Mejor calladitos. Así quiere Vox Guadalajara a los medios de comunicación. Especialmente a los que no le bailan el son. Como es nuestro caso. A la ultraderecha no le gustan nuestros editoriales ni muchas de nuestras informaciones. Porque escuecen.
En las elecciones municipales y en las generales, los señores de verde se han convertido en unos expertos en la técnica del escape a cada requerimiento de entrevista solicitada por este medio. Ni en su momento Javier Toquero, hoy primer teniente de alcalde en el Ayuntamiento de la capital, ni en esta ocasión Ángel López Maraver, candidato al Congreso, han querido someterse a las preguntas de El Decano, a pesar de que hemos dado cumplida información sobre todos y cada uno de sus actos electorales. Nos consta que sí han atendido a otros medios locales. A unos, por afinidad ideológica o por simpatías personales. A otros, por ser “oficialistas” (como les gusta llamarse sin rubor), que por aquello de no perder ingresos publicitarios son dóciles a aquel que ostente el poder en las instituciones, sea del color que sea.
Con nosotros han dado en hueso duro porque no nos van a callar. Digamos que para ellos somos, y perdonen la expresión, un grano en el culo. Y eso se traduce en negativas a atendernos, respuestas en forma de monosílabos a preguntas incómodas en ruedas de prensa y a ataques y descalificaciones en redes sociales a través de una red de militantes y afiliados, que se han intensificado desde el acceso de Vox a las instituciones provinciales y regionales. El poder, cual chute de Red Bull, les da alas.
Mejor calladitos quiere también Vox a sus concejales de la provincia, muchos de los cuales se le están desmadrando. En poco menos de un mes de llegar a los ayuntamientos, han comenzado las dimisiones provocadas por las discrepancias entre los ‘oficialistas’ y los ‘díscolos’ y las colocaciones de familiares y amigos en las instituciones. Al que se sale del redil se le condena al ostracismo, como ya denunció en su día el portavoz de la formación en el Consistorio capitalino, Antonio de Miguel. Y ahora lo están padeciendo otros en sus propias carnes, especialmente, la secretaria de Vox, Eva María Henche, quien se ha atrevido a hacer pública la crisis interna e incluso ha amenazado con pasarse al grupo de los no adscritos en la capital, lo que pondría en riesgo la gobernabilidad del Ayuntamiento e incluso la Alcaldía de Ana Guarinos.
Mejor calladitos quiere también Vox a sus representantes en Guadalajara, quienes a pesar de la que está cayendo, mantienen un silencio sepulcral fuera de toda lógica. Ya deberían haber salido a la palestra a dar explicaciones. Al menos a sus votantes. Esos a los que tanto agradecían el apoyo recibido en las urnas y a los que ahora tienen sumidos en el más absoluto abandono. Públicamente se desconocen los movimientos internos en el partido ultra de la provincia ante la guerra civil en la que están inmersos. Será porque probablemente la solución va a llegar desde Madrid y los de aquí poco o nada van a poder decir. Así que, calladitos, no vaya a ser que les muevan de sus recién estrenados sillones institucionales.
Mejor calladitos quiere Vox a los concejales del PP del equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de la capital. La alcaldesa, Ana Guarinos, que no es mucho de callarse lo que piensa, debería dar un golpe en la mesa ya que, de no solucionarse la crisis interna de la extrema derecha, no sólo estaría en peligro la mayoría absoluta lograda tras el pacto sino, lo que es más grave, la estabilidad de la institución. Y eso podría afectar a la vida de los guadalajareños a todos los niveles.
Mejor calladitos quiere también Vox a demasiados colectivos: a las mujeres que no se someten a sus dictados machistas y paternalistas y a las que deciden sobre su propio cuerpo, a los inmigrantes, a los refugiados y a las asociaciones y ONGs que les apoyan, al colectivo LGTBI, a los ecologistas, a los animalistas, a los que quieren que sus hijos estudien en centros que no segregan por sexos, a los que luchan por recuperar de las cunetas a sus familiares asesinados por el régimen franquista, y a un largo etcétera de ciudadanos y ciudadanas que creen en los principios democráticos y constitucionales de defensa de los derechos y las libertades que tanto ha costado conseguir en este país.
Mejor calladito quiere Vox a El Decano que, a cada negativa, a cada intento de silenciamiento o censura, a cada descalificación, a cada provocación, hablará más alto y más fuerte. Mal que les pese.
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