Oteando el horizonte (vacío) de la política municipal

Estos primeros días de enero aún navideños, apenas estrenado el nuevo calendario, están resultando todo lo fríos y desapacibles que se podría esperar y no hay que ser un genio de la meteorología para saber que las próximas semanas seguirán esta misma tónica invernal. Esta mera anécdota introductoria sirve para aventurar que si en vez de hablar del tiempo lo hiciéramos de la política municipal –por aquello de que esto es un artículo de interés local y no los últimos minutos del telediario- la analogía sería similar.

 

Quien haya seguido las actuaciones del Ayuntamiento de Guadalajara estos meses de atrás pocas novedades puede esperar para las próximas semanas y en el peor de los casos, para los próximos meses, más allá de la anunciada subida descomunal del IBI en 2024.

 

Aparte de subir los impuestos y ser incapaz de explicar con alguna solvencia por qué y para qué, tras medio año al frente del Gobierno municipal a Guarinos se le empieza a intuir una inercia y un inmovilismo preocupantes. Sorprende que a estas alturas el ayuntamiento no tenga proyectos propios sobre la mesa y también la falta de una agenda cultural consistente. Basta con echar un vistazo al orden del día del último Pleno ordinario del año para constatar que no hay ninguna propuesta de calado que debatir o financiar de cara a 2024. Ni una, pese al sablazo del IBI.

 

El primer punto del día de cierta importancia el pasado viernes se refería al servicio de grúa, y a partir de ahí mociones de la oposición sobre el Fuerte San Francisco y el rocódromo (Aike) y referidas al Skate Park del parque del Coquín y la iglesia de San Andrés, por parte del PSOE.

 

La única aportación propia del Grupo Municipal Popular en el último pleno de 2023 hacía referencia al servicio de cercanías de Renfe. El momento elegido no pudo ser más oportuno, justo cuando el gobierno regional anunciaba la renovación del convenio de transportes con la Comunidad de Madrid. Y pese a eso y como era de prever, el PP no dedicó este punto del pleno a que el ayuntamiento de Guadalajara pusiera en valor y agradeciera el esfuerzo de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha en beneficio de los estudiantes y los trabajadores que se desplazan a diario a la capital de España. No hace falta señalar que en el PP creen que el gobierno de García-Page tiene muchas obligaciones para con Guadalajara cada vez que gobiernan ellos, en concreto las mismas que nunca han exigido a gobiernos regionales o nacionales de su partido.

 

Tradicionalmente en Guadalajara todos los proyectos de calado han necesitado del apoyo efectivo de la Junta de Comunidades o en los últimos años de la financiación de los Fondos Next Generation de la UE, -o bien de los presupuestos del ejecutivo central desde que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero volcara una auténtica lluvia de millones sobre la ciudad-. Y aún así, del equipo municipal se espera cierta iniciativa y bastante liderazgo. Después se puede discutir y debatir si algo es apropiado o conveniente, si aporta o no aporta; pero al menos hay que tener algún punto de partida y en estos momentos parece que no hay ninguno al margen de los proyectos de Alberto Rojo que se encuentran en vías de financiación o ejecución. Tampoco hay nada a la vista en cuanto a cultura, algo de lo que estábamos más que bien provistos la anterior legislatura.

 

Durante las pasadas Ferias al Ayuntamiento se le dio un voto de confianza por aquello de que por fechas y presupuestos era comprensible que se optara por seguir la senda marcada por la anterior corporación socialista y arriesgar poco o nada, sin renovar la programación o el concepto mismo de Ferias, esa impronta que cada equipo municipal quiere dejar para la posteridad. Desde el Ayuntamiento se limitaron por tanto a subsanar errores pasados y reforzar puntos débiles, mientras los vecinos lo dieron todo por válido a la espera de lo que ocurra el próximo mes de septiembre. Y a nadie se le escapa que no lo van a tener fácil.

 

Llegada la Navidad, no es que el esquema continuista se haya repetido, es que hemos vivido un retroceso de medios y actividades más que patente pese a que el costo de la celebración se haya disparado, -33 mil euros al día frente a los 23 mil del año pasado, según la portavoz socialista Lucía de Luz-. No se trataba de competir en luces y parafernalia navideña con Vigo o Torrejón de Ardoz, no va por ahí la crítica, sino que al ser las primeras navidades de un recién elegido Gobierno municipal se esperaba algo más o al menos algo distinto y en ningún caso unas navidades autodefinidas como austeras y bajo un paraguas ideológico más que trasnochado que al final cerca ha estado de llevarse también por delante los multitudinarios vermuts de estas fechas.

 

Con estos precedentes, da que pensar lo que pueda suceder las próximas fiestas marcadas en el calendario, Carnaval y Semana Santa, que ya de por sí no son muy folclóricas en Guadalajara. Y aparte de esto, por lo demás, la nada: una corporación con escaso contenido y que no se sabe muy bien en qué emplea sus días.

 

Tal vez nada de esto deba sorprendernos dado el poco interés que pusieron los populares en la campaña electoral del pasado mayo, con elección de candidata y confección de la lista municipal en el último momento. Las escasas posibilidades que tenían en principio de ganar las elecciones hacían intuir cierta desgana en el PP y también muy poca motivación, con una candidata de última hora más preocupada por manifestarse contra la política nacional de Pedro Sánchez que en ponerse al día de los asuntos locales de Guadalajara. Si a esto se le suma que atrás quedaron los concejales que habían tirado del carro de la oposición los últimos cuatro años, la situación actual era más que previsible.

 

En cuanto a Vox y su contribución al Gobierno municipal, poco hay que decir, ni bueno ni malo dado que ni tienen ni han tenido contenido local alguno o pretensiones de tenerlo. En este sentido, poco aportan y menos suman. Y con estos mimbres nos adentramos en Guadalajara en 2024, un horizonte político ciertamente desolador donde todas las iniciativas parten de la oposición. Y demos gracias de que así sea.