Que la vergüenza cambie de bando. En torno a medio millar de personas ha salido hoy a la calle para unirse a la manifestación convocada por la Red Feminista, con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, bajo este lema: “Que la vergüenza cambie de bando”. Unas palabras contundentes, valientes, directas como puños, que Giselle Pelicot dirigía a sus más de medio centenar de agresores, incluido su marido.
El reloj no había tocado todavía las 18.30 horas y decenas de personas ya empezaban a acercarse al templete del Parque de la Concordia, donde una gran pancarta con un calendario marcaba todos y cada uno de los días de 2024 en los que una mujer fue asesinada a manos de un hombre. Un total de 82 cruces, cada una de las cuales carga con un asesinato, con una vida arrebatada por la violencia machista: “5 de julio: una mujer de 50 años es asesinada por su pareja en Antequera (Málaga)”, una grabación va narrando esas historias macabras, día a día.
“Venimos muy enfadadas porque hoy nos hemos enterado de que ha habido otro feminicidio cometido por un menor de 17 años a su pareja de 15 años y esto, una vez más, nos trae con rabia a las calles de Guadalajara a gritar que la vergüenza cambie de bando, porque son ellos los que están cometiendo las agresiones”, manifestaba Raquel Pérez, integrante de la Red Feminista, en declaraciones a los medios.
La manifestación de este año volvía a conjugar la reivindicación con las artes escénicas, según Mariví Rodríguez, otra de las integrantes de la Red, “para involucrar a las mujeres de Guadalajara, porque aquí tenemos mucho talento, y sobre todo para dar voz a las mujeres que quisieran participar y sumarse a esta iniciativa. Al final lo que queremos es hacer un llamamiento a toda la ciudadanía y hacerlo atractivo, pero solemne, porque hoy no es un día para celebrar, es un día para reivindicar y para hacer visible la lucha de las mujeres, porque es a nosotras a las que nos están asesinando brutalmente”. Rodríguez, a preguntas de los medios, ha querido poner distancias con el programa de actos que ha organizado el Ayuntamiento de Guadalajara con motivo del 25 N: “Nosotras no hemos organizado actuaciones, lo que tenemos es un canto reivindicativo de las mujeres de Guadalajara. Estamos muy enfadadas, porque el Ayuntamiento lo que pretendía es hacer un día festivo y banalizar la muerte y el asesinato de las mujeres en nuestro país (…) En qué cabeza cabe que en un 25 de noviembre, que es un día solemne en el que reivindicamos que a las mujeres dejen de asesinarnos, organizar un concierto familiar y unos hinchables. Creemos que ha estado totalmente fuera de lugar y pedimos al Ayuntamiento de Guadalajara y a la señora Guarinos que cuenten con el movimiento feminista de Guadalajara, que nunca cuentan con nosotras y tenemos mucho que decir”.
“Esperamos que acuda la máxima gente posible, pero además, que se unan al movimiento feminista de Guadalajara, no sólo hoy, sino los otros 364 días del año, en los que hay que hacer lucha tanto en nuestras casas, como en nuestros entornos laborales y familiares. Nosotras siempre decimos que esto del feminismo no es algo de los días reivindicativos, sino un trabajo diario, asumiendo que somos una sociedad machista, que no pasa nada por reconocerlo, porque reconocerlo es lo principal para asentar una base de cambio a través de la educación, para que en el día de mañana no tengamos que hacer este tipo de manifestaciones”, ha señalado María Pérez. Para esta feminista, ese cambio tiene que realizarse a través del consenso, desde la calle y pasando por todas las instituciones y los partidos políticos: “No puede ser que a día de hoy haya todo un espectro político, no sólo en Vox, sino también en el Partido Popular, que niegue la violencia de género o que las mujeres tenemos menos oportunidades y sufrimos violencia en todos nuestros entornos”.
La manifestación, formada por mujeres y hombres de todas las edades, también niños y niñas, ha discurrido por el parque de la Concordia y ha tenido que descender por las escaleras hacia La Carrera, con el consiguiente peligro de caída de los manifestantes, porque según fuentes de la organización, la Policía Local no ha permitido el acceso por la calle María Pacheco, ya que el permiso se limitaba a la La Carrera.
“No estamos todas, faltan las asesinadas”, “Quien ama no mata, ni humilla, ni maltrata”, “No nací para ser asesinada”, “Calladita no me veo más bonita”, “Errejón al paredón”, “Amiga, hermana, somos tu manada”, “Basta ya de violencia patriarcal”, “Putero, pagando, también estás violando”, “No son muertes, son asesinatos”, “Guarinos, escucha, mujeres en la lucha”, “Estamos hasta las tetas de hacer tus croquetas”, fueron algunas de las consignas que pudieron escucharse a lo largo del recorrido.
La comitiva llegó a la Plaza de Santo Domingo, para descender por la Calle Mayor a la Plaza del Jardinillo, donde un coro de mujeres emergió de la nada para corear una serie de canciones e himnos reivindicativos acompañados de una impactante performance sobre la violencia machista.
En el punto más álgido y como si los tiempos estuvieran medidos, comenzaron a sonar las campanas de la Iglesia del Carmen.
La manifestación continuó hasta la Plaza del Ayuntamiento, cuya fachada no estaba iluminada de morado, ni tampoco de naranja, el color que el equipo de Gobierno defiende que ha elegido la ONU para representar un futuro sin violencia contra las mujeres y las niñas. Escondido, en una calle donde apenas nadie transita cuando cae el sol, se ilumina de naranja el Edificio Arriaca.
En la Plaza Mayor la vergüenza se agarraba a la almohada de una cama situada en el centro de un círculo morado, saltaba y se retorcía en soledad en un mar infinito de sábanas. “Que la vergüenza cambie de bando. Estas son las palabras que pronunció Giselle cuando se inició el juicio de los 52 hombres, de los más de 90 que la violaron durante más de diez años. Su marido, Dominique Pelicot, drogaba a Giselle y después ponía anuncios en foros de puteros, con el título ‘sin su consentimiento’, para que los hombres que quisieran fueran a violarla mientras que ella permanecía inconsciente en su propia cama, en su propia casa”, así arrancaba el manifiesto al que la Red Feminista dio lectura mientras que la vergüenza, vestida de rojo, se iba retorciendo en una cama en medio de un círculo de gente.
“Giselle decidió que el juicio fuera público para que todo el mundo viera y escuchara a aquellos hombres, a pesar de que eso supondría que su propia identidad también se desvelara. Ella no debía sentir vergüenza por haber sido violada, dijo. Quienes tenían que sentir vergüenza eran los hombres que habían destrozado su vida. Que la vergüenza cambie de bando”, continuaba el manifiesto.
“Hoy estamos aquí para exigir que la vergüenza cambie de bando, para que sean los agresores y sus cómplices quienes se avergüencen, para que sean ellos a quienes la sociedad señale. No somos nosotras quienes debemos sentirnos avergonzadas. No somos nosotras. Son los hombres que manosean a las niñas; los profesores que acosan a sus alumnas; los jefes que chantajean a sus compañeras; los hombres que agreden a sus amigas o a las amigas de sus amigas; son los hombres que drogan a las mujeres; son los hombres que callan mientras sus amigos drogan a las mujeres; son los hombres que violan a las mujeres; son los hombres que pagan para violar a las mujeres; son los hombres que violan a las niñas; son los hombres que trafican con los cuerpos de las mujeres (…) Hoy estamos aquí para gritar fuerte, para que ninguna mujer se ahogue en la inmensidad de una cama, sóla, en peligro, y en silencio, sintiéndose avergonzada por lo que otros le hicieron. Para que ninguna mujer, ni ninguna niña cargue más con una vergüenza que no es suya, que no es nuestra. Hoy estamos aquí para gritar fuerte, para exigir que de una vez y por todas, que la vergüenza cambie de bando”, concluía el manifiesto mitigando y consumiendo la vergüenza que debe de cambiar de bando arropándola en el calor de un abrazo.