Isabelle Bancheraud recoge hoy el reconocimiento de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha con motivo del Día Internacional de la Mujer Rural por la provincia de Guadalajara, en un acto institucional que se celebrará esta tarde en la localidad de Porzuna (Ciudad Real).
Nacida en Burdeos (Francia) y licenciada en Filología Hispánica, su destino se unió al de la localidad serrana de Hiendelaencina hace once años, según dice, fruto de la casualidad. Iba buscando una casa para poder abrir un establecimiento rural y el azar le llevó a encontrarla es esta localidad de la Sierra de Ayllón. En este sentido, asegura que “el azar hizo bien las cosas”, porque tanto ella como su familia están encantados de vivir allí.
Efectivamente, terminó haciendo realidad su sueño de abrir la casa rural “La Perla” y se unió a la Asociación de Turismo de la Sierra Norte de Guadalajara, primero como tesorera y después como presidenta, cargo que ejerció hasta hace dos años. Además, lleva siete años como teniente de alcalde de su pueblo y actualmente es presidenta de la Asociación de Desarrollo Rural ADEL Sierra Norte.
Quizá sea serrana de adopción pero habla con verdadera pasión de los recursos de su entorno, de la minería que tiene un importante proyecto en la localidad en torno al Centro de Interpretación “El País de la Plata” y del Parque Natural de la Sierra Norte.
Está convencida de que existen oportunidades de futuro en el medio rural, pero requieren del valor necesario para emprender y considera que para atajar el problema de la despoblación hay que abordar primero un cambio en la mentalidad que hay que abordar primero, desde Educación, porque “el hecho de vivir en un pueblo parece que es un fracaso personal y profesional, un estigma”
De esta manera, considera que los jóvenes de hoy en día sólo tienen modelos urbanos y valora el premio que recoge esta tarde en Porzuna porque crea referentes de mujeres rurales, de los que las chicas carecen.
Es un reconocimiento a una trayectoria que no me esperaba. Han galardonado a una mujer por provincia y Guadalajara es muy grande, por lo que no me esperaba que fuera yo. Así que estoy muy satisfecha y muy contenta.
Yo creo que no, que es una cuestión de mentalidad y espíritu. No creo que sea más complicado que en otro sitio.
Es cierto que la mujer siempre tiene menos visibilidad. Por eso me gusta tanto este premio, porque estamos hablando mucho de igualdad, paridad, lo cual me parece fantástico y creo que hay que trabajarlo más, pero al final el modelo que tienen las chicas jóvenes es un modelo urbano: actrices de cine, abogadas, banqueras, políticas… Eso está muy bien, pero carecen de referentes femeninos rurales.
Hay que dar visibilidad también a las mujeres rurales porque lo están sosteniendo al mismo nivel o incluso más que los hombres, porque se dedican también a cuidar de los niños, de los mayores y se encargan de todo el mundo de los cuidados. Estos premios están muy bien para visibilizar a la mujer rural y que se puede ser mujer, vivir en el mundo rural y tener una carrera profesional y sentirse desarrollada y feliz.
Son diez años los que llevo en la Sierra Norte de Guadalajara, adquiriendo compromisos con la comunidad. Lo primero fue la Asociación de Turismo, donde empecé como tesorera y luego pasé a ser la presidenta, hasta hace dos años, más o menos. También soy concejala y teniente de alcalde de mi pueblo, Hiendelaencina, desde hace siete años y, actualmente, también vicepresidenta de la Asociación de Desarrollo Rural, ADEL Sierra Norte.
Creo que se trata de dar reconocimiento a la implicación en estos organismos desde el punto de vista del servicio a la comunidad y de lo que se puede hacer para mejorar tanto a nivel empresarial, como a nivel público.
Fue una casualidad. El azar de la vida que te lleva a unos destinos que no te esperabas. Buscaba una casa para vivir y para montar un negocio rural y la casualidad fue encontrarla aquí en Hiendelaencina. Creo que el azar hizo bien las cosas, porque llevo 11 años aquí, con mi familia y estamos encantados.
Vivía en Madrid, pero lo que quería es dejar esta gran ciudad para volver a vivir en un entorno más tranquilo y más rural. Al fin y al cabo es lo que yo había conocido de joven. No era un pueblo tan pequeño donde vivía, pero sí en un entorno muy rural y agrario. Tenía 10.000 habitantes, que aquí es mucho, pero en Francia no tanto y era una zona de viñedo, donde toda la economía giraba en torno a esto, y luego también a la madera y a la resina.
Mis abuelos también vivían en un pueblo y siempre he vivido en un entorno muy tranquilo y muy rural.
Luego trabajé en Francia en un hotel, en el Dordoña, una zona muy turística, pero también muy rural. Era muy turístico por la presencia de yacimientos arqueológicos y medievales, pero tenía una economía basada en la agricultura del maíz, por ejemplo, y la trufa y las nueces, con una sociedad muy rural, que es lo que quería volver a encontrar.
Sí, es muy bonito y también muy duro, porque es muy rural, con poca gente y pocos servicios. Para cualquier cosa tienes que ir hasta Guadalajara. Bueno, también tenemos Jadraque cerca y esperamos que la carretera -que se va a arreglar en breve- mejore mucho, porque es un sufrimiento cada vez que tenemos que ir allí y mis hijos se tienen que subir al autobús, es decir, todos los días, para ir al instituto y volver.
Es verdad que es un territorio mucho más duro de lo que haya podido conocer en Francia, porque se trataba de una zona de valles y ríos con una economía local más importante, mucho más agrícola. Aquí hay menos gente y tampoco se vive de lo rural, excepto el turismo y la ganadería. Tampoco hay mucho tejido basado en la tierra. Sí que es cierto que es mucho más duro vivir aquí, pero estamos a gusto.
Sí, sí. Tenemos miembros en la asociación que tienen ya 50 o 60 años y somos conscientes de que remontar esto es mucho más complicado, porque no hay tejido industrial y aquí cada uno se tiene que montar su propio negocio. Pensar que se puede encontrar un trabajo por cuenta ajena en la Sierra es complicado. Creo que hay muchas oportunidades de trabajo, pero por cuenta propia, pero claro, para eso hay que ser un poco lanzado y atrevido y arriesgar. Lo estoy viendo últimamente en los albañiles y constructores, que están desbordados. Tienen las agendas totalmente cerradas porque no dan abasto, así como los fontaneros, etc. Todo lo que es mejora habitacional y construcción están saturadísimos, por lo que hay muchísimo trabajo en estos sectores, pero claro, hay que atreverse.
Lo que hemos conseguido y a mí me parecía fundamental, es que estuviéramos conectados. Es un territorio tan grande y a la vez tan complicado… Porque no estamos hablando de una llanura que puedas estar en diez minutos en otro pueblo. En mi caso, estoy en el centro del territorio, pero estoy a una hora de Majaelrayo, a 50 minutos de Sigüenza… Un visitante que quiera ir de Pelegrina a Majaelrayo va a perder media mañana en el intento. Por eso, me parecía fundamental estar conectados y no atomizados por valles. Es lo que hemos conseguido y la verdad es que fluye bastante, hay buen ambiente, nos apoyamos entre nosotros y hemos conseguido generar unas sinergias.
También acudimos a cursos de turismo y conocimiento del medio del Parque Natural de la Sierra Norte. Somos muchos de la asociación los que asistimos y nos formamos en los recursos que tenemos. Ahora mismo estamos haciendo un curso de Economía Circular y me parece fundamental, no sólo para el turismo, sino para la sociedad en general, porque el futuro.
Ya tenemos el reconocimiento, el diploma y una escultura de madera muy bonita que podemos exhibir en los establecimientos. Conlleva unas prácticas determinadas en un entorno protegido, a nivel de biodiversidad y sostenibilidad. Es una especie de tarjeta de visita muy buena. Está pendiente de que el destino esté en el catálogo de Ecoturismo, dentro del club “Soy Ecoturista”, pero a finales de año o principios del que viene estará
Sí, ya se presentó el proyecto para la museización de la mina “La Catalina” a los proyectos de Sostenibilidad Turística en Destino. Es un proyecto que ha sido uno de los 28 proyectos seleccionados y esperamos que se resuelva toda la burocracia y el proceso de licitación, que lleva su tiempo, pero nunca hemos estado tan cerca de poder museizar esta mina y completar esta oferta turística que llevamos años diseñando y ampliando.
El teletrabajo es algo que puede funcionar. Nosotros en Hiendelaencina, estos veranos y en Semana Santa, habilitamos una sala con Internet y un par de ordenadores para que la gente se pudiera conectar y ha funcionado. De hecho, en verano ha venido mucha más gente y cada año viene más gente a teletrabajar. Hay gente que tiene sus contratos de Internet, pero gente que no lo tiene, viene, se conecta y es gratis.
He visto que mucha gente, durante la pandemia se fue al pueblo, pero ya ha vuelto a su vida anterior. La gente sí que está prorrogando un poco más y, por ejemplo, en septiembre había más gente que otros años, de jóvenes que tienen la posibilidad de teletrabajar, pero va costando.
Hay un trabajo de concienciación y de modelo de vida y, por desgracia, no tenemos la barita mágica. En general el modelo de vida es urbano.
Hay que operar un cambio de mentalidad, también desde la educación, porque yo lo veo con mis hijos. El modelo que se enseña en los libros de texto es un modelo urbano, no es rural. Como se les está enseñando desde el punto de vista de la ciudad se impone una especie de pensamiento único urbano, que es el válido. Hay otras opciones de vida, pero de ellas no se habla. Si se hace una excursión de colegio a nadie se le ocurre hacer una visita por el Parque Natural con los agentes medioambientales, hablando de los recursos que tenemos. Hay una carencia por parte de Educación en el planteamiento, de adaptar los contenidos a la realidad de los chavales a los que se imparte las clases.
El hecho de vivir en un pueblo parece que es un fracaso personal y profesional y es un estigma. Es muy duro escuchar esto. Hay un trabajo de fondo muy potente que hacer. Nunca jamás se ha vivido en los pueblos tan bien como ahora, con casas acondicionadas, calefacción, agua caliente, energía corriente, teléfono, internet. y cada vez más, buenas carreteras. Lo tenemos todo. El mundo rural nunca ha estado tan bien, por lo que nos es un problema de infraestructuras, sino de mentalidad.
Lo comentábamos en una charla de Sierra de Oportunidades en la que se comentaba precisamente eso, que los hijos o nietos de gente de los pueblos lo tienen mucho más fácil que la gente que viene de fuera, porque yo para venirme aquí tengo que comprar una casa. Esos hijos tienen ya la vivienda, que es lo más complicado de adquirir, porque nadie alquila y nadie vende. Es un problema muy serio y por eso ADEL ha sacado esa línea de subvenciones para que los ayuntamientos rehabiliten viviendas públicas y poder disponer de una cartera de viviendas en la Sierra. Vamos a habilitar 25 viviendas con un alquiler asequible y en buenas condiciones para vivir.