El Decano de Guadalajara, dentro de su sección ‘Mujeres’, habla con esta doctora en Salud Bucodental, beneficiaria del programa de Protección Internacional de Accem. Lucha cada día por salir adelante desde cero y busca una nueva vida lejos de las guerras fratricidas de su país de origen
Lymya Elmamoun Salih Ginawi, de 40 años, es todo un ejemplo de superación y optimismo. Una mujer valiente que lucha día a día para rehacer su vida. Esa que le robó la guerra que asola desde hace un año y medio su país de origen: Sudán.
“Fue muy duro marcharse de Sudán. Perdí todo: a mi familia, a mis amigos y mi trabajo. Perdí toda mi vida”, relata Limya para El Decano de Guadalajara.
El conflicto interno entre las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido comenzó en Jartum, capital del país, en la madrugada del 15 de abril de 2023. Desde entonces, la población de Sudán hace frente a violaciones generalizadas de los derechos humanos y del derecho humanitario, con víctimas civiles masivas, violencia de género y desconexión de Internet que impiden distribuir ayuda humanitaria a millones de civiles que intentan sobrevivir sin alimentos o agua.
Según los datos de Amnistía Internacional, esta terrible guerra ha causado hasta la fecha la muerte de más de 14.000 personas y el desplazamiento de más de 10 millones.
Una de esas desplazadas fue Limya. Ella se considera una de las 'afortunadas' que pudo salir de la capital, Jartum, ya que su madre y su abuela son de origen español. Por ello, la Embajada de España se puso en contacto con ella y su familia para darles la oportunidad de abandonar el país. "Fuimos unos privilegiados porque no todas las personas han tenido la suerte de tener la protección que tuvimos por parte de la Embajada al ser descendientes de españoles", reconoce.
El 24 de abril de 2023 llegó a España tras un largo viaje en un avión militar junto a su hermana gemela y a su hermano. En ese momento comenzó su nueva vida. Del todo a la nada en menos de diez días.
Beneficiaria del programa de Protección Internacional de Accem Guadalajara y con todos sus papeles en regla, en la actualidad está aprendiendo el idioma español, básico para poder encontrar un trabajo y, sobre todo, para conseguir la homologación de su título universitario en España. Posee un Doctorado en Salud Bucodental, una profesión que no puede ejercer, ya que el proceso español de homologación incluye una complicada burocracia y se puede llegar a demorar hasta dos años desde que se realiza la solicitud. "Además, tengo que hacer un examen nivel C2 para poder ejercer aquí. El idioma es la principal dificultad que estoy encontrando", señala.
Para ello cuenta con la ayuda de la entidad social, donde desde hace cinco meses está aprendiendo el idioma a través del Departamento de Castellano. La entidad también la ayudó desde el minuto uno. Nada más llegar a Guadalajara desde el aeropuerto Adolfo Suárez entró en el programa de Protección Internacional. Pasó por las fases de Valoración y Acogida y actualmente se encuentra en la de Autonomía. Recibe asesoramiento para el empleo, formación, apoyo psicosocial y asesoramiento jurídico. "Amo a la gente de Accem. Me tratan como a una más de la familia, con muchísimo respeto. No me hacen sentir como una refugiada, sino como una persona que busca salir adelante". "Me he sentido y me siento muy querida -añade- y muy afortunada porque desde que llegué a Accem se han preocupado por mí a cada momento".
Vive de alquiler en Cabanillas del Campo junto a su hermana y recibe una ayuda económica del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones con la que van sobreviviendo. Ayuda que se rebajará cuando encuentre un empleo. No obstante, su objetivo es encontrar trabajo cuanto antes, de lo que sea, a pesar de su formación universitaria. "Tengo prisa por trabajar, de cualquier cosa porque aquí mi título académico no vale nada de momento".
Respecto a sus planes de futuro, regresar a Sudán no es una opción: "Dejamos todo allí, todo mi círculo salió del país y las propiedades que teníamos han sido robadas. Allí ya no me queda nada".
Por el momento, Nimya continuará con sus clases de castellano, buscando trabajo y reclamando la homologación de su título. Una vez que consiga su objetivo se trasladará a Madrid: "El problema es que en Cabanillas y en Guadalajara no hay mucha gente internacional y en Madrid hay muchas más posibilidades de tejer relaciones sociales con otras personas en mi situación o incluso de mi país".
No obstante, en su año y medio de vida en Guadalajara se ha sentido muy bien acogida: "La gente es muy agradable. No he sentido racismo porque no creo que España sea un país racista. Siempre me he sentido muy bien acogida", señala.
Su sueño es poder abrir una clínica dental en Madrid en la que, a determinadas horas del día, se atienda a las personas con pocos recursos de forma gratuita: "Lo hacía en la clínica donde trabajaba en Sudán. Allí los tratamientos bucodentales son mucho más caros que en España pero, en definitiva, se trata de ayudar a la gente”.
Le preguntamos si ser mujer y ser inmigrante es un doble reto para ella: "No, por lo menos en mi caso. En España se trata a la mujer como al hombre, pero en Sudán no. Allí la mujer está considerada por debajo del hombre. Además aquí, por ser mujer, tienes muchos apoyos institucionales".
Si por algo se caracteriza Limya es por su sonrisa. Sincera y amplia a pesar de las adversidades. "Yo creo que en la vida todo sucede por algo. Ocurren cosas malas pero hay que ser fuerte porque por algo estará pasando". Su fé -mezcla musulmana y cristiana- le ayuda a seguir cada día sin desfallecer: "Cuando se cree en Dios y tienes gente que te apoya sólo puedes ser optimista y agradecida".
Limya tiene un hijo de 12 años que, afortunadamente, no tuvo que padecer el inicio de la guerra en Sudán. Vive con su padre en Dubái desde que el matrimonio se divorció hace unos años. Su intención es traerle a España a vivir con ella, algo que las leyes no le permitirán hasta que encuentre un trabajo: "El proceso es muy complicado. Pero volver a verle es lo que más ilusión me hace en este mundo”.
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