Permítannos que, por una vez, los periodistas nos convirtamos en protagonistas de esta sección. El martes celebrábamos la festividad de nuestro patrón, San Francisco de Sales, una fecha en la que la Asociación de la Prensa de Guadalajara celebra tradicionalmente el acto de entrega de sus Premios Anuales y del Premio de Periodismo Libertad de Expresión. En esta ocasión, el galardón ha sido para nuestra compañera Marta Perruca por un excelente reportaje sobre la problemática de los enfermos de riñón de la comarca del Señorío de Molina. Un trabajo que ha merecido un justo reconocimiento, fruto del esfuerzo, el tesón, la profesionalidad y, sobre todo, la humanidad, de la redactora de El Decano de Guadalajara, de la que la pequeña familia que formamos este medio no puede estar más orgullosa.
El acto del martes no solo sirvió para reconocer la labor de colectivos sociales, culturales y empresariales de Guadalajara y para rendir un especial homenaje a nuestros compañeros jubilados -historia viva del periodismo provincial- y al fotógrafo local Álvaro Díaz-Villamil, un compañero cuyo enorme corazón ha dejado de latir demasiado pronto. También se convirtió en una velada de reencuentro, ya que la pandemia había impedido su celebración en la fecha correspondiente. Los que allí estuvimos disfrutamos de volver a vernos y de compartir unas buenas risas en un ambiente relajado, sin las prisas del día a día. Lo que allí se respiraba era camaradería, respeto y reconocimiento mutuo porque, aunque a veces nos pongamos zancadillas por aquello de los egos y de la lucha por los clics y las audiencias, todos compartimos la pasión por el periodismo, por informar a los vecinos de Guadalajara de todo lo que acontece en la provincia. Desde la honradez y el trabajo bien hecho.
También fue un momento para la reivindicación, para sacar a la luz los problemas de los periodistas y de nuestros compañeros fotógrafos, cámaras y técnicos: la precariedad, el intrusismo, la falta de libertad, las condiciones laborales, las presiones, los salarios pactados en convenios que siempre se negocian a la baja, la carga de trabajo, las jornadas que exceden convenios y contratos y un largo etcétera. Problemas que afectan a la prensa en general pero a los periodistas locales en particular.
Asimismo, en los discursos se pusieron sobre la mesa las dificultades por las que siempre han pasado las empresas periodísticas, nunca rentables, que se han agravado con las recientes etapas de crisis económica. A la práctica desaparición del papel se suma el auge de las redes sociales e internet, que han llegado para quedarse. Y en este terreno el mercado es voraz. Escasean los anunciantes particulares y más en una provincia en la que el pequeño comercio pasa por momentos críticos. Por su parte, las grandes compañías instaladas en esta tierra optan por contratar su publicidad a través de agencias nacionales que, además de desconocer la realidad provincial, obvian en sus campañas a los pequeños medios, cuyos accionistas se las ven y se las desean para mantener sus negocios a flote.
Y aquí es donde entra en juego la publicidad institucional, la de las administraciones gestionadas por uno u otro partido político, que condiciona en exceso los contenidos informativos y las líneas editoriales y aumenta la presión sobre los periodistas, que vemos cómo demasiadas veces se nos cortan las alas para informar y opinar libre y objetivamente. Para ejercer nuestro derecho a la libertad de expresión.
La noche del martes también nos sirvió para charlar distendidamente con los políticos de Guadalajara. Con aquellos que son demasiado inaccesibles, por agenda, antipatía o por decisión propia o de sus gabinetes, y con los que siempre atienden las llamadas aunque resulten molestas o comprometedoras. Porque unos y otros entienden, o han de entender, que los periodistas somos necesarios porque una sociedad democrática precisa información libre, veraz y contrastada frente a la desinformación y las fake news que inundan las redes.
Desde la Redacción El Decano de Guadalajara, conformada íntegramente por mujeres (Carmen Ibáñez, Marta Perruca y Ana María Ruiz como directora), todas ellas con el periodismo por bandera y la profesión en vena, reivindicamos también el papel de la mujer en la prensa, no sólo en las redacciones, sino en los puestos directivos y de responsabilidad de los medios. Esperemos que cunda el ejemplo de nuestra empresa editora y que la apuesta por la igualdad sea una realidad.
Y desde estas líneas, a pesar de que haya pasado ‘nuestro día’, felicitamos a todos nuestros compañeros y compañeras que día a día se dejan la piel en una profesión demasiado denostada, a veces muy ingrata, pero por encima de todo, apasionante. Va por vosotros.
Categorías: