Las obras de San Gil, en Molina de Aragón, dejan al descubierto los restos de otra iglesia románica anterior

Publicado por: Marta Perruca
29/07/2022 11:23 AM
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La Parroquia de San Gil, bajo las directrices de Patrimonio, estudia la mejor manera de dejar los elementos más representativos a la vista. La empresa responsable de los trabajos arqueológicos celebró una jornada de puertas abiertas para dar a conocer el hallazgo a la ciudadanía

 

La iglesia de Santa María La Mayor de San Gil de Molina de Aragón es algo más que un templo de culto o un monumento histórico: forma parte de la identidad de la ciudad. Muchas generaciones de molineses han participado en el tradicional canto de la Salve, en la víspera de la Fiesta de la Virgen del Carmen, o en su excepcional Misa de Gallo, en esa particular Nochebuena molinesa que celebran con motivo de la Inmaculada Concepción, por nombrar sólo dos citas con marcado carácter molinés, que tienen este templo como escenario principal. También descansa en una de sus capillas el Cristo de las Victorias, patrón de sus fiestas de septiembre.

 

Por eso, no es de extrañar que la reforma integral que está sufriendo la iglesia sea todo un acontecimiento en la localidad.

 

Desde la Parroquia, han llevado a cabo todo tipo de iniciadas para recaudar dinero, con el fin de abordar una acometida urgente y necesaria que garantice la conservación de este importante monumento histórico, pero también la comodidad de los feligreses, que asisten a diario a la Eucaristía.

 

Sin duda, se trata de un nuevo capítulo de su historia: La del propio templo, pero también de la ciudad y sus gentes, por lo que la Parroquia ha querido que sean partícipes de cada paso, a través de sus redes sociales, aportando algunos detalles y curiosidades de su historia.

 

Para cualquier molinés ha resultado impactante ver sus suelos descarnados; su majestuoso retablo -que llegó en el año 1979 desde la iglesia del Atance, antes de que este pueblo fuera inundado por un pantano- envuelto en plásticos y andamios; y sus distintos altares desmontados para proceder a su limpieza y restauración.

 

Sin embargo, San Gil escondía otra historia todavía más sorprendente que la Parroquia no esperaba contar y que empieza antes, incluso, de la existencia del propio edificio, al menos, tal y como se conoce hoy. Bajo los suelos y, entre una ingente cantidad de huesos y tumbas, han aparecido los restos de una iglesia anterior, posiblemente tardo-románica: Las bases de los pilares lobulados o fasciculados, que sostenían las tres naves que tendría el templo; los muros y el ábside.

 

Además, han hallado una calle anterior al siglo XVII, posiblemente medieval, y gran cantidad de cultura material: cerámicas, monedas, medallas y otros ornamentos.

 

Como no podría ser de otra manera, estos hallazgos despertaban un gran entusiasmo y curiosidad por parte de los molineses, por lo que, en colaboración con VIPAT Arqueología y Virtualización del Patrimonio -la empresa que está llevando a cabo los trabajos arqueológicos-, se llevaba a cabo una jornada de puertas abiertas, en la que tuvieron la oportunidad de asomarse a las postrimerías de la historia medieval de San Gil.

 

Además, tal y como explica el párroco, Raúl Pérez Sanz, están en conversaciones con Patrimonio para estudiar la mejor manera de dejar a la vista algunos de los elementos más representativos de su estructura, para dar testimonio de su existencia.

 

San Gil busca padrinos para poder sufragar la obra

 

Con todo ello, parece lógico que el presupuesto, que arrancaba en los 700.000 euros, se vaya incrementado a cada paso.

 

Para hacer frente al coste de la obra, la Parroquia ha tenido que pedir un crédito bancario de 250.000 euros y está intentando captar la solidaridad de los feligreses y ciudadanos que estén dispuesto a convertirse en padrinos de este proyecto, comprometiendo una cantidad de 10 euros al mes o lo que estimen oportuno.

 

Para ello, han puesto a disposición un número de cuenta y hacen un llamamiento a la colaboración. Todos aquellos que quieran aportar su granito de arena pueden contactar con la parroquia a través del teléfono 949 83 00 97 o en el correo electrónico parroquiasdemolina@gmail.com.

 

Las distintas fases del trabajo arqueológico

 

“Lo que nos exigen desde Patrimonio es hacer un control y seguimiento de los movimientos de tierra. Debemos analizar todos los elementos ‘in situ’ y los sedimentos. Ver qué puede haber en ellos para, si aparece algo, documentarlo, y si no aparece nada, dejar constancia de ello para que puedan seguir trabajando”, relata el director del equipo arqueológico, Gonzalo García Vegas.

 

El experto explica que el hallazgo de elementos estructurales, cuando se realizaron las zanjas para meter los tubos de la calefacción, reorientó el plan de trabajo, con los que se procedía a realizar una serie de sondeos arqueológicos para determinar el alcance de los mismos: “No hemos excavado en área, que sería abrir toda la superficie por completo, sin dejar “testigos o perfiles” arqueológicos, sino que los trabajos se están haciendo mediante catas, utilizando igualmente metodología sistemática”.

 

Para ello se basan en unidades estratigráficas: “vamos bajando según las unidades, tomando cotas, etc…”

 

 

“La excavación arqueológica de un yacimiento es como un libro que solo puedes ojear una vez”

GONZALO GARCÍA, ARQUEÓLOGO DE LA EXCAVACIÓN

 

“En este sondeo, por nivel de obra, -apunta Gonzalo con el dedo- se necesitaba conocer o investigar más en profundidad los posibles niveles medievales que podía tener la iglesia. Hemos llegado hasta los estratos que hemos podido, porque luego hay agua”, aclara.

 

El trabajo arqueológico, valora García, “consiste en registrar todo lo que tenemos, para después interpretar esa realidad. La excavación arqueológica de un yacimiento es como un libro que solo puedes ojear una vez. Si no documentas bien aquello que va apareciendo –o no tomas nota de lo que lees-, corres el riesgo de que se pierda para siempre parte de la historia”.



Una vez se concluyan los trabajos arqueológicos, se taparán los restos para continuar con las obras de acondicionamiento de la iglesia: “No se echa hormigón: se pone una malla geotextil, se echa grava o arena encima y luego se puede tapar. Todo lo que ha aparecido se queda registrado a nivel fotográfico y de modelos 3D, porque también trabajamos con esa tecnología”, aclara.

 

Los primeros indicios…


A falta de realizar los estudios y análisis oportunos, los restos -explica el arqueólogo- arrojan más incógnitas que certezas, pero parece inevitable especular con los datos que se conocen de la historia de Molina y su templo: el incendio del que fue pasto en 1915 y al que debe su fábrica neoclásica; o las inundaciones, que según el párroco, tuvieron lugar en el siglo XVI, por el desbordamiento del río Gallo, que pudieron condicionar que cayera en desuso.

 

Lo cierto es que la estructura que ha quedado a la vista invita a soñar y, de repente, donde hoy se contemplan los escombros de la obra y las catas abiertas, parecen alzarse esas columnas lobuladas y se van recomponiendo unos arcos ligeramente apuntados, con bóvedas de crucería… También el ábside, con su forma de medio círculo, empieza a tomar altura, dando forma a un altar sobrio, quizá con la imagen de un crucifijo de líneas toscas y un vano con vidrieras de colores.

 

Ángel Ruiz Calvo, autor de varios libros sobre la historia de Molina, suele merodear por la iglesia, pendiente de las novedades que puedan arrojar los trabajos arqueológicos. Comenta que existe un documento que recoge todas las iglesias que existían a mediados del siglo XIV en la diócesis de Sigüenza. En Molina de Aragón parece ser que había once y, entre ellas, se menciona la Iglesia de Santa María La Mayor de San Gil. En su opinión, esta primera iglesia debía ser muy parecida al templo románico de Santa Clara, que aún se conserva en pie en la localidad.

 

 

“Es una iglesia muy, muy grande. Habrá que estudiarla bastante y buscar paralelos, pero para ser una iglesia como esta, estaríamos hablando, probablemente, del siglo XIII, tiene unas dimensiones considerables”

GONZALO GARCÍA, ARQUEÓLOGO

 

 

Se trata de la obra de Fray Toribio Minguella y Arnedo: “Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus Obispos” , concretamente, el Volumen II Madrid 1912. Apéndice número III: “Estadística de todas las iglesia que había en la diócesis de Sigüenza a mediados del siglo XIV. Año 1353. Molina, pág. 335 y siguientes”.

 

“Siempre ha habido conjeturas de que podía haber una iglesia anterior”, añade el director de las excavaciones refiriéndose a la obra de Minguella. “Es una iglesia muy, muy grande. Habrá que estudiarla bastante y buscar paralelos, pero para ser una iglesia como esta, estaríamos hablando, probablemente, del siglo XIII, tiene unas dimensiones considerables”, señala.

 

Además de la estructura de esa iglesia primigenia, explica Gonzalo García, “han aparecido enterramientos, que es lo habitual de las iglesias, porque al final, son cementerios. Tenemos una serie de tumbas de época moderna y contemporánea que hemos podido datar por su tipología funeraria y la cultura material aparecida, entre la que destacan monedas, medallas y cerámica”.

 


“Los cristianos se enterraban en las iglesias hasta los siglos XVIII y XIX, que llegan las pestes, con lo que, a partir de ese momento, los cementerios se hacen a las afueras”

RAÚL PÉREZ SANZ, PARROCO DE SAN GIL

 

Los cristianos se enterraban en las iglesias hasta los siglos XVIII y XIX, que llegan las pestes, con lo que, a partir de ese momento, los cementerios se hacen a las afueras. En el siglo XIX, la Ley Mortuoria del Reino de España establece que los cementerios se deben ubicar a 1,5 km. de la vivienda más apartada de la población”, explica el párroco de San Gil.

 

 

 

El hallazgo de huesos y enterramientos era algo con lo que ya se contaba, pero parece ser que en San Gil resulta especialmente llamativa la cantidad de estos restos, muy removidos en el estrato más superior, probablemente, recuerda el párroco, porque “en 1915 se caen las bóvedas de la iglesia, a consecuencia de un incendio” y es necesario remover los escombros que han caídos sobre esos cuerpos, para reconstruir la iglesia.

 

“Tenemos tipologías de enterramiento muy diferentes. Al final, hasta en la muerte hay clases sociales. Los cuerpos que aparecen más cerca del presbiterio, la zona más noble, se encuentran en ataúdes, bien colocados y en calles. Sin embargo, en la parte de atrás hemos podido ver personas sin ataúd: gente que no tenía una condición igual y estaban enterrados directamente en un agujero”, sigue comentando el arqueólogo.

 

“Tenemos tipologías de enterramiento muy diferentes. Al final, hasta en la muerte hay clases sociales”

GONZALO GARCÍA, ARQUEÓLOGO

 

En relación a las monedas que han aparecido, continúa narrando el arqueólogo, “se debe a cierto ritual que se puede retrotraer a la época clásica, con el mito de Caronte. Este ritual continúa –aunque transformado- en época medieval. Según algunas hipótesis, podría estar relacionado con la purificación de las almas en el Purgatorio”.

 

Para Gonzalo García, a nivel visual, lo más interesante son las columnas. “También se ve parte del pavimento, con esos colores rojizos tan interesantes de la roca arenisca, que es de aquí. Sin duda, debía ser una iglesia muy bonita”, concluye.



Un lavado de cara integral

 

El proyecto de intervención en la iglesia de Santa María La Mayor de San Gil contempla distintas actuaciones encaminadas a conservar el edificio y adecuarlo a los estándares actuales. En este sentido, tal y como relata el párroco, Raúl Pérez Sanz, se va a actuar para poner solución a un problema de humedades; instalar un sistema de calefacción; arreglar todas las ventanas; pintar las paredes; aplicar un tratamiento de carcoma y xilófagos, “porque también hay termitas”, así como sustituir el suelo y todo el mobiliario de madera que ha resultado afectado.

 

“También se va a hacer un nuevo confesionario, que va a ser una habitación entera, en el antiguo baptisterio, mientras la pila bautismal se va a sacar fuera”, adelanta el párroco.

 

Además, la acometida de la obra está siendo aprovechada para restaurar los distintos altares, “que se los están llevando al Centro de Restauración, así como el órgano”, añade.

 

La intención es inaugurar la reforma en las Fiestas del Carmen de 2023 porque, “aunque nos devuelvan la iglesia en noviembre -algo poco probable después de los últimos hallazgos-, lo que no se va a restaurar antes del Carmen es el Altar Mayor, en el que también se va a intervenir”, concluye Raúl Sanz.

 

 
 

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