El Decano de Guadalajara les ofrecía esta semana un completo reportaje gráfico del estado en que ha quedado el río Henares a su paso por la capital tras las fuertes lluvias, inundaciones y desembalses del pasado mes de marzo.
Mes y medio después, y con el nivel del agua ya bastante reducido, darse una vuelta por el paseo fluvial, desde el Puente Árabe hasta el barrio de Los Manantiales, es verdaderamente descorazonador.
Nuestro río, el que da nombre a la ciudad -'wad al-ḥaŷarah', río de piedras- está convertido en un auténtico estercolero. Basura (cientos de toallitas, plásticos, hasta una pantalla de televisor hemos llegado a ver), ramas retorcidas, troncos de árboles caídos, caminos peatonales intransitables, miradores sin las protecciones de madera que constituyen un peligro para los numerosos vecinos que pasean o hacen deporte por la zona, senderos llenos de maleza por los que es imposible caminar,...
En definitiva, el Henares es un auténtico estercolero, que presenta una imagen absolutamente deplorable e insalubre y, en caso de nuevas inundaciones, los residuos -humanos y naturales- que se acumulan en ambas riberas supondrían un importante riesgo de taponamiento, con las consecuencias que ello podría conllevar para la seguridad de los vecinos de la zona.
El fango acumulado despide un olor nauseabundo y los desechos plásticos pueden verse hasta en lo más alto de las copas de numerosos árboles, dando a nuestro emblemático río un aspecto fantasmagórico, que parece sacado de la más tétrica de las películas.
Con el nivel ya en cotas de normalidad, no es lógico que el Ayuntamiento de Guadalajara aún no haya iniciado -y de forma urgente- las tareas de limpieza para las que tiene el visto bueno de la Confederación Hidrográfica del Tajo desde septiembre de 2024. Bien es cierto que nada hacía prever la espectacular crecida causada por las borrascas, tiempo ha tenido el equipo de Gobierno de actuar en los seis meses anteriores. O incluso antes. Porque desde su llegada a la Alcaldía, PP y Vox no han realizado ninguna tarea de saneamiento de las márgenes del río, ni siquiera de limpieza de los residuos sólidos.
El concejal de Medio Ambiente, Jose Luis Alguacil, presentaba en enero un plan de limpieza del cauce y de la ribera derecha para retirar árboles secos, maleza, basura y vegetación invasora. Anunciaba que se actuaría en 1.500 metros lineales en el tramo que va desde el Puente Árabe hasta el puente nuevo de Julián Besteiro, dejando al margen- sin explicación alguna- toda la zona de Los Manantiales.
Y así llegamos a mayo con nuestro espectacular y valioso bosque de ribera y su flamante paseo fluvial -una actuación en plena zona inundable que costó la friolera de 1,5 millones euros- convertidos en una pocilga.
Están en peligro la biodiversidad, la salubridad y la seguridad. Y desde el Ayuntamiento nadie mueve un dedo, a pesar de que en el Pacto de Gobierno suscrito por PP y Vox se comprometían a actuar mediante acciones de limpieza y acondicionamiento para -textualmente- “recuperar una ciudad limpia y verde” y conseguir “una ciudad de primera, con unos barrios de primera, para unos ciudadanos de primera”. Quizás alguien debería desempolvar el texto de acuerdo para recordar lo prometido y no cumplido aún a estas alturas de la legislatura.
Nos preguntamos también en qué recóndito cajón de la Casa Consistorial está ‘perdido’ el millonario Plan de Infraestructura Verde y Biodiversidad que se presentaba a bombo y platillo hace un año por el concejal responsable del área, en el que se planificaban actuaciones concretas en el Henares.
Es absolutamente necesario que se actúe cuanto antes en el entorno del río. Y no sólo -como está previsto- en la ‘privilegiada’ zona de La Chopera, sino también en el barrio de Los Manantiales, cuyos vecinos se quejan -con razón- de ser ciudadanos de ‘segunda’. En este y en otros muchos aspectos.
El Henares ofrece muchas posibilidades. Antiguamente era usado por los ciudadanos como zona de baño en verano y de esparcimiento el resto del año. Era un lugar de reunión social y se cuidaba como un tesoro.
Además de ser una arteria natural y ecológica, podrían desarrollarse actividades escolares relacionadas con el conocimiento de nuestra vegetación y fauna de ribera, incluidas batidas periódicas de limpieza para que los más jóvenes aprendieran a amar y a cuidar su río, algo que los adultos no hemos sabido hacer a tenor de la ‘mierda’ -perdonen la expresión- que nos encontramos en nuestro paseo fotográfico.
Recuperar el Henares es una apuesta segura por la ecología e incluso por la economía, ya que nos permtiría contar con un recurso turístico, ambiental y social de primer orden.
Sería un verdadero pulmón y un oasis verde que hoy, por desgracia, es una auténtica vergüenza.