dentro de una bolsa, cubriendo la nariz y la boca, para aumentar los niveles de CO2. Si no la tuviéramos, se le puede decir que respire por la boca como si lo estuviera haciendo a través de una pajita.
Cuando los síntomas remiten, recomienda reforzar a la persona que los sufre, señalando que lo está haciendo muy bien y recuerda que aunque los síntomas de un ataque de pánico tienen una duración limitada que va de los 10 a los 15 minutos, pueden ser cíclicos y volver a manifestarse de nuevo, con lo que habría que repetir todos los pasos de nuevo.
Asimismo, señala que pese a que se trata de síntomas extremos, hasta el momento, nadie se ha muerto de un ataque de pánico y, por tanto, si coincidiera una persona con parada y otra con un ataque de pánico en un mismo escenario, la persona con parada tiene absoluta prioridad.
Además, el domingo, 20 de octubre, tenía lugar una salida al monte con la actividad “Camina tu monte y encontrarás semillas de salud”, que consistió en un paseo de unos 30 minutos y un café en el refugio del Barranco del Toro para compartir conocimientos relacionados con la salud mental.