Por Mateo del Olmo
Las pistas polideportivas son un bien escaso. Conviene cuidarlas para que, sobre todo, los niños y niñas de la ciudad puedan utilizarlas en su tiempo libre, fomentando así hábitos de ocio saludables.
Sin embargo, no siempre es así y la más absoluta dejadez hace que algunos de estos espacios se deterioren de una forma tan agigantada que, hasta practicar deporte allí, se convierta en un peligro para los chavales. Así ocurre, por ejemplo, en la que se encuentra situada en el parque Océano Atlántico.
Se renovó completamente en el año 2020. Nuevas porterías, nuevas canastas -con sus redes y todo-, se mejoraron el firme y el vallado. Cinco años más tarde, da pena verlas. El vallado está totalmente roto; la puerta de acceso desvencijada; meses o casi años con las canastas sin aros…
Tras alguna que otra queja, algún operario municipal se dio una vuelta por la zona y parecía que querían renovar la valla perimetral. Pero fue todo un espejismo. Todo sigue igual y a las imágenes me remito.
Es una lástima que un lugar peatonal, tan frecuentado por niñas y niños de este barrio de Aguas Vivas se encuentre tan poco cuidado. Porque si bien la pista está en esta lamentable situación, los juegos infantiles que hay un poco más abajo, tampoco están mucho mejor y convendría renovarlos para evitar que algún día pueda ocurrir algo de lo que nos tengamos que lamentar.
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