Lejos de las exageraciones que se ven en la gran pantalla sobre el ritual, este sacerdote realiza su trabajo con respeto y sin miedo: "Cuando sabes que estás en el bando de los vencedores el que realmente tiene miedo es el demonio porque sabe que sale perdiendo en cada exorcismo"
El próximo 25 de octubre se estrena en los cines españoles la película ‘Libera Nos, el combate de los exorcistas’, un documental dirigido por Giovanni Ziberna y Valeria Baldan, producido por Sine Sole Cinema de la mano de Goya Producciones y European Dreams Factory. Patrocinada por la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), es la única producción que cuenta con la aprobación oficial de esta importante Asociación reconocida por el Vaticano.
El largometraje, con formato de docudrama, incluye entrevistas a exorcistas, peritos, psiquiatras y psicólogos y ofrece información real y objetiva, sin fantasías, sobre las tácticas del diablo y el modo de hacerles frente. Es una síntesis de las experiencias de casos reales de liberación de la posesión diabólica vividas por los casi 900 miembros de la AIE.
Antes del estreno de la cinta, El Decano de Guadalajara ha conversado con el sacerdote delegado por el Obispado de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara para realizar exorcismos en la provincia. Prefiere que no revelemos su nombre. Desde hace diez años se encarga de liberar del demonio a los guadalajareños que han sido objeto de posesiones, tanto en el medio rural como en el urbano. No ofrece cifras de los exorcismos que ha realizado, ya que se trata de un asunto que, por privacidad, ni se archiva, ni se registra, ni se publicita.
A lo largo de una década ha luchado contra el diablo. Y a día de hoy lo sigue haciendo. Afronta su trabajo con respeto pero sin miedo. Con una oración, una cruz y agua bendita como únicas armas. "La actitud de un sacerdote en un exorcismo no es la de tener miedo. Tienes miedo cuando temes que puedes perder, pero cuando sabes que estás en el bando de los vencedores el que realmente tiene miedo es el demonio porque sabe que sale perdiendo en cada exorcismo. Porque sabe que está vencido, que no tiene nada que hacer. Puede resistirse pero nada más. Acudes con respeto porque sabes a quién te enfrentas, pero sabes que si haces las cosas como tienes que hacerlas y estás apoyado en Dios no te va a pasar nada".
Este sacerdote y, en general todos los exorcistas con los que cuenta la Iglesia católica, están muy molestos con la imagen que se ofrece en las películas de terror sobre este ministerio. Giros de cabeza de 360 grados, vómitos verdes, personas caminando como animales y subiendo por las paredes y un largo etcétera de situaciones extraordinarias. Nada más lejos de la realidad: “Todo es mucho más sencillo de lo que sale en las películas, donde hay mucho espectáculo, mucho morbo y mucha exageración y todo está totalmente distorsionado. Nosotros lo único que hacemos es rezar”, afirma.
Los sacerdotes exorcistas deben respetar estrictamente las normas y prácticas que la Iglesia indica en la Praenotanda del ‘Rito de los Exorcismos’.
En este documento se detallan dos tipos de exorcismos "para la lucha espiritual contra el poder del diablo". Los menores son ciertas oraciones utilizadas con personas que se preparan para convertirse en miembros bautizados de la Iglesia. Piden la ayuda de Dios para que la persona que va a ser bautizada se mantenga a salvo del poder de Satanás o protegida de una manera más general de la tentación.
Desde la Asociación Internacional de Exorcistas se recuerda que el exorcismo simple también puede ser una súplica, una invocación de ayuda o una petición dirigida a Dios para que intervenga y libere a una persona, lugar u objeto "de la acción extraordinaria del demonio y de su nefasta influencia". Por ello, este ritual también se realiza sobre casas, objetos, lugares o animales, cuando están sometidos a la "acción diabólica extraordinaria" que la Asociación denomina "infestación".
En cuanto al exorcismo mayor solemne, también llamado gran exorcismo, se trata de una acción litúrgica "que intenta expulsar los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia".
El ministerio de exorcizar a los posesos se concede por una licencia peculiar del obispo de cada Diócesis, licencia que sólo debe ser concedida a un sacerdote "piadoso, docto, prudente y con integridad de vida y preparado para este oficio específicamente".
La actuación con la persona supuestamente poseída comienza con una reunión previa para conocer el caso. Si se detecta que puede tratarse de un problema psiquiátrico y no de una posesión, el exorcista no actúa. Según se afirma en el libro del Ritual, no se puede realizar el exorcismo "hasta que no esté seguro con certeza moral de que quien va a ser exorcizado está realmente poseído por el demonio y, si es posible, contar con su consentimiento".
Según la experiencia probada de la Iglesia, los signos de la posesión del demonio son: hablar en un lenguaje desconocido con muchas palabras o entender al que lo habla; descubrir acontecimientos distantes y secretos; mostrar una fuerza superior a la naturaleza y edad de la persona poseída; una aversión vehemente hacia Dios, al nombre de Jesús, a la Virgen María, a los santos, la la Iglesia, a la palabra de Dios, a sus ritos -especialmente los sacramentales- y a sus imágenes sagradas. En los casos que afecten a una persona no católica, el asunto debe consultarse con el Obispo diocesano.
El exorcismo debe realizarse de tal manera que "manifieste la fe de la Iglesia y nadie pueda considerarlo como una acción mágica y supersticiosa”. Se debe evitar que se convierta en un espectáculo para los presentes y nunca se debe admitir a ningún medio de comunicación social mientras se realiza, ni tampoco antes de llevarlo a cabo. Una vez celebrado, ni el exorcista ni los presentes pueden divulgar la noticia, “guardando la debida discreción".
Los sacerdotes exorcistas deben respetar estrictamente las normas y prácticas que la Iglesia indica en la Praenotanda del ‘Rito de los Exorcismos’//Imagen: AIE.
Según relata a El Decano el sacerdote encargado de los exorcismos en la Diócesis, el rito comienza con la aspersión del agua bendita, con la cual se recuerda la purificación bautismal y el atormentado se defiende de las insidias del enemigo. El agua puede bendecirse fuera o dentro del rito antes de la aspersión y, si es oportuno, junto con una mezcla de sal.
Sigue la oración letánica con la cual se implora la intercesión de todos los santos sobre el atormentado. Después de estas preces, el exorcista puede recitar uno o varios salmos que imploran "la protección del Altísimo y proclaman la victoria de Cristo sobre el Maligno". Los salmos pueden decirse de modo corrido o responsorial. Terminado cada salmo, el exorcista puede añadir una oración sálmica.
Luego se proclama el Evangelio, "como signo de la presencia de Cristo quien, por su propia Palabra en la proclamación de la Iglesia cura las enfermedades de los hombres". A continuación el exorcista impone las manos sobre el atormentado, con lo cual se invoca el poder del Espíritu Santo, "para que el diablo salga de aquel que por el bautismo fue hecho templo de Dios". Se recita, entonces, el símbolo de la fe, o bien, se renueva la promesa de fe bautismal con la abjuración previa a Satanás.
Sigue la oración dominical, "con la cual se implora al Dios y Padre nuestro que nos libre de todo mal".
Terminados estos ritos, el exorcista muestra al atormentado el crucifijo "que es fuente de toda bendición y gracia", y se hace la señal de la cruz sobre él señalando así la potestad de Cristo sobre el diablo. Finalmente dice la fórmula deprecativa, con la cual se ruega a Dios para que el diablo salga del atormentado. El rito concluye con el canto de acción de gracias, con la oración y la bendición.
La oración que se reza en los exorcismos es la 'Oración a San Miguel Arcángel': "San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes. Y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".
Cabe destacar que habitualmente son necesarias varias sesiones para que el exorcismo sea efectivo.
En febrero de este año, tras los trágicos sucesos ocurridos en las afueras de Palermo, donde un hombre mató a su mujer y a sus dos hijos asegurando que estaban poseídos por Satanás, la Asociación Internacional de Exorcistas emitió un comunicado para precisar que "la naturaleza del exorcismo en la Iglesia católica nada tiene que ver con prácticas mágico-rituales de resultados violentos".
La Asociación ha mostrado además su preocupación por el creciente número de ofrecimientos de exorcismo por parte de autodenominados exorcistas, que a menudo utilizan la web y las redes sociales no sólo para publicitar su ‘profesión’, sino para ejercerla ‘a distancia’, además de en persona. "En todos estos casos, se sabe con certeza y sin excepción que se trata de personas no autorizadas, falsas y fraudulentas, que explotan el dolor y la credulidad de la gente, aprovechándose de la ignorancia y superficialidad religiosa de la que, por desgracia, hoy en día son víctimas muchas personas", se afirma en la nota.
La AIE advierte que los criterios para distinguir a estos estafadores no se refieren a la apariencia con la que se presentan, ni a lo que afirman: “A menudo, en efecto, hacen alarde de rostros sonrientes, modales tranquilos, entornos saturados de imágenes sagradas o representaciones de ángeles buenos, etc. También afirman actuar por desinterés, ser creyentes en Dios, ser buenos cristianos, contar con la ayuda de espíritus buenos o incluso de santos, etc".
Sin embargo, alerta de que estas intervenciones no son gratuitas y además estos estafadores no poseen un mandato oficial de la Iglesia para poder actuar. "Tal vez no inmediatamente, pero ciertamente más tarde, estos estafadores exigirán dinero: en concepto de honorarios o de ofrenda. Entonces no se excluye, en algunos casos, que estas personas intenten explotar a sus clientes no sólo económicamente, sino también sexualmente, con el pretexto de que tales actos sirven para ahuyentar el mal".
Por ello, se recuerda a los posibles incautos que "la Iglesia católica, en su doctrina, siempre ha enseñado que el ministerio del exorcismo debe ser desempeñado gratuitamente, y entre los criterios para discernir la idoneidad para ejercer el ministerio de exorcista siempre ha destacado el de ser ajeno a toda codicia de bienes humanos".
La Asociación Internacional de Exorcistas, con sede en Roma, fue fundada en 1994 por los exorcistas Gabriele Amorth y el padre René Chenesseau. El actual presidente es monseñor Karel Orlita y el vicepresidente es el padre Francesco Bamonte. Aprobada por la Santa Sede, el 13 de junio de 2014, como Asociación privada de fieles de derecho pontificio, con personalidad jurídica, está destinada principalmente al servicio de los sacerdotes que ejercen el ministerio del exorcismo en la Iglesia a través de formación, apoyo, encuentros, colaboración con las iglesias locales, etc. Además, promueve el correcto conocimiento de este ministerio, realiza estudios sobre el exorcismo en sus aspectos bíblicos, dogmáticos, litúrgicos, históricos, pastorales y espirituales y colabora con expertos, sobre todo, en medicina y psiquiatría que sean competentes también en las realidades espirituales.
Cuenta con más de 900 exorcistas socios en el mundo y aproximadamente 130 auxiliares. En los países de lengua española son aproximadamente 100 sacerdotes exorcistas y 25 auxiliares.
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