Manos sucias

Han pasado casi dos semanas desde que saliera a la luz el escandaloso y, siempre presunto, caso de pederastia en el colegio Maristas Champagnat de Guadalajara en los años 80 por parte de Antonio Tejedor Mingo, conocido como ‘El Morsa’, por el gran bigote que lucía en aquellos años. 

Dos semanas desde que un antiguo alumno denunciara públicamente haber sido testigo de abusos sexuales a niños de entre 12 y 14 años, una información que se publicó en El País, medio que en 2018 abrió una investigación sobre la pederastia en la Iglesia española, tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos y ha elaborado un dosier con cientos de testimonios entregado a la Conferencia Episcopal y al Defensor del Pueblo. 

Tras conocer este caso, El Decano habló con varios antiguos alumnos que corroboraron esta versión. Y podemos asegurar que nuestras fuentes son de absoluta solvencia. Incluso conocemos el testimonio de una víctima que prefiere mantener su caso en secreto por las consecuencias psicológicas que arrastra desde entonces y hasta el día de hoy. Hemos seguido el caso de Guadalajara y no dejaremos de hacerlo hasta que alguien desde la institución marista nos confirme los resultados de la investigación que se ha abierto en el colegio de Guadalajara.

Insistimos, han pasado dos semanas en las que la única ‘medida cautelar’ que se ha adoptado ha sido apartar de su cargo como delegado de Maristas Ibérica en la ongd SED a Antonio Tejedor, y dos semanas en las que el silencio por parte de la organización viene siendo la tónica, remitiéndose a un comunicado oficial en el que se pide perdón a las víctimas “por no haber sabido protegerlas” y se insiste en la existencia de un departamento de protección del menor desde el año 2011.

El interés de este medio por los presuntos abusos sexuales cometidos por este ex profesor no es una caza de brujas. No busca que nadie se siente en el banquillo, entre otras cosas porque, en caso de existir delito, ya habría prescrito según la nueva Ley de Protección a la Infancia y la Adolescencia frente a la violencia. Nuestro interés radica en la necesidad de que se ofrezca información veraz sobre lo ocurrido por parte de la Orden de los Hermanos Maristas. Porque víctimas ha habido en Guadalajara, y no pocas. Y testigos también, muchos de los cuales han pasado página y prefieren guardar bonitos recuerdos del centro educativo. 

La protección de los menores es obligación de todos pero, en especial, debe de serlo por parte de aquellas personas que se convierten en sus referentes en edades tan tempranas: familias, profesores, entrenadores, tutores,... Un adulto que abusa de la inocencia de un niño es, simple y llanamente, un monstruo. Y quienes le protegen y ocultan se convierten en sus cómplices. 

Uno de los testigos de los presuntos abusos en Maristas aseguraba a esta Redacción que “lo de ‘El Morsa’ era un secreto a voces”. Y si los alumnos del centro lo sabían y lo comentaban, dudamos muy mucho que el equipo directivo de aquellos años lo desconociera. Y lo peor es que, de demostrarse, lo consintiera y dejara a los críos en manos de este presunto pederasta durante años.

Antonio Tejedor debería dar la cara. Si es totalmente inocente, para defenderse de unas acusaciones tan graves. Y si se demostrase que es culpable, para pedir perdón a las víctimas por haber acariciado sus cuerpos inocentes con sus sucias manos. Y también para disculparse con sus hermanos Maristas, el centro educativo de Guadalajara y la Ongd de la que hasta ahora era delegado, porque les está haciendo un flaco favor y está ensuciando sus nombres. 

Marcelino Champagnat, fundador de la Congregación Hermanos Maristas en 1817, canonizado en 1999 por el Papa Juan Pablo II y un ejemplo de educador y de cristiano, dijo en una ocasión: “Para educar, para formar a un niño, hay que merecer su respeto y obediencia. La educación es pues, y ante todo, fruto del buen ejemplo”. Si el santo levantara la cabeza…