"El hombre del siglo XXI todavía no tiene una manera de aplicar agua sobre un incendio forestal”

Publicado por: Marta Perruca
08/07/2023 08:00 AM
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Miguel Aguilar, director del Centro Operativo Provincial de El Serranillo en Guadalajara.
Miguel Aguilar, director del Centro Operativo Provincial de El Serranillo en Guadalajara.

Las previsiones para esta campaña de incendios forestales eran muy malas, teniendo en cuenta las altas temperaturas y la intensa sequía de la pasada primavera, pero las tormentas de las últimas semanas han cambiado la disposición del tablero, de tal manera, que es posible que el fin de la campaña se adelante a  primeros de septiembre. No obstante, Miguel Aguilar, resposable del Centro Operativo Provincial de El Serranillo, llama a extremar las precauciones y recuerda que una vez se declara un gran incendio su extinción es muy difícil

 

Las altas temperaturas, más propias del verano, y la ausencia de lluvias a lo largo de la primavera pasada adelantaban la campaña estival de incendios forestales 2023 a mediados del mes de abril en Castilla-La Mancha y hacían presagiar una temporada muy complicada, con la mirada puesta en el verano de 2022 cuando el calor arrasador de aquellos días no dio tregua al dispositivo de prevención y extinción de incendios del Plan Infocam. Sin embargo, las tormentas de las últimas semanas han suavizado las previsiones iniciales y las expectativas son ahora más optimistas.

 

No obstante, en el Centro Operativo Provincial de El Serranillo en Guadalajara no bajan la guardia y se mantienen al pie del cañón para hacer frente a un mes de julio en el que las altas temperaturas y la temporada de la cosecha acrecientan el riesgo de incendios forestales en nuestra provincia y en el conjunto de la región. Su director, Miguel Aguilar, explica a El Decano de Guadalajara cómo funciona el dispositivo del Plan Infocam y algunas de las particularidades de esta campaña y los principales riesgos en nuestra provincia a la hora de luchar contra este tipo de siniestros.



“Este año está siendo anormal, porque la primavera ha sido extraordinariamente seca, por lo que en el mes de abril ya había un pronóstico terrorífico de que iba a ser una campaña incluso peor que la del año pasado, que fue especialmente mala”, comenta el técnico del Plan Infocam. De esta manera, en el mes de abril, el dispositivo castellano-manchego, formado por 3.000 efectivos, abandonaba las tareas preventivas habituales entre los meses de octubre y mayo, de limpieza de monte, selvicultura preventiva, etc., para reorganizarse en las funciones de extinción de incendios en torno a las distintas bases, preparados para salir en caso de incendio. “Esa reconfiguración a extinción se hace habitualmente el 1 de junio y se mantiene hasta el 30 de septiembre”, recuerda el director del Centro Operativo provincial. “El monte empieza a estar seco y por lo tanto comienza a ser alto el peligro de incendio, más o menos, coincidiendo con el verano astronómico, el 21 de junio. Por eso nuestro dispositivo pasa a extinción a primeros de junio, para estar preparado cuando llegue este periodo seco. Lo que ocurre es que la meteorología es cambiante”, comenta Miguel Aguilar.

El dispositivo en Castilla-La Mancha tiene esa flexibilidad para adaptarse a la meteorología, cuya predicción no es fiable hasta una semana vista y, por lo tanto, no se puede predecir con meses de antelación, porque se trata de un dispositivo profesional “que funciona durante todo el año, ya que la gente tiene contratos indefinidos y podemos anticipar la campaña de extinción o retrasarla”.

 

En estos momentos, la situación, indica Aguilar, ha cambiado por completo. “Hemos tenido un mes de mayo con bastante precipitación y un mes de junio también muy lluvioso, por lo que es probable que el cambio a configuración de prevención, que se suele hacer el 30 de septiembre, este año lo hagamos a primeros de septiembre”.

 

Incendio declarado en Ocentejo, el pasado mes de abril.
Incendio declarado en Ocentejo, el pasado mes de abril.

El pasado 14 de abril, un incendio forestal en la localidad de Ocentejo ponía en alerta sobre las posibles consecuencias de unas temperaturas nada usuales para ese periodo del año. Las llamas afectaban a un paraje de alto valor ecológico, el Hundido de Armallones, en el Parque Natural del Alto Tajo, como consecuencia de un descuido humano: “Tuvimos un susto importante en una tarde complicada, porque resultó una combustión extraordinariamente virulenta. Afortunadamente la orografía ayudó. Inicialmente tuvo una progresión de aproximadamente 500 metros en ladera ascendente muy violenta, pero luego llegó a un llano ligeramente descendente en sentido del avance del fuego y ese efecto orográfico descendente aminoró mucho la combustión y se pudo detener, por lo que sólo afectó a 200 hectáreas”, relata.

 

Fue el único “susto importante” dentro de este periodo excepcional, en el que el resto de incendios fueron pequeños conatos generados sobre todo por rayos: “Está siendo una primavera y un inicio de verano muy tormentosos con muchos rayos, pero como el suelo tiene mucha humedad y la vegetación capta esa humedad del suelo, esas pequeñas igniciones que producen los rayos no generan progresión del fuego en el territorio”. Según el técnico, no es tan sencillo que el fuego avance y para que esto suceda tienen que confluir una serie de circunstancias: “Para que la vegetación empiece a arder tiene que calentarse a 250º y para que eso ocurra tienen que coincidir dos cosas, primero, que esté muy seca y segundo, que haya un vector de conducción del calor eficaz y potente, como puede ser el viento. La temperatura no sobrepasa los 100º hasta que se evapora toda el agua que contiene el vegetal, por lo que si el vegetal tiene agua, ese proceso de desecación es más lento y en muchas ocasiones la conducción de calor que genera el viento no es suficiente”.

 

En ese tipo de conatos, en los que el fuego no avanza, las intervenciones del dispositivo de extinción del Plan Infocam son sencillas y efectivas. “El problema es cuando el fuego avanza a velocidades de cuatro o cinco kilómetros por hora, similares o superiores al avance de una persona andando. Entonces el fuego se propaga por el territorio y es muy complicado el desarrollo de maniobras de extinción”.

Aterrizaje de un helicóptero del Plan Infocam en el incendio forestal de Semillas, en Guadalajara. Imagen: Plan Infocam
Aterrizaje de un helicóptero del Plan Infocam en el incendio forestal de Semillas, en Guadalajara. Imagen: Plan Infocam



Los efectos del cambio climático y la lucha para mantener el equilibrio

Con este telón de fondo parece inevitable preguntarse cómo está afectando el cambio climático al riesgo de incendios forestales. En opinión del técnico de incendios forestales, aunque es evidente que se están incrementando las temperaturas, “no ha pasado suficiente tiempo para tener certeza sobre cuáles son los efectos del cambio climático en los incendios forestales y sobre cómo va a influir el cambio climático en el régimen de lluvias, aunque todo indica que va a ir a peor”.

 

En este sentido, apunta que los datos en cuanto a superficie quemada no arrojan cambios a tener en cuenta para evaluar este impacto: “La media de superficie afectada por los incendios forestales en periodos largos de entre 15 y 20 años se está manteniendo constante: en España, en torno a unas 120.000 hectáreas al año y en Castilla-La Mancha en unas 5.000 hectáreas, unas 1.000 por provincia. Las cifras anuales son muy cambiantes. El año pasado en Castilla-La Mancha ardieron 17.000 hectáreas, más del triple, porque fue una campaña especialmente mala, pero es muy probable que este año ardan solamente 1.000 ó 2.000 al igual que en 2021, que también fue bastante bueno, por lo que la media se mantiene constante, que al final es lo importante”.

 

En este paradigma, relata Aguilar, entra en juego el equilibrio entre tres factores: La vegetación, el fuego y los dispositivos de prevención y extinción de incendios: “Los tres interactuamos y ninguno de los tres ganamos por completo. Al final tenemos que llegar a un equilibrio que más o menos está en esas 120.000 hectáreas que se queman al año en España, 5.000 en Castilla-La Mancha o 1.000 en la provincia de Guadalajara”.

 

También hay que tener en cuenta las consecuencias del éxodo rural “que desde los años 50 y 60 del siglo pasado supone una aminoración evidente y palpable de las extracciones de materia vegetal del monte para aprovechamiento como leñas, porque era la única fuente de energía que existía en el medio rural”.

 

El responsable del dispositivo de incendios en nuestra provincia estima que este equilibrio cambiará como consecuencia del cambio climático y el éxodo rural, y probablemente se eleve la cantidad de hectáreas afectadas al año, pero insiste en que todavía no existen evidencias para cuantificarlo.

 

Los rayos y las cosechadoras, las principales causas de incendio forestal

Para evaluar cuáles son las zonas de mayor riesgo de incendio forestal en la provincia de Guadalajara, según el responsable del Centro Operativo de Guadalajara, se debe empezar por valorar las causas, que en esta zona son principalmente las cosechadoras y los rayos: “Los rayos inciden más en zonas altas y hay que tener en cuenta que todas las parameras del Alto Tajo y de Molina de Aragón están a 1.000 metros de altitud”, explica.

 

En lo que se refiere al riesgo de incendio por cosechadora, Miguel Aguilar pone el foco en la geología de nuestra provincia: “Guadalajara tiene dos grandes zonas desde el punto de vista geológico. Todo lo que es la Sierra de Ayllón, desde Tamajón y Cogolludo, hacia el norte, hasta el límite con Segovia, son materiales silíceos. Allí está la arquitectura negra, que son pizarras, y también hay cuarcitas. En el resto de la provincia predominan las calizas. Las cosechadoras generan incendios cuando el peine que va cortando el cereal, muy cerca del suelo, choca contra la piedra y se produce una chispa. Hay más probabilidades de que eso suceda si choca contra una roca de cuarcita dura, que es un material silíceo, que si es con una caliza, que es un material más blando y se disgrega mejor”, argumenta el experto.

 

De esta manera, Aguilar señala que los incendios más virulentos se registran entre Guadalajara capital y la Sierra de Ayllón, en lo que influyen también otros factores como el viento. Los vientos que entran por el suroeste, tienen una trayectoria más larga desde el mar y por lo tanto llegan más secos: “Si la ignición se produce en una parcela agrícola al sur de la sierra, con la sierra al norte, y coincide con un viento seco del suroeste, tienes la combinación perfecta para un gran incendio forestal”. Ese viento empujaría el fuego hacia el norte, dirigiéndose hacia la sierra donde las llamas tienen una continuidad de bosque para avanzar.

 

Sin embargo, en el Alto Tajo la actividad agrícola es residual, en torno al 5% de la superficie, y la mayor parte de los incendios son producidos por rayos: “Lo que pasa es que son incendios que preocupan mucho, porque la progresión del fuego en el territorio viene sustentada por la continuidad de la vegetación forestal. Normalmente, los incendios, cuando llegan a terreno agrícola, o se paran o los paramos”. En el Alto Tajo, el 95% de la superficie es forestal, “de modo que los incendios tienen una gran superficie para avanzar por este tipo de terreno en el que la extinción es muy complicada”, en parte, porque suelen ser zonas de difícil acceso.

 

Tal y como recordaba el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page con motivo de la presentación de la campaña de incendios forestales 2023, el 90 por ciento están provocados por la mano del hombre. Según el experto, principalmente por cosechadoras, que acaparan el 30% de los incendios y por pequeños descuidos, aunque afirma que “a veces las cifras son confusas” porque hay que diferenciar entre número de incendios y superficie afectada: “Los rayos originan muchos conatos, pero normalmente no progresan y al final no suponen mucha superficie. Los que progresan suelen ser los de las cosechadoras, porque hay que tener en cuenta que en esta provincia la cosecha del cereal se desarrolla en la peor quincena para el monte, que es la segunda de julio”.

 

Por otra parte, insiste en que hay muchos descuidos, “el manejo de una radial que genera chispa, una soldadura, una colilla que se arroja por la ventanilla del vehículo, unos niños que juegan con petardos…”. No obstante, apunta que Guadalajara no es una zona conflictiva en lo que se refiere a los incendios forestales: “Hay muy pocos incendios intencionados, a diferencia de lo que ocurre en el cuadrante nor-occidental de la península, en Galicia, León, Zamora, etc., donde hay una cultura de manejo del territorio a base del fuego, por parte de los campesinos, que convive muy mal con los planteamientos actuales de la sociedad”. En esta línea, señala que de las 120.000 hectáreas que arden de media al año en España, la mitad ocurren en esta zona.

 

El dispositivo del Plan Infocam

El dispositivo del Plan Infocam está formado por unos 3.000 efectivos, de los que unos 450 se encuentran en la provincia de Guadalajara y se fundamenta en medios aéreos y terrestres.

 

Tal y como explica el responsable provincial, en Castilla-La Mancha existen unas 100 bases de medios terrestres, 20 bases de medios aéreos y 116 torres de vigilancia, mientras en la provincia de Guadalajara se encuentran 16 bases terrestres, cuatro aéreas y 26 torres de vigilancia.

 

Las bases de medios terrestres se distribuyen por el territorio de tal manera que las autobombas tarden menos de 20 minutos en llegar a cualquier punto del área forestal: “En la Mancha hay una zona que no tiene bases, porque se trata de un área de viñedos y cereal. En las provincias de Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Albacete tienen la Mancha en el centro y las zonas de sierra en la periferia, por lo que esas bases están distribuidas en la periferia, donde está la superficie forestal. En Guadalajara somos un poco especiales. No tenemos esas grandes superficies de cultivo agrícola y está mezclado el cultivo agrícola con el forestal, por lo que la distribución de bases es bastante uniforme”. Del mismo modo, las bases aéreas también tienen una distribución estratégica para llegar en 10 o 15 minutos, desde que aparece la alarma.

 

En todas las provincias hay una central de operaciones, que en el caso de Guadalajara se corresponde con el Centro Operativo de Incendios Forestales de El Serranillo: “Aquí llegan las alarmas y tenemos un técnico que se encarga de analizar la alarma y en función de ese análisis decide una movilización de medios, que puede ser simplemente la autobomba más cercana; la autobomba y el medio aéreo más cercano; o una primera movilización de mayor entidad dependiendo del día, la hora, el sitio, etc.”.Además, existe una central de operaciones regional en Toledo.

 

En un gran incendio forestal, explica el responsable, interviene el dispositivo del Gobierno regional, “pero además vas a tener bomberos de la Diputación Provincial, o incluso del Ayuntamiento si fuera, por ejemplo, en el término municipal de Guadalajara, así como de la Administración estatal porque el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico tiene una serie de medios: unas brigadas, aviones anfibios que llamamos FOCA y lanzan 5.000 litros... e incluso de la administración militar, como la UME”.

 

Todos estos medios, se coordinan, en el caso de los de la Administración Local, a través del Servicio de Emergencias de Castilla-La Mancha 112, de manera directa, y los de la Administración Central y Militar son movilizados a través de una llamada desde el Centro Regional de Operaciones en Toledo a Madrid: “Cuando hay un incendio importante, al cabo de hora y media o dos horas, podemos tener hasta 400 personas y a lo mejor seis o siete uniformes distintos y nos organizamos rápidamente porque todos sabemos lo que hay que hacer. Sabemos quién manda, las instrucciones que nos van a dar, que nos va a asignar un sector y rápidamente nos desplegamos y nos organizamos”, relata.

 

Extremar la precaución cuando se sale al campo

Ahora que nos adentramos en el mes de julio, cuando se intensifican las salidas al medio natural, conviene extremar la precaución para evitar ese tipo de descuidos, que pueden generar catástrofes como el conocido incendio de Guadalajara de julio de 2005, originado en una barbacoa en el paraje de la Cueva de los Casares, en la Riba de Saelices, que calcinó 13.000 hectáreas y costó la vida a 11 trabajadores del retén de Cogolludo. A raíz de este incendio, se creaba la empresa Geacam y se profesionalizaba el dispositivo de incendios forestales en 2006, que pasaba de estar formado por trabajadores fijos discontinuos, a estar activos todo el año. También se prohibía encender fuego en el medio natural entre junio y septiembre, coincidiendo con la campaña de incendios.

 

“Hay que ser cuidadosos. Mucho cuidado con la colilla, la cerilla… hay que descartar por completo el empleo del fuego y si se deja el coche fuera del camino, hay que tener mucho cuidado con que el tubo de escape no contacte con el pasto seco”, recomienda el técnico. Además, prescribe no salir al campo y quedarse en casa cuando hay episodios de continental sahariana, porque el riesgo de incendio es mucho mayor debido a las altas temperaturas. Estos episodios, se producen, porque “hay veces que la atmósfera se configura de tal manera que suben bolsas de aire seco y cálido y con mucho polvo del Sahara. Las temperaturas suben por encima de los 40º y lo percibimos muy bien porque decimos que hay calima y la visibilidad es corta”, aclara.

 

Miguel Aguilar hace hincapié en la necesidad de evitar en la medida de lo posible todos los factores de riesgo teniendo en cuenta que una vez se genera un gran incendio forestal es muy difícil su extinción. “Es muy complicado llevar agua al monte y hay que recurrir al golpeo con batefuegos y a hacer pequeñas líneas desprovistas de vegetación”. El experto explica que las autobombas pueden almacenar hasta 3.000 litros de agua, pero se vacían en 20 minutos “y a lo mejor esas autobombas tienen que ir a cargar a una distancia de dos horas. Tienen que salir del monte e ir a un sitio donde las abastece una nodriza o se tienen que acercar a un río, un hidrante o un punto de agua”. Los helicópteros arrojan hasta 1.000 litros “pero el problema que tiene el lanzamiento de agua desde aeronaves es que ese agua choca contra el aire, se pulveriza, se divide en gotas pequeñitas y eso hace que haya una parte importante que no llega a la combustión, porque se evapora antes de llegar. Eso cuando no hay fuego, pero si además tienes una caldera que está emitiendo mucho calor... A partir de 3 metros de longitud de llama no hay forma con medios aéreos de aplicar agua sobre esa combustión y los incendios que se comen 500, 1000 o 3.000 hectáreas se desarrollan y avanzan con alturas de llama de 12 o 15 metros”. Con este telón de fondo, Aguilar sentencia que “el hombre del siglo XXI todavía no tiene manera de aplicar agua sobre un incendio forestal”.

 

Formación específica en la base de Las Minas-Villares en Guadalajara sobre el uso de retardante para aviones. Imagen: Plan Infocam
Formación específica en la base de Las Minas-Villares en Guadalajara sobre el uso de retardante para aviones. Imagen: Plan Infocam

 

Cómo ha evolucionado el dispositivo

El dispositivo del Plan Infocam ha ido evolucionando y adaptándose a las distintas circunstancias para luchar contra este tipo de siniestros. Tal y como relata el responsable del Centro Operativo Provincial, los dispositivos han avanzado en el uso de las nuevas tecnologías informáticas y de comunicación, en la tecnificación de los agentes implicados y en una implementación de protocolos de los dispositivos de extinción: “Nuestras comunicaciones cada vez funcionan mejor y nuestros sistemas de intercambio de comunicación cada vez son mejores. Para nosotros algo tan básico como el whatsapp y el telegram nos ha supuesto un cambio radical en nuestra forma de organizarnos, porque nos ha permitido visualizar el fuego en tiempo real, en cualquier lugar. En los incendios estamos continuamente haciendo fotos, lo que nos permite ver hacia dónde avanza el fuego, dónde tiene más virulencia, qué cascos urbanos hay amenazados, qué viviendas…”

 

Por otra parte, los dispositivos de extinción de incendios cuentan con una mayor tecnificación: “Cada vez más técnicos intervienen en los incendios y esos técnicos cada vez tienen un nivel de preparación técnica mayor. Antes sólo iba un ingeniero al incendio y los demás eran combatientes… y hoy en día vamos 10 ingenieros. Eso hace que cada vez las decisiones más pequeñas son tomadas por personas más formadas y preparadas”, valora.

 

Al mismo tiempo, la sociedad avanza hacia una mayor regulación y “cada vez tenemos más escrito, negro sobre blanco, qué tenemos que hacer y cómo lo tenemos que hacer a base de protocolos, instrucciones técnicas, etc.” lo que influye en una mejor coordinación de los agentes que forman parte del dispositivo.

 

El responsable del operativo provincial destaca, además, la reciente estancia de integrantes del Plan Ifocam en Canadá, que han acudido al auxilio del Gobierno Canadiense para contribuir a luchar contra los incendios forestales que asolan el país: “España es un país muy adelantado en la lucha contra los incendios forestales, en todos los ámbitos. Tanto en capacidad, potencia del dispositivo, tecnificación, es decir, una implicación que no existe en otros sitios de ingenieros, y eso se conoce a nivel internacional. Dentro de España, Castilla-La Mancha, junto con Andalucía, son de los mejores dispositivos que existen”, afirma.

 

Por último, Miguel Aguilar destaca el esfuerzo que se está realizando para ofrecer información de interés como los niveles de riesgo de incendios forestales o la evolución de los siniestros cuando se producen, entre otras cuestiones, a través de las redes sociales y el Sistema Fidias de Información de Incendios Forestales. “La sociedad tiene que saber qué está pasando y cómo se está actuando porque el tema de los incendios, desgraciadamente, alarma muchísimo a la sociedad. Cada vez que hay un incendio hay una gran demanda que hay que satisfacer”, concluye.

 

 

 

 

 

 

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