Las distintas políticas y movimientos por la Igualdad están rescatando de la memoria la figura de mujeres cuyo papel ha sido relevante en la Historia o en la evolución de las distintas disciplinas del conocimiento, pero ha sido relegado a un segundo plano o directamente invisibilizado. Sin embargo, nuestra vida cotidiana está repleta de mujeres increíbles, valientes, empoderadas y emprendedoras que rompen moldes. En nuestro entorno más cercano y sin necesidad de remontarnos a décadas o siglos atrás, encontramos mujeres que están escribiendo nuestra historia, cuya voluntad y empeño en esas parcelas en las que destacan marcan una diferencia y contribuyen a mejorar la sociedad en la que vivimos.
Este es el caso de Nerea Moreno (1985), una joven artista de Peralejos de las Truchas, en la comarca de Molina y el Alto Tajo, cuyos sueños le llevaron a cruzar el charco para seguir creciendo en el campo audiovisual y de la escenografía teatral en el Auditorio Nacional y el Laboratorio de Cine de la Fundación de Arte Contemporáneo (FAC) de Montevideo (Uruguay), convencida y empeñada en volver a su pueblo, desde donde, en la actualidad, sigue trabajando e impulsando proyectos para rescatar el patrimonio inmaterial de la provincia de Guadalajara, a través de la recuperación de soportes audiovisuales domésticos y colaborando con colectivos femeninos de artistas y emprendedoras.
Nerea Moreno es la fundadora de la Asociación “La Cosechadora” que desde hace un lustro trabaja en la recuperación y conservación de soportes audiovisuales de la provincia de Guadalajara, entre los años 70 y 90 del siglo pasado, y organiza actividades de promoción y divulgación del cine y las artes escénicas; es miembro activo del colectivo de mujeres artistas ArtFem Comarca de Molina y autora de impresionantes murales de gran formato. También pertenece a la Asociación de Mujeres Emprendedoras Comarca Molina de Aragón-Alto Tajo (ASMEC) y es una de las personas que han impulsado el proyecto del espacio coworking de Molina de Aragón “ANiDA”, además de mantener un negocio de turismo rural en Peralejos de las Truchas y ser una de las primeras mujeres en participar en la Fiesta Ganchera que se celebra en los pueblos ribereños del Alto Tajo.
“Yo estaba en Uruguay, donde trabajaba de técnico de maquinaria escénica en el Auditorio Nacional SODRE de Montevideo. También era miembro del laboratorio de cine de la Fundación de Arte Contemporáneo (FAC), con lo que ya estaba trabajado con soportes fílmicos. La verdad es que estaba muy bien… Tanto, que me preocupaba que si me quedaba más tiempo, me iba a acomodar, hasta tal punto que no iba a querer volver. Entonces falleció mi abuela. Yo siempre había tenido clara la idea de volver a mi pueblo y en ese momento me pesó mucho la distancia”, relata a El Decano. Entonces, metió toda su vida en una maleta, una vez más, y regresó a España: “En un primer momento, me volví a Madrid para hacer un máster de Preservación del Patrimonio Audiovisual, pero siempre con la idea de volver al pueblo, cuando terminara el máster”, comenta.
Nerea Moreno estudió Bellas Artes en Cuenca. Tras terminar la carrera y a pesar de estar en activo, abandonó su trabajo en plena crisis financiera para marcharse a Irlanda a estudiar inglés. Transcurridos dos años, cogió un avión a Uruguay. “Se me metió en la cabeza que quería trabajar para el Carnaval Uruguayo. Aunque conocía a muchos artistas, no tenía contactos con el mundo del Carnaval, por lo que decidí que, para vincularme con ese tipo de gente tenía que estudiar Teatro. Así que hice las pruebas de acceso a la Escuela de Teatro (EMAD), que son bastantes duras, y empecé a estudiar Artes Escénicas”.
Después de un año estudiando la carrera, consiguió su objetivo de acercarse a algunas personas vinculadas al Carnaval: “Al principio me decían: Qué te crees, que aquí no tenemos a gente buena. Es muy difícil trabajar para el Carnaval. Sin embargo, esta misma persona, Leonora Pacheco, fue la que después me invitó a trabajar con ellos y ganamos el Premio a la Mejor Escenografía del Carnaval Uurguayo, con una comparsa”.
Tras llevar a cabo la realización de la escenografía premiada, Leonora le abrió las puertas para realizar los montajes y desmontajes de las escenografías para los espectáculos de las presentaciones de los corsos del Carnaval, donde tuvo la oportunidad de conocer al jefe de maquinaria del Auditorio Nacional, David Rosa: “La última fase del examen de la oposición para trabajar en el Auditorio era una entrevista de trabajo. El resto de miembros del tribunal le preguntaron al jefe de área y este les dijo que ya había trabajado conmigo y me quería en su equipo”, recuerda.
Asimismo, mientras iba dando pequeños pasos para alcanzar su objetivo, Nerea Moreno estuvo trabajando en un hostel con enfoque cultural: El Contraluz Art Hostel, regentado por la fotógrafa y gestora cultural Ana Oliva: “Además de gestionar la recepción, me ocupaba de organizar actividades, conciertos, exposiciones, incluso a veces exponía yo misma. Allí también pertenecía a un grupo de artistas que se llamaba Sismo”.
Gracias a este trabajo desarrolló contactos que le permitieron entrar al Laboratorio de Cine de la FAC a través de la actividad APEX de la Universidad de Nueva York. “Guillermo Zabaleta, el coordinador del laboratorio se acercó a pedir una colaboración con el Hostel y terminé trabajado con él, en el Laboratorio de cine. A lo largo de tres años, Guillermo me enseñó todos los fundamentos para poder trabajar con soportes fotoquímicos. Trabajamos mucho desde la parte de archivo, tratando de preservar las obras, aunque también generábamos obra nueva: se hacían talleres de formación y muchas acciones de experimentación”.
El FAC le brindó la posibilidad de participar en ciclos audiovisuales haciendo curaciones, pero también con su propia obra, mientras seguía creciendo como artista individual, exponiendo en países como Uruguay, Argentina, Brasil o España.
Además, al mismo tiempo que se formaba, siguió participando y desarrollando un sinfín de iniciativas: “He hecho muchísimas cosas, desde participar como performer en la Bienal de Montevideo a vender ropa en el “mercadillo” de Tristán Navaja. Tuve un pequeño papel en un capítulo de una serie de televisión y también estuve de portera en un par de conciertos, y no dejaba entrar a los músicos”, recuerda entre risas.
Precisamente fue su pánico escénico lo que, de alguna manera, le impulsó a aceptar un pequeño papel en uno de los capítulos de la serie ‘Feriados’ en la que interpretó a una pija de Madrid: “Necesitaba aprobar la asignatura de ‘Diseño y Actuación’, que llevaba arrastrando desde primer año porque no quería actuar, así que me dije: Este año, todo lo que me ofrezcan lo voy a coger… Casi me da algo, pero como me había obligado a decir que sí, no pude negarme”.
También ha llevado a cabo distintos trabajos relacionados con el cine, desde los storyboards, a toda la cartelería de la campaña de marketing de una de las producciones más taquilleras de Uruguay: “Participé en una película que se llama ‘La noche que no se repite’ de Aparicio García y Manuel Berriel, que ha sido la película uruguaya que más tiempo ha estado en cartelera comercial, unos cuatro meses, que para una película nacional de bajo presupuesto es una barbaridad”, indica.
Los acontecimientos hicieron que decidiese poner fecha de regreso y cumplir otro de sus sueños: Regresar a Paralejos de las Truchas, pero antes hizo escala en Madrid durante un año para cursar un máster en Preservación del Patrimonio Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid (UCM): “Pensaba en el laboratorio y en las cosas que hacíamos. También conocí proyectos que había en España y eso me hizo pensar en el patrimonio audiovisual de las zonas rurales y las provincias pequeñas, porque las filmotecas guardan otro tipo de material más relacionado con la industria del cine, pero no hay tantos directores que sean de la provincia, ni tampoco una gran cantidad de películas rodadas aquí y, además, la ficción, no deja de ser ficción. Me pregunté qué pasaba con esas filmaciones que hablan de la gente que vive en el medio rural”.
En ese momento estableció contacto con el Centro de la Fotografía y la Imagen Histórica de Guadalajara (CEFIHGU) y junto con Carmen Acero, una compañera del máster cuyo padre provenía de otro pueblo de Guadalajara, El Cubillo de Uceda, montaron la asociación “La Cosechadora”, que más tarde daría lugar al proyecto "Guadalajara: Objetivo tus recuerdos", de la mano de la Diputación Provincial. “Recogemos los ocho y super ocho, porque otro tipo de soportes son más difíciles de encontrar, aunque sabemos que de la provincia hay 16 milímetros que rodó Camarillo y que ya recuperó el CEFIGU y Jose Antonio Ruiz Rojo. También estamos trabajando con sistemas magnéticos que son más nuevos, pero que tienen una obsolescencia más corta, con lo que probablemente en 2030, el 90% de las películas no se van a poder reproducir”.
Además, desde la Asociación, que cuenta con unos 13 socios, llevan a cabo otro tipo de actividades para dinamizar la cultura de los pueblos de la comarca desde la perspectiva audiovisual, como exposiciones, talleres o proyecciones e "invitamos a participar o asociarse a todas aquellas personas que puedan estar interesadas”, añade.
En la comarca de Molina y el Alto Tajo volvió a encontrar su propio lienzo en blanco y, de hecho, no ha parado de organizar iniciativas y actividades culturales, de participar en proyectos y llevar a cabo otro tipo de empresas. De esta manera, acabó formando parte del equipo que ha impulsado el proyecto del coworking Anida, de Molina de Aragón, que ha sido un revulsivo para emprendedores, productores y artesanos de la zona, con iniciativas como la recuperación de la Feria de ganado de San Miguel o el mercado comarcal "Qué bien sabe lo nuestro", entre otras muchas iniciativas más.
Consciente del alto coste que tenía para “La Cosechadora” la digitalización de los materiales, teniendo en cuenta el presupuesto disponible a partir de un convenio con la Diputación Provincial, decidió montar su propia empresa de digitalización, que compatibiliza con un proyecto de casa rural en Peralejos de las Truchas: “Pedí un préstamos y me compré una máquina semi-profesional de digitalizar en super ocho, que nos permite digitalizar casi a 4K”. Posteriormente, decidió adquirir otra digitalizadora de 16 milímetros, un soporte con el que estaba acostumbrada a trabajar en Uruguay: “Fue la segunda que fabricaron en España. La primera creo que la tiene la Filmoteca de Valencia. La de super ocho la estoy utilizando para el proyecto de La Cosechadora y la de 16, para trabajos profesionales, porque no existen apenas máquinas para digitalizar en este tipo y lo que hay son servicios profesionales poco asequibles, y mi máquina tiene muy buenas prestaciones, lo que, al principio, me permitió ser bastante competitiva. Por ejemplo, estuve digitalizando los archivos de una colección desde 1934, hasta los 70, para una película”.
Los primeros trabajos los llevó a cabo en Peralejos, pero ese escáner, señala, ha viajado hasta Montevideo: “Sigo siendo colaboradora del FAC. De hecho, cuando hacemos la muestra audiovisual de Peralejos me mandan selecciones de cortos experimentales y cosas de artistas de Latinoamérica. Estuve hace dos años digitalizando un archivo de un director que se tuvo que exiliar en la dictadura uruguaya y ahora estamos a la espera de conseguir dinero para que pueda ir para allá a continuar con labores de conservación de su archivo”, comenta.
Nerea Moreno es una artista integral, con un estilo muy ecléptico que en ocasiones raya el postmodernismo y un componente crítico, que de una manera u otra sobrevuela todas sus obras.
Vivir en Peralejos de las Truchas tampoco ha sido un impedimento para seguir alimentando esta faceta artística. De hecho, se acaba de embarcar en un proyecto internacional denominado“videodialogues” y coordinado por los artistas Henrike von Dewitz (Alemania) y Simon Svetlik (Slovenia) para realizar una serie de obras de video-arte colectivas : “Una especie de cadáver exquisito con artistas de seis países distintos”, comenta.
Dentro del colectivo Art fem Comarca de Molina ha llevado a cabo varias exposicione en las que ha dado a conocer algunas de sus originales propuestas, como sus trabajos realizados mediante la técnica de la Clorotipia, en hojas de árboles: “Esa obra viene de una investigación sobre mi propio archivo personal. A la hora de hacer mis trabajos de expresión plástica siempre he terminado trabajando con mi propio archivo. Creo que esa es la razón por la que me enganchó tanto el trabajo en el FAC. También tengo una obra de vídeo con audios de Whats App que guardé instintivamente cuando comenzó a funcionar esta aplicación y filmación y que ha estado en Brasil y en la Casa Encendida en Madrid”.
Además, son conocidos en la comarca y en algunos pueblos de la provincia los grandes murales que Nerea Moreno ha dejado pintados en sus muros y fachadas. “Con la película ‘La Noche que no se repite’ hice mi primer mural de grandes dimensiones dentro de la campaña de difusión de la película. Aunque yo ya estaba en España, me pidieron que la pintara en dos fachadas grandes en Montevideo y regresé allí durante 20 días para hacer el trabajo. En la comarca he hecho dos, uno en Alustante y otro en Megina, que ocupa todo el frontón y tiene 30 metros de largo por 12 de alto. He hecho otro en Canredondo y tengo previsto pintar un segundo mural en Alustante y estoy pendiente de dos proyectos en Tordellego y Tordesilos”.
Por otra parte, desde que regresó a España ha seguido trabajando como técnico teatral de manera intermitente, sobre todo en el Teatro Auditorio Buero Vallejo: “Al final sigo siendo técnico y es una manera de no perder el vínculo con el mundo del teatro. Además, he hecho escenografías y vestuarios para una compañía y he ido de técnico con ellos por aquí, por España”.
Y por supuesto, el volver a su pueblo no le ha impedido seguir formándose e investigando, por lo que actualmente participa en un proyecto de investigación sobre cine doméstico a nivel nacional, coordinado por el profesor Efrén Cuevas, de la Universidad de Pamplona: “Cuevas ha escrito un libro que se titula “La Casa Abierta” sobre cine doméstico y reciclaje y en este proyecto estamos investigando cómo funcionan las filmotecas, cómo tratan este tipo de materiales y cómo funcionan los proyectos independientes, como “La Cosechadora”. Este tipo de iniciativas son importantes porque no todas las provincias y comunidades autónomas tienen filmotecas, por lo que a algunas organizaciones les toca hacer esa función. Por ejemplo, en ‘La Cosechadora’ no tenemos la potestad, ni la sede, ni el apoyo de una filmoteca real, pero tenemos una equipación más correcta y más propia, e incluso a personas con formación específica, porque mucha de la gente que está en las filmotecas suelen tener una formación de archivo”, explica.
Por último, y por si todavía quedaba alguna duda, es una de las 100 personas (50 mujeres y 50 hombres) que van a cambiar el medio rural dentro del proyecto #G100 de la asociación de repoblación “El Hueco” que organiza la Feria Nacional para la Repoblación de la España Vacía (Presura). “Estamos desarrollando proyectos que puedan ser replicables y escalables para los pueblos relacionados con arte y cultura. Hemos tenido cuatro reuniones on line, hemos ido haciendo una serie de procesos y ahora estamos participando en la última reunión en Sigüenza para intentar cerrar las ideas y ver si se pueden implementar, dónde y cómo funcionaría”, indica.
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