Un día perfecto celebrando el 20º Aniversario del Parque Natural Barranco del Río Dulce en la Hoz de Pelegrina

Publicado por: Marta Perruca
11/03/2023 08:00 AM
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La ruta por la Hoz del Pelegrina y la ribera del río Dulce hasta La Cabrera desveló a los más de 50 senderistas que participaron en ella algunos de los aspectos más relevantes del Parque Natural desde el punto de vista de su geología, su fauna y su flora. De esta manera, divulgar los valores de los espacios naturales constituye la mejor manera de invertir en su conservación

 

Salir de ruta por el Parque Natural del Barranco del Río Dulce, en la provincia de Guadalajara, siempre es una buena idea, pero hacerlo cuando se cumple el 20º aniversario de su declaración como Parque Natural en compañía del consejero de Desarrollo Sostenible, José Luis Escudero, y el director-conservador de este espacio, Rafael Ruiz es, además, un auténtico lujo. Con motivo de esta efeméride, la Dirección del Parque organizaba una ruta guiada en el entorno de la Hoz de Pelegrina con salida en autobús desde Guadalajara. Un éxito de convocatoria que agotaba enseguida las 50 plazas disponibles. De hecho, se sumaban una decena de caminantes más, que se desplazaron hasta el punto de partida en su vehículo particular. La mayoría de participantes procedían de distintas asociaciones y colectivos de senderismo y montaña, entre los que se encontraba el vocal de Guadalajara de la Federación de Montaña de Castilla-La Mancha, Luis Miguel Manso, responsable de señalizar algunos de los principales senderos de gran recorrido de esta provincia.

 

El Parque Natural del Barranco del Río Dulce, recordaba Rafael Ruiz, se declaró el 27 de febrero de 2003 con una superficie de 8.347 hectáreas en los términos municipales de Pelegrina, Mandayona, La Cabrera y Aragosa. Se trata de un parque pequeño, en comparación con los otros dos que existen actualmente en la provincia: el Parque Natural del Alto Tajo, declarado en el año 2000 con 105.721 hectáreas y el de la Sierra Norte, que lo hacía posteriormente, en el año 2011, con una superficie de 117.898 hectáreas. Surgía de la necesidad de buscar una figura de protección para este entorno, puesto que una de las alternativas del trazado del informe de impacto ambiental para el proyecto de construcción de la línea del Ave Madrid-Barcelona atravesaba este paraje. Entonces, recuerda el director del Parque Natural, se planteaba la figura de Monumento Natural, teniendo en cuenta sus pequeñas dimensiones, pero finalmente, los propios municipios se decantaban por la declaración como Parque Natural.


Una cosa es admirar estos sublimes paisajes de la Hoz de Pelegrina y sentirse orgullosa del patrimonio natural que atesora esta provincia, que ya es mucho, y otra, es tener la oportunidad de desentrañar su historia, la memoria de sus rocas y la configuración de ese paisaje, con su fauna y flora, junto con las huellas que han dejado los usos del hombre a lo largo de los tiempos, de la mano de las personas que más lo conocen, lo que hace que al llegar el final de la jornada sientas que, de alguna manera, ese lugar te pertenece para siempre. Y es que no se ama lo que no se conoce y no se cuida lo que no se ama, por lo que divulgar la riqueza de nuestros paisajes naturales es la mejor manera de invertir en su conservación.



Próximas inversiones en las infraestructuras del parque


La ruta partía del nuevo parking de Pelegrina, que tal y como adelantaba Ruiz en el autobús, se diseñaba de acuerdo a un estudio realizado por la Universidad de Alcalá (UAH) que establece que la presión adecuada de visitantes en el entorno para garantizar su conservación está en torno a las 300 personas. De esta manera, el parking se construía con 110 plazas, estimando una media de 2,7 ocupantes por vehículo. El aparcamiento, desde el que se observa una bonita panorámica de la localidad coronada por las románticas ruinas de su castillo, cuenta con un coqueto merendero de madera.

 


Allí recibía a la comitiva el consejero de Desarrollo Sostenible, que atendía a los medios de comunicación enumerando algunas de las inversiones que se están llevando a cabo en el parque, donde además de este nuevo parking, se han llevado a cabo mejoras en las sendas y en la señalización y se ha trazado una nueva ruta senderista circular en la zona sur, el PR-GU08, que discurre entre Mandayona, Aragosa y Mirabueno. Además, está prevista una inversión de 133.000 euros de fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de Gobierno de España, que se desprende de los 7,5 millones de euros procedentes de distintos planes de sostenibilidad turística que se destinarán a los distintos espacios protegidos de la región hasta 2024. Concretamente, este montante económico para el Barranco del Río Dulce se empleará en a la modernización de diferentes instalaciones y la accesibilidad de los equipamiento del parque y  los centros de visitantes de Pelegrina y Mandayona.

 


El director del parque invitaba los participantes a estar pendientes de las próximas propuestas que se pondrán en marcha en los meses venideros dentro del programa Vive tu Espacio, para seguir ahondando en los encantos y valores de este Parque Natural.



Pellus grinae, bella vista

Acto seguido, arrancaba la marcha con dirección a Pelegrina, del latín la pellus grinae, que significa la bella vista. Esta villa medieval hace justicia a su nombre. Entre sus monunentos destaca una pequeña iglesia de estilo románico y las ruinas de su castillo del siglo XII, propiedad de los obispos de Sigüenza, con el valle del río Dulce besando sus pies. Una estampa que bien podría ambientar una pintura del romanticismo en una noche de luna llena o una de las leyendas de Gustavo Adolfo Becquer, más en este periodo del año en el que los nogales que encontramos justo a la salida muestran desnudas sus retorcidas ramas. Luis Miguel comenta que las vistas de este valle son realmente espectaculares cuando se visten con los colores del otoño, aunque cada estación del año tiene su encanto.


Desde allí se toma una senda amable, con poco desnivel, que discurre por la ribera de las cristalinas aguas del río Dulce, un ecosistema que, tal y como señalaba el director del parque, es idóneo para la preservación de la trucha común, autóctona de estas latitudes. El camino discurre por las profundidades del valle, entre las caprichosas formas de las rocas calizas, que se alzan en forma de agujas apuntando al cielo o se abren como ojos curiosos, el murmullo del agua y bucólicos puentes de pescador.


En la ribera del río se aprecian ejemplares de álamo, fresno, sauce o chopo del país y los bosques de esta zona están compuestos principalmente de encinares y quejigares, un sabinar aislado, rodales de rebollar y enebros.

La primera parada dispuso a los caminantes en torno a la caseta de Félix Rodríguez de la Fuente, donde el naturista guardaba el material de rodaje de “El Hombre y la Tierra”, hoy convenientemente restaurada y con una serie de paneles explicativos. Las gargantas y cortados de la Hoz de Pelegrina forman parte de la memoria colectiva de este país, precisamente porque en ellas fueron rodadas algunas de las escenas más sobrecogedoras de esta serie documental en los años 70 del siglo XX. En total, 80 capítulos, entre los que destacan los dos de la Operación Zorro o la espectacular escena en la que un águila real caza una cría de cabra montés.Junto a ella se encuentra el covacho donde se guardaron los lobos, muflones y otros animales que se utilizaron para el rodaje. Ruiz recuerda que se trataba de animales troquelados, adiestrados convenientemente para conseguir el efecto deseado por el director de escena. Una práctica sin precedentes en España que hoy tiene defensores y detractores pero que, según señaló, tuvo un valor muy importante en la educación ambiental de varias generaciones, que dejaban de considerar algunas de las especies de la fauna ibérica como alimañas o depredadores para tomar conciencia de la necesidad de su preservación. “Esa conciencia ambiental que surgía entonces es lo que hizo que personas como yo nos dediquemos a la conservación de la naturaleza”, admitía.

 


Dejando atrás esta caseta, el camino se va estrechando, justo después de salvar el río por sendos pasos de piedras con poca dificultad, pero que conviene atravesar con atención para evitar posibles resbalones. A partir de ese punto, la senda va ascendiendo por el barranco, mientras se observa al otro lado el Mirador de Félix Rodríguez de la Fuente, al que se accede a pie de carretera.

La formación de este valle puede explicarse en tres etapas. En la primera, las rocas en las que hoy en día se excava el cañón se formaron durante el Jurásico, el más famoso de los periodos geológicos, hace alrededor de 190 millones de años, bajo un mar tropical poco profundo. Fósiles de pequeños organismos marinos confirman este origen. Mucho tiempo después, las rocas se plegaron durante la orogenia Alpina, cuando se formaron cordilleras como los Pirineos, los Alpes o el Himalaya, dando lugar a los espectaculares pliegues y proas de barco que se pueden observar a lo largo de la ruta. Por último, el río Dulce y sus afluentes fueron trazando el cañón en periodos más recientes, ya durante el Cuaternario, disolviendo las rocas calizas y dolomías a su paso y excavando las espectaculares hoces que hoy podemos contemplar.


Las formaciones de rocas calizas, continuaba el director del parque, son lugares de anidamiento de aves rapaces como el buitre leonado, el alimoche, el búho real, el halcón peregrino o el águila perdicera, entre otras. De esta última, en peligro de extinción, se conserva una pareja en el Parque Natural.


La ruta sigue en pendiente ascendente hasta un espectacular salto de agua conocido como la cascada del Gollorio, afluente del río Dulce. Cruzando un nuevo paso, se accede a un mirador con las mejores vistas de esta cola de caballo y un imponente cañón con formaciones de proa de barco. Quizá sea este uno de los miradores desde donde mejor se pueda entender este paraje donde los farallones, los pliegues, y el río encajado en la paramera se abarcan en un solo vistazo.

 


Desde allí regresamos a Pelegrina, para disfrutar de un vermú en familia en el restaurante el Mirador del Dulce. Parte del encanto de este tipo de iniciativas es caminar con esas personas con las que decidiste emprender esta aventura, pero también con esas otras que se conocen a lo largo del camino, con las que conversas y compartes experiencias, junto con la bolsa de nachos y cortezas que cargábamos en la mochila.

 


En Pelegrina nos cruzamos con la furgoneta del panadero de Torremocha del Campo, al que no dudamos en darle el alto para poder hacernos con unas tortas y una bolsa de rosquillas, antes de poner rumbo hacia La Cabrera. La ruta sigue el GR-10 marcado en blanco y rojo y coincide en algunos tramos con el Camino del Cid, el GR-160, y Camino de Santiago


Una aldea de cuento

La senda se abre paso entre terrenos de labor y bosques de encinas y carrascas, una vez se deja atrás el castillo de Pelegrina, siguiendo por el cauce del río y discurriendo por sendas de ensueño hasta llegar al precioso pueblo de La Cabrera, pedanía de Sigüenza. Se trata de una pequeña aldea de cuento, donde podríamos imaginar algunos de los relatos de los Hermanos Grimm, con un buen conjunto arquitectura rural de la que merecen mención su iglesia románica y el molino donde se fabricaba el papel moneda en tiempos de Alfonso XIII, junto con un regio puente de piedra salvando el río Dulce.  


La ruta llegaba a su fin dando cuenta de un reconfortante almuerzo y de las tortas con chocolate y rosquillas del panadero de Torremocha, en una explanada a la entrada del pueblo. Tras apurar un café en el restaurante El balcón del Dulce de la localidad e inmortalizar el momento en una foto de familia, cogíamos el autobús de vuelta a Guadalajara con el sabor todavía en los labios de un día perfecto en ese lugar que nos pertenecerá para siempre.

 

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