EDITORIAL: Tierra de botargas

Guadalajara es una provincia que atesora un enorme patrimonio natural, histórico y artístico, que convierte a esta tierra en un destino turístico de interior cada vez más demandado. Y también posee una serie de tradiciones excepcionales entre las que sobresalen, sin lugar a dudas, las botargas. 

Con la llegada del invierno, numerosos pueblos de la Serranía, la Campiña, La Alcarria y el Señorío de Molina se visten de fiesta para recibir a estos personajes de origen ancestral cuyo significado está ligado a la fertilidad, la fecundidad, los ciclos de la naturaleza relacionados con las cosechas y, sobre todo, a la trasgresión.

Estos enmascarados, ataviados con trajes multicolores y adornados con elementos como cuernos, cencerros o cachiporras, no son sólo seres que invitan a la risa, la chanza o la danza, son elementos culturales de primer orden y componen un espectáculo visual y sonoro excepcional que les ha hecho merecedores, no sólo de la declaración de muchas de estas botargas como Fiestas de Interés Turístico Provincial, sino también de la de Bien de Interés Cultural con la categoría de Bien Inmaterial por parte de la Junta de Comunidades, en diciembre de 2023.

Las botargas de Guadalajara, que cuentan con una ruta propia auspiciada por la Diputación Provincial, han ido evolucionando con el paso del tiempo gracias al empeño de los habitantes de los pueblos por mantener y alentar estas tradiciones

La incorporación de la mujer supuso un antes y un después en un mundo que era eminentemente masculino en la provincia y la implicación de las nuevas generaciones les augura un futuro muy prometedor. 

Hoy en día, no se trata sólo de manifestaciones culturales y del folclore popular de primerísimo orden, sino que se han convertido en un importante reclamo turístico, con un calendario que se extiende a lo largo de todo el año en los cuatro puntos cardinales de Guadalajara, lo que repercute favorablemente en las economías locales, especialmente en las localidades más afectadas por la despoblación, que en la provincia no son pocas.

Y lo más importante, son un elemento de cohesión social en numerosas poblaciones cuyos vecinos, no sin poco esfuerzo, han conseguido mantener y rescatar del olvido una tradición que nunca debería perderse. 

En un mundo cada vez más globalizado en el que las pequeñas cosas parecen pasar desapercibidas, Guadalajara puede sacar pecho y estar orgullosa de contar con una fiesta singular y única en España. 

Un verdadero tesoro que cuidar con mimo tal y como lo han venido haciendo nuestros ancestros desde tiempos inmemoriales.