Guadalajara tenía ayer una cita con el pensamiento. Un momento para desconectar y pararse un instante a reflexionar en algo fundamental a lo que nos enfrentamos infinidad de veces a lo largo del día, tanto en nuestra vida personal, como social: Encontrar soluciones a nuestros problemas. Y es que la Fundación Siglo Futuro traía una vez más a esta capital al escritor, filósofo y profesor José Antonio Marina, que en esta ocasión, que ya es la quinta, venía a presentar su libro “Historia Universal de las Soluciones. En busca del talento político”, que ya ha alcanzado su 4ª edición. Una obra de filosofía aplicada, con mucho método científico, de la que podemos extraer algunas lecciones útiles para nuestro día a día, pero que sin duda, tendría que ser el libro de cabecera de nuestros representantes políticos.
En el salón de actos de la Delegación de la Junta de Guadalajara, donde la Fundación Siglo Futuro celebra muchos de sus eventos culturales, como éste que se enmarcaba dentro del ciclo: “El autor y su obra”, Marina fue compartiendo algunas de las tesis de su libro, bien hiladas con chascarrillos para captar la atención de un auditorio que llenaba la sala a la mitad.
Recordaba el presidente de Siglo Futuro, Juan Garrido, que José Antonio Marina ha dedicado toda su vida de investigador a la elaboración de una teoría sobre la inteligencia, que comienza en la neurología y termina en la ética y que dentro de este proyecto ha escrito sobre distintos ámbitos como la creación, la voluntad, el entendimiento, el lenguaje, la educación, la ética, la religión o la política, entre otros.
El propio Marina aseguraba que tras toda una vida estudiando cómo funciona la inteligencia humana ha llegado a la conclusión de que su principal función es “solucionar problemas”. Según el filósofo, existen dos tipos de problemas, aquellos de carácter teórico o ético y esos otros que son problemas prácticos.
Los problemas teóricos son aquellos de tipo científico o matemático que, en cierto modo, considera más fáciles, puesto que se resuelven una vez conocemos la solución. Sin embargo, cuando se trata de un problema práctico no basta con conocer la solución, sino hay que ponerla en práctica y eso es más complicado.
También advirtió que en ocasiones el problema es identificar cuál es el problema, lo que complica la labor de buscar soluciones.
Hay muchas perspectivas y muchos ámbitos desde los que se puede estudiar la naturaleza de los problemas, sus posibles soluciones y las variables que intervienen en ellos, pero Marina entiende que sí que existe una técnica general para abordar todos los problemas vitales, porque lógicamente, un problema matemático sólo lo podrá resolver quien tenga este tipo de conocimientos previos. Para resolver este tipo de problemas vitales entiende que no se necesita una capacitación especial, “sino una actitud especial”.
En todos los problemas, además, hay un componente cognitivo, que requiere una serie de conocimientos, pero también afectivo muy fuerte, que muchas veces facilita, pero también puede complicar de manera extrema su solución.
En los problemas prácticos “nos movemos en dos vías al mismo tiempo: una es saber lo que hay que hacer y la otra es tener el valor, la decisión, el ánimo o la tenacidad para hacerlo”, argumentaba el filósofo.
En lo que se refiere a la cosa pública, hemos progresado en la resolución de muchos problemas políticos, pero ya en su libro “La biografía de la inhumanidad” apuntaba que “tenemos un comportamiento bastante torpe”. Hemos avanzado en muchos indicadores medibles como el nivel de vida, el respeto a los derechos, la salud, la longevidad, el número de niños que mueren al nacer, en el número de países con regímenes, en teoría, democráticos. Sin embargo, “periódicamente tenemos una serie de colapsos en los que todo lo que hemos construido se viene abajo”. Periodos que calificó como “descivilización”, que desembocan en “la peor manera de enfrentarse a los problemas que es la atrocidad”. Un ejemplo de este tipo de colapsos es el que vivió Alemania en la II Guerra Mundial.
Dice Marina que los enfrentamientos en la política, entendida como la convivencia en la ciudad, son inevitables, pero pueden plantearse en dos formatos. El primero es el conflicto, que pretende acabar con el enemigo y no pretende buscar una solución, sino una vitoria. El segundo, es el formato problema, en el que juega un papel importante la actitud de los diferentes actores y la posibilidad de alcanzar un punto de acuerdo. Es decir, si se plantea un problema, se puede buscar una solución.
La historia de España, recordaba, ha sido en toda su evolución muy conflictiva con el planteamiento de los problemas en este formato conflicto, con ejemplos representativos en los nacionalismos, en todo el periodo de la la Restauración, en el siglo XIX, con seis constituciones, innumerables golpes de Estado, que llegaron al siglo XX también con una enorme inestabilidad que desembocó en la Guerra Civil. A la muerte de Franco también parecía que se iba de enfrentar la situación desde el formato conflicto, pero sin embargo se termino abordando desde el formato problema “y se arreglo. Se pudo haber arreglado de otra forma, pero se alcanzó una solución que nos ha dado bastante buen resultado”, manifestó.
En los momentos actuales, según el filósofo, estamos asistiendo a una especie de “intensificación de la política del conflicto”, en la que se habla constantemente de la posibilidad de la guerra, de que ésta pueda ser nuclear, de la necesidad de incrementar el armamento o recuperar el servicio militar obligatorio.
Marina cree que se ha perdido la sensatez política, lo que ha generado una desafección generalizada de los ciudadanos hacia esa política mal entendida. La polarización y violencia que existe entre los gobernantes, considera el profesor, no se corresponde con los ciudadanos, pero acabará invadiendo también a la sociedad civil.
En esta línea, el filósofo explicó que la concepción de inteligencia individual es una abstracción porque la realidad es que depende del entorno en la que se ésta se está desarrollando. Existe una inteligencia compartida que se manifiesta cuando estamos interactuando y en el escenario actual lo que se necesita es mejorar esa inteligencia política, es decir, la de todos los ciudadanos de la polis y aumentar el talento político para resolver los problemas que surgen de la convivencia en la ciudad.
Y es que para el profesor se debe evitar a toda costa separar la sociedad civil, de la política, porque la sociedad civil es política en la medida en la que político es todo aquel que vive en la polis, aunque dentro de esos seres políticos haya algunos que, además, son gobernantes.
El problema surge cuando la política, entendida como el arte del gobierno, se ocupa sólo de gestionar y ejercer el poder y olvida la gran tarea de la política que es buscar soluciones a los problemas de la convivencia.
José Antonio Marina llegaba al final de esta cita con el pensamiento con una reflexión: “Cuando perdemos el sentido de lo que hacemos nos convertimos en insignificantes”.
Ojalá este libro, como deseaba Marina, llegue a esos gobernantes que se empeñan en la política del conflicto. Medio en broma o medio en serio, a preguntas del público, el escritor manifestó, al tiempo que hablaba de esta inteligencia compartida tan necesaria, que quizá su próximo libro sea una “Vacuna contra la estupidez humana” y, ciertamente, si finalmente llega, lo esperaremos como agua de mayo.