Para que la economía española no se desplome como un castillo de naipes es necesario crear primero unos cimientos sólidos basados en la productividad para atraer la inversión y la actividad empresarial y después exigir una mejora de salarios, que impulsen el poder adquisitivo, y una reducción de jornada
En medio de la actual polémica social por la flexibilización del mercado laboral, más allá de los distintos problemas sectoriales, y la necesidad de salarios más altos muchos están pasando por alto el problema de la productividad. El gran reto de la economía española. Las cifras demuestran que aquellos países con niveles de productividad más elevada son precisamente aquellos que destacan por su mayor dinamismo en renta per cápita.
Es decir, que si queremos ganar más y trabajar menos es impepinable mejorar la productividad. Este círculo virtuoso serviría, además, para acabar con otro de los problemas estructurales en España, la ocupación. Para lograr avanzar en estas dos variables, los expertos consideran básico crear primero un clima atractivo a la inversión y a la actividad empresarial.
La urgencia social, sin embargo, nos está llevando a construir la casa empezando por el tejado. El ciclo normal de acontecimientos para la mejora de la renta per cápita pasa por impulsar la actividad, incrementando las tasas de empleo y eso generará como resultado la mejora de los niveles salariales y la reducción de la jornada laboral.
Cambiar el curso natural estos factores tiende a acabar en desastre. Los expertos recuerdan que, en un escenario de insuficiente progreso de la productividad por hora trabajada, la reducción de la jornada conlleva, a su vez, un deterioro de la productividad por trabajador y, en consecuencia, de la competitividad económica y de la capacidad de creación de empleo y crecimiento de una economía a medio y largo plazo.
Uno de los grandes problemas de España a la hora de reducir la brecha respecto a la UE en la última década se debe a que la productividad ha crecido u 4,2% en este período, apenas la mitad del crecimiento experimentado por la media europea. Por el contrario, la jornada media se ha reducido un 3,4% muy por encima del 2% en la UE.
Mayor cualificación y empresas más grandes
La ineficiencia productiva, el insuficiente desarrollo del I+D, los problemas estructurales del sistema laboral marcado por la baja cualificación y la alta temporalidad y la alta dependencia del sector turístico, estructuralmente poco productivo, son algunas de los factores que nos dejan atrás respecto al resto de economías europeas.
A ello se suma unos desproporcionados niveles de absentismo en España. Según un informe de Adecco Group, la tasa de absentismo en el segundo trimestre de 2024 ha sido del 6,9%. Aunque supone un descenso de 0,4 puntos respecto al trimestre anterior ha aumentado en 0,2 puntos respecto al mismo trimestre del año pasado.
Eso equivale, teniendo en cuenta la jornada pactada y las horas de absentismo, a que 1,2 millones de asalariados no trabajaran durante ese período con un especial impacto en la industria, precisamente uno de los sectores más productivos.
Para cerrar la brecha con Europa no solo sería necesario frenar esta sangría, sino que además haría falta una explosión de productividad basada en una mayor cualificación profesional, una apuesta decidida por la innovación y aumentar el tamaño de las empresas. El dato es demoledor. En España, las pymes suponen el 99,8% de las empresas, que aportan el 65 PIB y el 66% del empleo empresarial total.
Para crear los cimientos de una economía sana, lo primero debe ser atraer más inversión con una estrecha colaboración entre el sector público y el privado y profundizar en el desarrollo tecnológico. Lo demás vendrá después.
Julio Muñoz. Periodista de información económica y experto en comunicación.