El reloj ha iniciado su cuenta atrás y en apenas unas horas, las localidades de Cogolludo y Espinosa de Henares podrían desvelar un secreto oculto por demasiado tiempo, envuelto en una trepidante historia a la que no le faltan pasiones, intrigas, luchas por el poder, venganza…
Coincidiendo con el Día de la Hispanidad y el anste sábado, 12 de octubre, a partir de las 22.30, en Televisión Española, se emite el documental “Colón ADN. Su verdadero origen” que de momento, confirma que entre los huesos exhumados en la Cateldral de Sevilla se encontrarían los de del Almirante que descubrió la existencia del Nuevo Continente y que, según anuncia, desvelará “la verdad jamás contada sobre uno de los personajes más enigmáticos de todos los tiempos”
En 2003, el doctor José Antonio Lorente, catedrático de Medicina Forense de la Universidad de Granada, y el historiador y profesor Marcial Castro, lograron exhumar los huesos de Cristóbal Colón y de su hijo Hernando de la Catedral de Sevilla. También exhumaron los de su hermano Diego (Giacomo) de la Cartuja de Sevilla. Unos restos que fueron cotejados con los que defienden hasta ocho tesis diferentes, entre las que se encontraría la alcarreña, sostenida por Alfonso Carlos Sanz Núñez, que retomaba las investigaciones iniciadas por su padre, Ricardo Sanz García, tras su fallecimiento, aportando nuevos datos que avalarían esos orígenes guadalajareños.
En el marco de este proyecto, hace unos años se exhumaban los restos de la iglesia de Santa María, en la villa ducal, donde la teoría alcarreña apunta que podrían estar los restos de Doña Aldonza de Mendoza, que según esta tesis sería la madre de Cristóbal Colón, e incluso los del propio Almirante.
El investigador siempre ha sostenido que en el caso de que los análisis no hallen coincidencias en el ADN no sería una evidencia suficiente para desmantelar esta investigación ya que no se tiene certeza de que los huesos de Santa María sean efectivamente los de Doña Aldonza.
Tal y como adelantan desde la cadena pública, el documental dará respuesta a los dos grandes enigmas que se esconden detrás de la figura de Cristóbal Colón: ¿Dónde está enterrado realmente Cristóbal Colón?, una sepultura que se disputan Sevilla y Santo Domingo y el que El Decano relataba en el reportaje “¿Es Cristóbal Colón alcarreño? Un enigma que se sigue escribiendo”, publicado hace ahora un año. Y la segunda, ¿cuál es su origen?, que los libros de historia sitúan en Génova (Italia), pero viene cuestionado por un sinfín de teorías con hasta 25 orígenes diferentes en lugares como Italia, Suecia, Noruega, Portugal, Francia, Inglaterra, Escocia, Hungría, Irlanda, Croacia, Galicia, Castilla, Cataluña, Valencia, Navarra, Mallorca...
“Después de años de espera, el misterio se desvela en su totalidad. Así que prepárate para quedarte con la boca abierta ante una historia que desafía el tiempo, las naciones y los secretos de la época”, avanzan desde La 1.
Lo cierto es que de confirmarse la tesis alcarreña con este minucioso estudio esta afirmación se quedaría incluso corta, porque no le faltan ni un sólo ingrediente a la investigación de Alfonso Carlos Sanz Núñez para ser un auténtico best seller de novela histórica: injusticias, dramas, amor, intrigas palaciegas, pugnas por el poder, un oscuro secreto y, por supuesto, grandes dosis de aventura.
Según esta investigación realizada a lo largo de décadas y generaciones, Cristóbal Colón nació en Espinosa de Henares el 18 de junio de 1435. Era hijo de Doña Aldonza de Mendoza, duquesa de Arjona y Señora de Cogolludo, entre otros títulos.
Doña Aldonza era hija de Don Diego Hurtado de Mendoza, Almirante de Castilla, y doña María de Castilla, hija reconocida de Enrique II de Trastámara. Fruto de estas nupcias, acaecidas en el año 1375, el Almirante de Castilla recibió como dote la villa de Cogolludo. Años más tarde, doña María fallecería y Don Diego Hurtado de Mendoza vuelve a casarse con Leonor de la Vega para ganar posición social “ya que se trataba de una mujer con muchos títulos”, explica el guía oficial de Cogolludo, Francisco Javier Segura. De este segundo matrimonio nacieron Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, García, Elvira, Teresa y Gonzalo.
A la muerte de su padre, Doña Aldonza recibió en herencia de su madre “las villas de Cogolludo, Loranca de Tajuña, El Pozo de Portillo, en tierra de Atienza y la posesión de Torralba, y del almirante heredó las villas de Tendilla, Cobeña, Algecilla, Palazuelos y Robredarcas, otros muchos lugares, unas casas principales en Guadalajara y buena suma de dineros”, señala Alfonso Carlos Sanz, en el artículo “Doña Aldonza de Mendoza, madre de Cristóbal Colón”.
Doña Aldonza contraería matrimonio con don Fadrique de Castro, hijo primero de Pedro [Enríquez], conde de Trastámara, Lemos y Sarriá, y de la condesa Isabel de Castro. Tras asumir la titularidad de la Casa de Lemos, tras la muerte de su padre, acaecida en 1400, Fadrique logró situarse sólidamente en la Corte alcarreña. Su posición se fortaleció poco después, el 26 de febrero de 1405, con este casamiento. Tal y como relata el historiador, don Fadrique era hombre “de gran valimiento gracias a su poderío y parentesco con los reyes”. De hecho, cuando “Juan II desposeyó de sus bienes al buen Condestable Ruy López de Dávalos en 1423, hizo a don Fadrique de Castro señor y duque de la villa de Arjona, título que heredó posteriormente doña Aldonza de Mendoza”.
La historia no deja en buen lugar a este duque, que sometió a Doña Aldonza a innumerables infidelidades, vejaciones y maltratos hasta su muerte en 1430.
Por otra parte, la relación de Doña Aldonza de Mendoza con su hermanastro, el marqués de Santillana, tampoco fue un jardín de rosas y fueron incontables los pleitos por las posesiones que la señora de Cogolludo había heredado. Finalmente, “Don Íñigo, Doña Aldonza, y el duque de Arjona, llegaron el día 10 de noviembre del año 1422 a un acuerdo, por el que, si Aldonza no tenía hijos, todos sus bienes pasarían a su hermanastro, guardándose doña Aldonza para sí y su esposo, desde junio de 1423, la posesión del Real de Manzanares, menos Guadalix, mientras Miraflores sería para Íñigo”, explica Francisco Javier Segura.
Dos días antes de morir Aldonza, en Espinosa de Henares, el 16 de junio de 1435, hace un testamento, que recoge algunas claves que podrían constatar el linaje de Cristóbal Colón. “Según esta tesis, ese testamento se hizo dos días antes de su fallecimiento, porque iba a dar a luz, y en esos casos era muy frecuente la muerte en el parto, como así ocurrió”.
A esa fecha, Doña Aldonza tendría la edad de 55 años. “Parece una edad muy alta para una mujer, pero existe el ejemplo de otra Mendoza que tuvo trillizos y era mayor que doña Aldonza”, argumenta el investigador.
En el testamento de Aldonza de Mendoza figura una orden para que se le paguen trece mil maravedíes a Cristóbal Genovés. En su último libro: “Cristóbal Cólón: una historia por completar”, Afonso C. Sanz atribuye la paternidad de Cristóbal Colón a este personaje misterioso a quien, posiblemente, se confiaría la custodia del recién nacido para evitar su desaparición, pues sería el heredero natural de toda la fortuna de la duquesa, y ello dejaría sin herencia al hermanastro de doña Aldonza, el marqués de Santillana.
Los dos testigos del fallecimiento de la duquesa, Fray Esteban de León, prior del Monasterio jerónimo de San Bartolomé de Lupiana y Juan de Contreras, criado de la duquesa, dieron cuenta del nacimiento de dos niños, Alfón el Doncel y Rodrigo de Mendoza, en dos documentos posteriores al fallecimiento de la duquesa. La tesis desgrana una serie de testimonios y prebendas que confirmarían la existencia de este parto gemelar. Uno de los niños, Alfón el Doncel, fue asesinado a los cinco años, mientras que de Rodrigo de Mendoza, no se sabe nada.
“¿Fue ocultado por el prior del monasterio de Lupiana como donado para evitar un final como el de su hermano? ¿Dónde adquiere Colón los conocimientos de aritmética, geografía, matemáticas y astronomía, que luego le servirían para hacer los cálculos oportunos que le llevaron a emprender la aventura, rumbo a las Indias, en busca de una nueva ruta comercial?”, se cuestiona Alfonso Carlos Sanz.
Mientras tanto, se sigue escribiendo el destino de Cogolludo, que tras la muerte de Doña Aldonza, fue disputada entre el hermanastro de ésta y su primo, pero finalmente, sería reintegrada a la Corona.
Fue entonces cuando el Rey Juan II de Castilla hizo donación a Fernando Álvarez de Toledo, conde de Alba, del Señorío de Cogolludo, «pero tuvo la villa muy poco tiempo en su poder», señala el guía oficial. El conde de Alba, «no quedando muy satisfecho con la donación Real», accede a la propuesta de permuta del tercer conde de Medinaceli, Don Luis de la Cerda, que queda plasmada en un documento dado en Olmedo (Valladolid) en 1438. A través de esta permuta, «se cambian los dominios de tal manera que el tercer conde de Medinaceli se queda con Cogolludo y Loranca y el conde de Alba, con las villas de tierra de Plasencia», con lo que los dos condes obtienen propiedades más cercanas a sus posesiones
“Al llegar Colón a Sevilla, procedente de Portugal, se dirigió al duque de Medina Sidonia para ofrecerle su proyecto, siendo rechazado. Con posterioridad, el duque de Medinaceli le mandó llamar, y "“se informó del muy particularizadamente” ¿le reveló su identidad y le solicitó ayuda a cambio de no darla a conocer, puesto que le habían robado su herencia?”, especula Alfonso Carlos Sanz. De hecho, Cristóbal Colón recibió el apoyo del duque de Medinaceli, Luis de la Cerda, y del cardenal Pedro González de Mendoza, para que éste fuera recibido en audiencia por los Reyes Católicos, y también otro Mendoza, Lorenzo Suárez de Figueroa, le abre la puerta ante la realeza francesa, para dar a conocer su proyecto.
Otro de los elementos sobre los que se sostiene la tesis alcarreña es una carta que escribe el duque de Medinaceli al Cardenal Mendoza, que se encontraba en esas fechas en Cogolludo, dando cuenta de que Cristóbal Colón ha regresado de su expedición y se encuentra en Portugal. “Esta carta está fechada en el 19 de marzo de 1493 “en la my villa de Cogolludo”. Hasta ahora era el primer documento escrito del descubrimiento de América, pero el 16 de junio de 2019, el periódico ABC daba cuenta del hallazgo de una misiva del rey Juan II de Portugal a Fernando el Católico, con fecha de 4 de marzo de 1493, encontrada en el Archivo de la Nobleza, en Toledo, que pertenece al duque de Medinaceli, dando cuenta de la llegada de Colón a Lisboa”, explica Alfonso Carlos Sanz.
Cuando Colón llega a Portugal, como consecuencia de una tempestad que le obliga a refugiarse en el puerto de Sintra, escribe tres cartas: “Una a Luis de Santángel, quien había puesto parte del dinero para la expedición; otra a Gabriel Sánchez, que es el secretario del Rey Fernando y otra al duque de Medinaceli, que es la que está perdida”.
La que se conserva es la carta del duque de Medinaceli al Cardenal Mendoza en la que “le escribe para darle cuenta de que Colón ha llegado de vuelta a Lisboa y ha encontrado todo lo que iba buscando, y para pedirle apoyo para que sus naves puedan ir a las Indias. Todavía no sabían que era un nuevo continente, pero como tenía la certeza de que había oro, perlas y sobre todo especias, le pide autorización y que le apoye ante los reyes para poder enviar sus barcos siguiendo esa nueva ruta”
Esta carta de Cogolludo es muy importante, según el historiador, porque “hay un detalle que nos lleva a la conclusión de que entre el duque y Colón había una relación muy personal, dado que en esta carta informa al cardenal de que ha tenido al Almirante en su casa durante dos años, y un duque, en aquella sociedad poco permisiva, en la que el nacimiento condicionaba al individuo de por vida, a un lanero, vinatero o marinero al que tomaban por un plebeyo imaginativo y hablador, mal vestido y con mucha necesidad, no es creíble que le aloje durante dos años en su casa sin más, sólo ante el ofrecimiento de una idea que parecía irrealizable”, argumenta.
La misiva, por tanto, evidenciaría la vinculación de Cristóbal Colón con los duques de Medinaceli. Según el investigador, los señores de Cogolludo “quieren ocultar que Colón pertenece a la familia dado que, sólo si Aldonza fallecía sin descendencia, el heredero sería el marqués de Santillana”.
Para Alfonso C. Sanz Núñez, por lo tanto, existirían varias evidencias de la verosimilitud de esta tesis: La mencionada carta; el testamento de doña Aldonza de Mendoza, en el que se nombra un Cristóbal Genovés; los dos niños que aparecen y desaparecen a la muerte de la doña Aldonza y los antecedentes de gemelos en su estirpe, pero además, el escudo de Cristóbal Colón “en el que figuran como armas familiares las cinco anclas del Almirante de Castilla, don Diego Hurtado de Mendoza, y la divisa de la Banda Real de Castilla, a la que pertenecen las familias Mendoza y Medinaceli, también esculpida en el escudo del sepulcro de doña Aldonza de Mendoza”, concluye.