Hay líneas rojas que no deberían traspasarse nunca en política. Y el Partido Popular de Guadalajara las ha traspasado todas esta semana. En esta ocasión, por boca de la número dos a las Cortes regionales por la provincia, Itziar Asenjo.
La popular ha utilizado de forma vergonzosa como arma arrojadiza contra el PSOE un caso de abusos sexuales cometidos por un celador contra una paciente de 18 años en el Hospital Universitario, en el año 2020. Y más concretamente contra la consejera de Igualdad, Blanca Fernández, y contra el hoy diputado nacional del PSOE, Aurelio Zapata.
Los hechos ocurrieron el miércoles, cuando la prensa nacional se hizo eco de una sentencia de la Audiencia Provincial del 16 de marzo que condena a cuatro años de prisión al trabajador del Sescam, un depravado que afortunadamente ha sido condenado por la justicia. El PP convoca entonces una rueda de prensa "urgente" a las puertas del Hospital en la que Asenjo acusa al PSOE de ponerse del lado del agresor. Reproducimos textualmente sus palabras: "¿Que pasa con la Consejería de Igualdad, qué pasa con Blanca Fernández? Nos hacemos cruces con la gestión de esta situación lamentable que ha ocurrido en el Hospital y, por supuesto, pedimos explicaciones al PSOE por estos hechos porque no entendemos cómo es posible que no se posicionaran en ese momento a favor de la víctima y sí lo hicieran a favor del agresor". No desaprovecha la ocasión para disparar contra el entonces director de gestión del Hospital, el socialista Aurelio Zapata, del que dice que no tomó las medidas oportunas de apoyo a la joven y a su familia. Y se queda tan ancha.
Sin duda, se trata de unas acusaciones gravísimas ante las que Zapata ya ha anunciado que presentará una querella criminal por injurias, calumnias y vulneración de su derecho al honor personal y profesional.
Habría que recordarle a la candidata que no todo vale en política. En primer lugar, utiliza a la víctima de una agresión sexual para poner en marcha, con perdón, el ventilador de mierda. Una víctima que, tres años después, tiene que ver cómo su caso, delicado y doloroso en extremo, es aireado de forma repugnante en época electoral.
En segundo lugar, Asenjo no duda en realizar ante los micrófonos duras acusaciones, aportando únicamente como documentación que le avale la información obtenida de un diario nacional. No presenta ni más datos, ni informes, ni expedientes que le lleven a ser tan rotunda en sus afirmaciones. Incluso dudamos de que se haya leído la sentencia, a la que sí tuvo acceso El Decano de Guadalajara. Y en ella no se pone en tela de juicio, en ningún momento, la actuación del Sescam ni de ninguna de las personas que en aquel momento, en plena pandemia, tuvieran responsabilidades en la gestión del Hospital. Es más, según el informe policial, fue precisamente la administración sanitaria la primera que denunció el caso, tras lo que el agresor fue detenido. También se asesoró a la familia sobre la manera de proceder por vía penal. En la sentencia, el Sescam únicamente ha sido condenado al pago de una multa como responsable civil subsidiario.
Respecto a la no adopción de las medidas oportunas, Aurelio Zapata ha asegurado que el trabajador, tras ser detenido y regresar a su puesto de trabajo tras pedirse una baja, jamás volvió al Hospital. Se le abrió expediente, se le apartó de todo trato con áreas de hospitalización y se le trasladó al Instituto de Enfermedades Neurológicas, a unos 4 kilómetros de distancia. No se podía proceder a su despido al estar asistido el detenido por la presunción de inocencia, una garantía reconocida en la Constitución española. Le recordamos a la señora Itziar que, precisamente, esa misma presunción de inocencia la pidió su jefe, Paco Núñez, tras las informaciones que se publicaron en junio de 2021, que apuntan a que su antecesora en el cargo, ex presidenta de Castilla-La Mancha y ex secretaria general del PP, María Dolores Cospedal, podría haber estado implicada en pagos irregulares al comisario Villarejo.
Itziar Asenjo se ha confundido. Y mucho. Y, por ende, el Partido Popular de Guadalajara que, alentando este tipo de actuaciones, está participando en un juego demasiado sucio, indecente y peligroso. Los ciudadanos agradecerían más sensibilidad hacia determinados temas, más seriedad y más propuestas para mejorar sus vidas, que es lo que toca en elecciones.
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