Carnaval: Fiesta de las fiestas

23/02/2025 08:00 AM
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Imagen: 'Una función de máscaras' (Entierro de la sardina). Francisco de Goya, Museo del Prado, 1814-1816.
Imagen: 'Una función de máscaras' (Entierro de la sardina). Francisco de Goya, Museo del Prado, 1814-1816.

En esta celebración se lleva a cabo el cambio de roles desempeñados por unos y otros el resto del año, de lo que ha dado buena muestra el folklore de la época invernal en muchos pueblos de la provincia de Guadalajara

 

 

De entre todas las fiestas de la fiesta, sobresale una por encima de todas: el Carnaval, la que es considerada por su universalidad, espectacularidad y simbolismo, como la  máxima expresión por excelencia del jolgorio y el regocijo.

 

Los arqueólogos creen que sus orígenes hay que buscarlos en la noche de los tiempos, en el Neolítico, cuando personajes enmascarados bailaban para acrecentar las cosechas. Avanzando en la historia, 2000 años a. n. e., de Babilonia, nos ha llegado este relato de Berosus, un sacerdote del dios Baal, en el que nos describe una farsa donde por unos días reinaba la más absoluta libertad de costumbres y se invertían los papeles sociales…, para volver después a la 'normalidad':

 

"…la época de Sacaea (fiesta anual) donde, durante cinco días, los estatus sociales quedaron totalmente trastocados: los esclavos tomaron el lugar de los amos, los hombres se vistieron de mujeres y se sometieron. Todo esto fue un pretexto para un espléndido libertinaje en el que lo prohibido no tenía cabida. En esta lógica, el propio Rey tuvo que ceder su lugar a un prisionero que, durante este período, pudo dar rienda suelta a su fantasía y llegó incluso a acostarse con las esposas reales. Desgraciadamente, la vida del prisionero termina la quinta noche cuando despojado de su traje, es azotado antes de ser empalado o ahorcado”. (Fabre, Daniel, 'Carnaval ou la fete à l’envers', París, Gallimard, 1992. Traducción de Google).

 

En la antigua Roma, las fiestas saturnales en honor de Saturno, las bacanales dedicadas a Baco y las lupercales, ofrecidas a Fauno Luperco, se convirtieron en celebraciones colectivas donde se daba curso al júbilo desenfrenado, a la expresión de emociones naturales y profundas, de ordinario reprimidas por las leyes y códigos de conducta imperantes. Esta manifestación expansiva de las clases populares no fue capaz de contenerla la Iglesia y fue extendiéndose por toda Europa y desde ésta pasó a América con la colonización. 

 

 

Camassei, Andrea, “Fiestas lupercales” (hacia 1635).Museo Nacional del Prado.
Imagen: Camassei, Andrea, 'Fiestas lupercales' (hacia 1635). Museo Nacional del Prado.

 

Don Carnal y Doña Cuaresma

 

En la Edad Media, estas festividades tuvieron su continuidad en el Carnaval, pues con la llegada del cristianismo, éste impuso un periodo de ayuno y abstinencia, -carnaval, expresión que en latín vulgar significa carnem-levare, 'abandonar la carne'- por lo que, a modo de compensación, se dedicaron los días previos a grandes diversiones y excesos.

 

Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, hombre que empleó la sátira social, especialmente contra la corrupción de la iglesia -"donde hay mucho dinero hay mucha bendición"-, autor de 'El libro del Buen Amor', en el que nos ofrece la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma, el primero como la representación de la cara lúdica de las personas y, la segunda, ofreciendo su perfil más serio:

 

"Acudió Don Carnal, valiente y esforzado, de gentes bien armadas muy bien acompañado” […] "los patos, las cecinas, costillas de carneros, piernas de puerco fresco, los jamones enteros, las tajadas de vaca, lechones y cabritos, luego los escuderos: muchos quesuelos fritos".

 

"Las mesnadas de Doña Cuaresma estaban formadas por sardinas, mielgas, verdeles, jibias, atunes, barbos, merluzas, sabogas, delfines, sábalos, sollos o lijas, además de lejanas anguilas de Valencia saladas y curadas, cazones de Bayona, camarones del Henares y el Guadalquivir, langostas de Santander, besugos de Bermeo, lampreas de Sevilla, congrio de Laredo y salmón de Castro Urdiales". (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. 'El Libro del Buen Amor').

 

Don Carnal y Doña Cuaresma. Procedencia ilustración: desconocida
Don Carnal y Doña Cuaresma//Procedencia ilustración: desconocida

 

 

El Carnaval en Guadalajara

 

En estas celebraciones se lleva a cabo el cambio de roles desempeñados por unos y otros el resto del año, de lo que ha dado buena muestra el folklore de la época invernal en muchos pueblos de la provincia de Guadalajara:

 

"Son actos desenfrenados o prohibidos durante el resto del año que ahora se realizan con toda tranquilidad por ser el Carnaval el tiempo de la permisividad y de la alegría incontenida por excelencia.

 

(¡Calle por tanto quien no pueda salir a la palestra del Carnaval!)

 

Salen máscaras que significan muchas cosas: desde la inversión del sexo o del papel social (por ejemplo, el monaguillo se viste de obispo y dice misa y el pastor monta en el caballo del amo, vistiendo como él, a sabiendas de que mañana será otro día y que el palo resonará sobre sus costillas); el pasar inidentificado (para ello se tapan la cara, que es el espejo del alma), y así lo hace la mayor parte de las 'botargas' de Guadalajara y aún algunos personajes carnavalescos más; al tiempo que se procura cambiar la voz para no ser reconocidos (utilizando chiflos -como sucede con los 'Vaquillones', de Villares de Jadraque-, o formas afeminadas -tales como las 'Mascaritas', de Almiruete-).” (López de los Mozos, J.R., 'A propósito del Carnaval'. Cuadernos de Etnología de Guadalajara. Nº 36.2004).

 

Durante unos días, el 'descontrol organizado', en tanto que permitido, se apoderaba de pueblos y ciudades. Los siervos y los campesinos de ayer, los obreros y empleados de nuestros tiempos, levantaban la cabeza y, desde el poder, se condescendía con su crítica a los gobernantes y eclesiásticos, algo que no fue consentido en época de gobiernos autoritarios, como queda especificado en este bando de 1865 el  Ayuntamiento de Guadalajara, siendo alcalde Román Atienza y Baltueña:

 

"Quedan prohibidos los disfraces obscenos, y también el uso de los distintivos propios de las autoridades y funcionarios públicos de cualquier clase, é igualmente el de los hábitos religiosos" (Artículo 2 del Bando de Carnaval, emitido el 25 de febrero de 1865 por el Ayuntamiento de Guadalajara).

 

Bando de Carnaval de 1865 en Guadalajara. Fuente: Archivo Municipal del Ayuntamiento de Guadalajara:AMGU. 486608.
Bando de Carnaval de 1865 en Guadalajara//Fuente: Archivo Municipal del Ayuntamiento de Guadalajara: AMGU. 486608.

 

Incluso eran  vedadas hasta las fiestas particulares en esos días. Y así fue, en 1824, siendo alcalde de Guadalajara, Leandro Becerril, en plena 'ominosa década' o gobierno absoluto del Rey Fernando VII:

 

"Y también prohíbo toda reunión en casas particulares, ya sea con pretexto de ba(i)le, o comedia ú otra cualquier diversión (b)ajo de iguales multas y penas". (AMGU403735)

 

O fueron prohibidas taxativamente durante la dictadura del general Franco:

 

"Gobierno civil. Circular nº 29

El Excmo. Señor Ministro de la Gobernación, en telegrama circular nº 6, me dice lo que sigue:

 

'Por Orden Ministerial esta fecha, se mantiene prohibición absoluta fiestas de carnaval. Sírvase Vuecencia dar exacto cumplimiento de esta Orden, prohibiendo no solo actos y vía pública, sino también fiestas e sociedad o empresa que acostumbraban celebrase con ocasión del carnaval'.

 

Lo que se hace público en este periódico oficial para general conocimiento y cumplimiento.

 

Guadalajara, 13 de enero de 1940.

 

El gobernador: José María Sentís" (BOPGU, 16-01-1940).

 

Una orden que siguió repitiéndose a lo largo de  muchos años, siendo castigados con multas aquellos que, por ignorancia o desacuerdo, la incumplían sufriendo con ello la imposición de multas, como les sucedió a:

 

"… Nemesio Galán Sanz, Miguel Martínez GarcíaAlejandra Hernández Maestro y Benita Galán Novella, vecinos de Selas, multados con 150 pesetas cada uno por contravenir las disposiciones del carnaval". (Nueva Alcarria, 15-03-1941).

 

Pero el Carnaval se recuperó, con el resto de las libertades, tras la muerte de Franco, y así lo cantaron en Cádiz:

                          "Porque nos jémo enteráo

                          de que la cosa ha cambiáo

                              y  ya se puée  largá…"

                    (De la comparsa 'Nueva Andalucía')

 

En Guadalajara, los carnavales volvieron a celebrase en el año1981, con la particularidad que quedó totalmente prohibido el uso de caretas.  

 

“Autorretrato de máscaras”, James Ensor (1889). El pintor se retrata como una máscara más, un disfraz de sí mismo.
'Autorretrato de máscaras', James Ensor (1889). El pintor se retrata como una máscara más, un disfraz de sí mismo.

 

La máscara

 

Si hay un objeto que representa al Carnaval ese es la máscara, definida así por el diccionario de la Real Academia Española, no es sino: "Figura que representa un rostro humano, de animal o puramente imaginario, con la que una persona puede cubrirse la cara para no ser reconocida, tomar el aspecto de otra o practicar ciertas actividades escénicas o rituales".

 

En la vida diaria de cada uno de nosotros también tapamos nuestra verdadera naturaleza con nuestra 'personalidad', ese antifaz que todos llevamos puesto, ese rostro compuesto para ofrecer nuestra mejor versión, que expresamos también con el modo de vestirnos, de comportarnos… Pero nuestra verdadera 'idiosincrasia' solo se revela en situaciones límite. Nacemos sin máscara y nos comportamos sin ella cuando somos niños, después la llevamos toda la vida y solo volvemos a desecharla en la senectud.

 

Luego el disfraz va siempre con nosotros. Solo lo cambiamos por otro durante unos días. Un periodista madrileño del siglo XIX, Mariano José de Larra, crítico con la hipocresía de la moral dominante en la sociedad de su época, nos dejó dicho al respecto en su artículo 'El mundo todo es máscaras. Todo el año es carnaval':

 

"Ya lo ves; en todas partes hay máscaras todo el año; aquel mismo amigo que te quiere hacer creer que lo es, la esposa que dice que te ama, la querida que te repite que te adora, ¿no te están embromando toda la vida? ¿A qué, pues, esa prisa de buscar billetes? Sal a la calle y verás las máscaras de balde. Sólo te quiero enseñar, antes de volverte a llevar donde te he encontrado -concluyó Asmodeo-, una casa donde dicen especialmente que no las hay este año. Quiero desencantarte".

 

Enrique Alejandre Torija. Investigador de temas históricos, autor de 'El movimiento obrero en Guadalajara. 1868-1939' y 'Guadalajara, 1719-1823.Un siglo conflictivo' y 'La mujer trabajadora en Guadalajara.1868-1939'.

 

Fuentes consultadas para la realización de este artículo:

 - Archivo del Ayuntamiento de Guadalajara.

- Fabre, Daniel, 'Carnaval ou la fete à l’envers', París, Gallimard, 1992.

- Ruiz, J. 'Libro del Buen Amor'. Clásicos Castalia .Ediciones.Madrid.1982.

- De Larra, M. J. 'Artículos de costumbres'. Edición de Pedro Provencio. Biblioteca Edaf. Buenos Aires, Argentina, 1997.

- Nueva Alcarria.

 - Cuadernos de Etnología de Guadalajara.

 - Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara.

 

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