El Archivo Histórico Provincial: La caja fuerte de nuestra memoria donde fluyen las historias

Publicado por: Marta Perruca
08/06/2025 11:41 AM
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Este lunes, 9 de junio, se celebra el Día Internacional de los Archivos, que en Guadalajara se conmemora con un mes entero repleto de actividades bajo el lema “Legados compartidos. Conservar y Divulgar la Historia”, en el Archivo Histórico Provincial, que culminan en los próximos días. El lunes, a partir de las 19.00 horas tendrá lugar la  Presentación de las Actas de las XVI Jornadas de Castilla-La Mancha sobre Investigación en Archivos: “El deber de Memoria. Historia y Archivos”; y el martes, 10 de junio, a partir de las 17.00 horas y el miércoles, 11 de junio, a partir de las 10.30 horas, tendrán lugar dos jornadas de puertas abiertas que permitirán conocer las entrañas del imponente edificio de la calle Julián Besteiro, entre otras actividades culturales como exposiciones y presentaciones literarias

 

La imaginación tiende a dibujar los archivos históricos como lugares fríos y lúgubres con laberínticos y polvorientos pasillos construidos por numerosas estanterías colmadas de cajas de cartón. Edificios custodiados por unos personajes igual de enigmáticos: Los archiveros y archiveras que en esta imagen ficticia se nos antojarían como personas solitarias, bien curtidas por los años, probablemente con unos ávidos y curiosos ojos escondidos detrás de unas gafas de varios aumentos. En nuestra imaginación, probablemente, los archivos se parecen mucho más al cementerio de los libros olvidados que aparece en la novela “La sombra del viento” de Carlos Ruiz Zafón, que al edificio abierto y luminoso que nos encontramos al cruzar el umbral del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara. Un espacio moderno, funcional y accesible, donde parece que las historias, más que permanecer estáticas y olvidadas en algún estante dentro de una caja de cartón, viajan e interactúan en un espacio transparente y, al mismo tiempo, un búnker, una gran caja fuerte que guarda y protege nuestra memoria colectiva.

 


Este lunes, 9 de junio, se celebra el Día Internacional de los Archivos y con motivo de esta efeméride, que conmemora la creación del Consejo Internacional de Archivos (ICA) bajo los auspicios de la Unesco, el 9 de junio de 1948, el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara programaba todo un mes de actividades culturales bajo el lema “Legados compartidos. Conservar y divulgar la historia" , como una excusa más para abrir este tesoro a la ciudadanía y dar a conocer la importante labor de los Archivos en la conservación e investigación de nuestro legado documental.

 


Y es sólo una excusa más, porque desde que el Archivo abandonó los vetustos muros del Palacio del Infantado y las recias mesas y sillas antiguas de madera, que también se extendían en la sala de estudio de la Biblioteca, esta institución se ha abierto a la ciudadanía, para meterse de lleno en la vida cultural de Guadalajara con infinidad de actos, exposiciones, conferencias, coloquios y mesas redondas, como si durante esos 40 años constreñidos en aquel espacio reducido y clamando una nueva ubicación hubieran ido acumulando unas ganas de hacer cosas, que una vez realizado el traslado, han eclosionado.

 


La sede del Palacio del Infantado, recordaba Riánsares, fue el tercer emplazamiento del Archivo HIstórico Provincial de Guadalajara. Antes lo fue el Convento de la Piedad, donde hoy se encuentra el IES Liceo Caracense y el Palacio de la Diputación. “El Palacio del Infantado fue bombardeado el 6 de diciembre de 1936 y, aunque resulta difícil de imaginar hoy en día, estuvo 30 años en ruina. Juana Quílez, una de las archiveras más importantes de la ciudad y el cronista, Francisco Layna Serrano influyeron mucho para que se pudiera restaurar en el año 1968 y en el año 1972 se traslada el Archivo desde el Palacio de la Diputación, al Palacio del Infantado. Allí hemos estado hasta el año 2013, cuando nos vinimos aquí. Por eso hay muchos recuerdos y nos hemos traído algunas cosas como esta mesa, que es de un refectorio monacal y era nuestra mesa de investigadores”, comenta la archivera, señalando una mesa antigua que se ha ubicado en el hall del edificio.



"Legados compartidos"


Las actividades conmemorativas culminan ahora, después de un intenso mes en el que sus participantes han podido aprender y reflexionar sobre la cultura como un medio para luchar contra la despoblación; la actividad cultural de los años 80 y 90 en Guadalajara, durante la conocida como la Movida Alcarreña; Las fuentes fotográficas de los Archivos como recurso cultural y turístico o la tasación y valoración del patrimonio documental.

 


Mañana, 9 de junio, Día Mundial de los Archivos, tendrá lugar la Presentación de las Actas de las XVI Jornadas de Castilla-La Mancha sobre Investigación en Archivos: “El deber de Memoria. Historia y Archivos”, a partir de las 19.00 horas.

 


Este mismo día se publicará la exposición virtual “Los Catastros en Castilla-La Mancha: Del Catastro de Marqués de la Ensenada a la era digital”, que recorre la historia de los catastros en Castilla-La Mancha,  desde el siglo XVIII con el Catastro del Marqués de la Ensenada, amillaramientos, registros fiscales de edificios y solares, padrones, listas cobratorias, pañoletas y planos de los avances catastrales…hasta la actualidad. Todos estos documentos se encuentran conservados en los Archivos Históricos Provinciales de nuestra región a disposición de los usuarios de estos centros y constituyen los fondos más consultados por los ciudadanos de Castilla-La Mancha.

 


El próximo martes, 10 de junio, a partir de las 17.00 horas, y el miércoles, 11 de junio, a las 10.30 horas tendrán lugar dos jornadas de puertas abiertas al Archivo. Y el jueves, 12 de junio, a las 19.00 horas está prevista la presentación del libro “Reflejos y fulgores”, un homenaje al fotógrafo Jean Duroux de la mano de la autora del libro, Angelina Muñiz-Huberman, y con la participación de Pedro Sánchez Moreno (editorial Doce calles); Alicia Alted (UNED) y Verónica Sierra (UAH), que concluirá con un recital de canciones y poemas, amenizado por Dante Areal y Pablo Guiducci. 

 


Además, desde el 13 de mayo se puede visitar la exposición documental “Donaciones y Depósitos del Archivo. Legados compartidos”, que recoge las últimas donaciones y depósitos recibidos en el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara.



El Archivo, un edificio integrado en la comunidad

Y es que el propio edificio fue diseñado para este fin, para promover la integración del Archivo en la comunidad. Tal y como explica su directora, Riánsares Serrano, el arquitecto de este nuevo edificio al que el Archivo se mudó en 2013 es Luis Rojo, el mismo que diseñaba el Teatro Auditorio Buero Vallejo. Con ambas construcciones persiguió este fin, pero sólo lo consiguió con el edificio de la Calle Julián Besteiro. En el auditorio este afán integrador hizo aguas, porque a pesar de que las infraestructuras como la pasarela peatonal, que culmina en una especie de mirador hacia Guadalajara estaban diseñadas para fusionar el teatro con la universidad y el resto de la ciudad, se pusieron por medio las vallas perimetrales del entorno universitario, que terminaron cegando y aislando esta vía de conexión, que nunca llegó a cobrar vida.

 


Sin embargo, estos esfuerzos en el Archivo sí dieron sus frutos, en parte, señala Serrano, por la pasarela peatonal del parque, que sirve de acceso al edificio. Una vía que antes no existía y ahora se ha convertido en una calle muy transitada, que conecta Julián Besteiro con el barrio de Escritores, donde los muros del Archivo son de cristal, por lo que la actividad en su interior se vuelve transparente. El arquitecto quería que cualquier persona que fuera a hacer la compra u otro recado pudiera entrar libremente en el hall y disfrutar de sus exposiciones temporales. “Luis Rojo quería transmitir la idea de que los archivos son accesibles, donde los ciudadanos y los investigadores vienen a consultar documentos”, comenta la directora del Archivo.

 


Además, esta institución presta sus instalaciones, el salón de actos o el aula para cursos o pequeñas conferencias a las asociaciones o colectivos que lo soliciten para llevar a cabo sus actividades culturales.

 


También se presta a realizar visitas guiadas, algo que según Serrano se ha convertido en todo un clásico en las programaciones de las fiestas de los barrios o en la memoria de actividades de muchas asociaciones.

 


Precisamente, El Decano de Guadalajara participaba en una de estas visitas guiadas, en esta ocasión concertada por la Asociación de la Prensa de Guadalajara (APG), en la que los curiosos periodistas tuvieron la oportunidad de escudriñar las entrañas de esta imponente infraestructura, con seis plantas y unos 8.000 metros cuadrados.

 

La caja fuerte de nuestra memoria


No obstante, el Archivo también es un búnker: un contenedor cerrado donde se guardan los documentos más importantes de la provincia de Guadalajara y probablemente, según la directora, el edificio más seguro de toda Guadalajara, equipado con un sistema de cámaras exteriores y con complejos dispositivos para proteger estos documentos de sus principales enemigos: el fuego y la humedad.

 

“La zona restringida es la más importante, donde guardamos los documentos. Aquí el objetivo no es el público, sino el documento, que hay que conservar y guardar para las generaciones futuras”, puntualiza la archivera. Serrano recuerda que el 9 de febrero de 1924 se quemaba la Academia de Ingenieros de Guadalajara en un gran incendio que “en pocas horas destruyó un acervo documental importantísimo, una biblioteca, raudales de conocimiento, muchas obras de arte. Aquí eso no podría pasar porque tenemos el espacio compartimentado. Si hubiera un incendio, no pasaría al depósito siguiente. Los muros son gruesos y están certificados para que aguanten 180 minutos a 1.000 grados. Todo está preparado para conservar los documentos, porque el principal enemigo que tienen los archivos es el fuego”.

 

La madera, que en el hall aporta calidez en paredes y suelos, desaparece por completo en esta zona restringida. “En esta parte del archivo la madera no existe porque, además, puede traer algunos insectos como termitas, xilófagos, bibliófagos , etc.”.

 


Con capacidad para albergar 30 kilómetros de documentos, teniendo en cuenta, según Serrano, que nueve cajas normalizadas equivaldrían a un metro, el archivo cuenta con 24 depósitos compartimentados, de entre 130 y 190 metros cuadrados.

 

“En el Palacio del Infantado teníamos aproximadamente seis o siete kilómetros de cajas", compara la archivera. El actual edificio del Archivo, señala, "no está lleno, porque evidentemente se hizo con perspectiva de futuro. Aproximadamente tenemos 12 kilómetros disponibles, que están equipados con las correspondientes estanterías, pero vacíos, lo que nos da la posibilidad de acoger nuevos fondos”.

 


El edificio es probablemente el último “capricho” que heredó la ciudad de la época de bonanza de la burbuja inmobiliaria, justo antes de que la crisis del ladrillo llegara con las tijeras e impusiera la filosofía del tijeretazo.

 


Visitar el lugar donde se conservan documentos en los que la historia se palpa muchas veces en textos que alguien escribió de su puño y letra hace varios siglos tiene de por sí algo romántico y sublime, por lo que la visita ya se aventuraba interesante y asombrosa, incluso antes de cruzar el umbral de la puerta. Las expectativas, con un cicerone de la talla de Riánsares Serrano, eran muy altas y aun así la visita resultó absolutamente sorprendente, muy difícil de describir con palabras.

 


Lejos de aquel cementerio de documentos olvidados, el Archivo Histórico Provincial se convirtió, a lo largo de la misma, en un edificio cargado de vida, donde las historias fluyen y se interconectan para seguir escribiéndose y los archiveros, más que viejos guardianes de este patrimonio documental, adquirieron en nuestro imaginario cierto aire intrépido de Indiana Jones, buscando nuevos tesoros que rescatar.



Los protocolos notariales, el fondo fundacional de los Archivos Provinciales

Los archivos históricos provinciales se crean en 1931, por Decreto de 12 de noviembre, que establece que será de obligado cumplimiento el ingreso periódico de los protocolos en aquellos centros de investigación para su conservación y consulta: “Los protocolos notariales de más de 100 años son nuestro fondo fundacional y nuestro fondo estrella que no está en otros archivos. Es un documento muy importante para la investigación” señala Serrano.

 

En el Archivo se conservan protocolos desde el año 1484 y se reciben aquellos que van cumpliendo 100 años con periodicidad anual. La Pragmática de Isabel la Católica de 1503 define el protocolo notarial como un conjunto de escrituras 'in extenso' de cada notario y hace obligatorio el traslado de éstos de un escribano a otro, por lo que existen muy pocos documentos anteriores a esta pragmática. En 1862, la Ley Orgánica del Notariado determinó la diferencia entre las funciones civiles y judiciales del notario y establece que la propiedad de los protocolos notariales centenarios será del Estado.

 



“Los protocolos notariales centenarios tienen que estar aquí por normativa, pero nosotros también tenemos los no centenarios, porque hemos llegado a un acuerdo con el Colegio Notarial de Guadalajara. Los notarios tienen poco espacio en las casas privadas, por lo que el Archivo tiene los protocolos no centenarios en depósito, lo que quiere decir que no se pueden consultar. Cada año hacemos una transferencia y los que se van haciendo centenarios pasan al fondo histórico del Archivo. Eso es bueno para los notarios y para nosotros también, porque por ejemplo, los documentos notariales centenarios del distrito de Brihuega no existen. No sabemos por qué. Tal vez haya sido en la Guerra Civil, pero han desaparecido. Así garantizamos que no va a pasar esto y que todos los protocolos notariales se van a ir incorporando y no se van a perder”, comenta.

 


Muchos de los aspectos de la vida cotidiana quedan plasmados en estos protocolos, que constituyen una fuente muy valiosa para la investigación de la historia y de la manera de pensar de cada época. Una de las curiosidades que la archivera mostró durante la visita fueron varios testamentos cerrados y sellados. Son documentos que sólo los herederos pueden abrir, una vez el testador ha fallecido. La peculiaridad de estos documentos es que, por cualquier circunstancia, esos testamentos nunca se abrieron, por lo que son secretos guardados bajo sello durante más de cien años.



Pero además, los libros de protocolos, pueden permanecer durante siglos depositados y cerrados, hasta que las necesidades de una investigación requieran su consulta y cuando esto ocurre, en alguna ocasión, los investigadores han encontrado algún que otro tesoro entre sus páginas, como un cálamo de pluma del siglo XVII, un antiguo anillo con una piedra de cuarzo o coplillas satíricas .


Otras disposiciones posteriores, sigue relatando la directora del Archivo, han regulado y establecido que la documentación administrativa de la Administración General del Estado en la provincia y de la Administración Autonómica también se deposite en el Archivo Histórico, lo que se conoce como fondos públicos.

 

Según la archivera, los catastros son los documentos más consultados del Archivo: “Aquí guardamos todos los catastros de la ciudad, tanto de rústica como de urbana. Tenemos muchísimas consultas de personas que vienen a llevarse los antecedentes para un procedimiento que tienen con la Administración o un juicio”.



El Catastro del Marqués de la Ensenada y otras reliquias del Archivo

Entre los documentos más valiosos y con mayor información de nuestro pasado se encuentra el Catastro del Marqués de la Ensenada, que además tiene un gran valor a la hora de estudiar la genealogía de los habitantes de la antigua provincia de Guadalajara. “Hay que tener en cuenta que la división provincial no se hizo hasta 1833 con Javier de Burgos, por lo que hasta el siglo XVIII hay pueblos que eran de Soria y ahora son de Guadalajara, Madrid o Cuenca”, aclara Serrano. El objetivo de este documento no era otro que cobrar impuestos de acuerdo con las pertenencias de cada ciudadano declaraba por lo que este proyecto recopiló un importante volumen de información de las provincias. El proyecto de Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, se pone en marcha a partir de un Real Decreto, promulgado el 10 de octubre de 1749, pero en nuestra provincia se llevó a cabo un proyecto piloto entre 1746 y 1747. Las averiguaciones se iniciarían en Marchamalo, en agosto de 1750 y el resultado de esas pesquisas es un grueso libro con tapas de piel, que la archivera nos mostró durante la visita. El fondo documental se compone de 1793 Libros fechados entre 1750 y 1761.

 

Además, de los protocolos notariales y los fondos públicos, según la directora del Archivo, “en los últimos años hemos adoptado una política de captación o acogida de fondos extraordinarios que por normativa no tienen que estar aquí, pero ofrecemos la posibilidad a los organismos, tanto públicos como privados, de guardarlos en estas instalaciones por cuestiones de seguridad y difusión”.

 

Por ejemplo, uno de los documentos más antiguos del Archivo data del siglo XIII y son las Primitivas Ordenanzas de la Cofradía de Recueros de Atienza, que pertenecen a la Colección diplomática de la Cofradía de la Santísima Trinidad de la Caballada de Atienza, que precisamente se celebra este mismo domingo.

 

Imagen: Archivo Histórico Provincial
Imagen: Archivo Histórico Provincial




Se trata, según Serrano, de la cofradía más antigua de Europa, cuyo fondo está en el Archivo por motivos de conservación. Precisamente el decreto fundacional de los Archivos Provinciales señala  que estos organismos se crean para recoger la documentación “en riesgo de perecer”. "Es una expresión de los años 30 muy interesante, pero que sigue vigente todavía”, comenta.

 


No obstante, los documentos más antiguos del Archivo se corresponden con unos fragmentos de algunas páginas de cantorales, que se han conservado de una manera fortuita y azarosa. A partir de la finalización del Concilio de Trento (1563), como consecuencia del cambio que la Contrarreforma establece para la liturgia y el rito católicos, los conventos, monasterios, cabildos e iglesias, se deshacen de cantorales, bulas, sagradas escrituras, corpus jurídicos, etc. –generalmente en pergamino- que son vendidas al peso y compradas y aprovechadas por los escribanos y notarios para encuadernar y enlegajar sus protocolos. Estos cantorales de pergamino lograron conservarse encuadernando otros en papel a modo de tapas.


Tal y como relató Serrano, algunos investigadores de canto gregoriano lograron interpretar estas partituras, que volvieron a sonar en un concierto después de 800 años dormidas.

 

Depósitos, comodatos y donaciones


A finales de 2022, el Ayuntamiento de Cogolludo cedía al Archivo bajo la modalidad del comodato un modesto fondo documental consistente en unas 40 cajas que recopilaban un elevado número de archivos de gran variedad, datados entre el siglo XIII y el siglo XX. Entre ellos destacaban por su antigüedad e importancia, una docena de pergaminos y un documento en papel, fechados entre 1244 y 1336, principalmente relativos a los litigios entre Cogolludo y Atienza. En concreto, cuatro de estos documentos tienen que ver con el proceso que mantuvieron durante varias décadas ambos Concejos, a causa del disfrute de privilegios relativos a los pastos que los vecinos de Cogolludo tenían en la tierra de Atienza.

 


Recientemente, continúa Serrano, han recibido los documentos del Archivo de Milmarcos, porque no tienen medios para su conservación, pero también guardan el archivo de la Agrupación Fotográfica de Guadalajara o del Cineclub Alcarreño.

 


La Agrupación Fotográfica de Guadalajara fue la responsable de recuperar el fondo fotográfico de Francisco Goñi y Soler, fotógrafo que acompañó al monarca Alfonso XIII, tanto en su vida pública, como privada y cuyas imágenes aparecieron en publicaciones como Blanco y Negro, ABC, El Gráfico, Actualidades, Nuevo Mundo, Mundo Gráfico o La Esfera. En 1918 instala su residencia en Guadalajara, tras obtener una plaza den la Delegación Provincial de Hacienda, con lo que comienza a retratar la realidad de esta provincia. De esta época datan sus excepcionales series fotográficas relativas a los gancheros del Tajo, al Parque Aeronáutico de Guadalajara o las vistas de la ciudad de Guadalajara.

 


El Archivo guarda en depósito 863 placas de vidrio y 364 positivos en papel. También las cajas donde estaba guardada esta documentación, que pudimos ver catalogadas y ordenadas en uno de los 24 depósitos.




Goñi falleció el 6 de diciembre de 1936, en la cárcel de Guadalajara. Tras una incursión de la aviación franquista, que bombardeaba la ciudad, la misma que dejaba en estado de ruina el Palacio del Infantado, civiles y milicianos asaltaron la cárcel, seleccionaron a los presos derechistas y los fusilaron. Entre las 272 personas ejecutadas se encontraba el fotógrafo, de reconocida ideología monárquica.

 


Los regímenes jurídico de ayuntamientos, administraciones públicas y asociaciones, explica Serrano, son distintos: “Los Ayuntamientos y las instituciones públicas no pueden hacer donaciones, por lo que hacemos comodatos y depósitos, en los que nunca pierden la titularidad jurídica de esos documentos. La diferencia es que el comodato lleva la posibilidad de usar los fondos y el depósito solamente permite conservarlos, sin usarlos. Nosotros solemos hacer comodatos, porque el objetivo es que los investigadores los puedan conocer”.

 

Por otro lado, muchas instituciones privadas, como asociaciones o fundaciones o incluso personas físicas que tienen en su casa documentos, deciden donarlos al Archivo: “Hemos presentado recientemente el archivo de la compañía teatral Fuegos Fatuos, cuya fundación primera, de los años 80, acaba de disolverse y lo han donado de forma gratuita. Nosotros lo hemos organizado y catalogado. Aquí la titularidad jurídica es del Archivo, por lo que pierden la titularidad, pero a cambio, nosotros valoramos económicamente la donación y después Hacienda les expide una carta de pago y lo pueden desgravar en la Declaración de la Renta, porque es una donación de bienes al Estado. Esto es interesante, porque ahora hay una desgravación de entre el 40 y el 80% de la valoración del fondo”.

 


Otra de las nuevas adquisiciones del Archivo  son algunos fondos procedentes de la Guadalajara más despoblada: “Entre estos documentos hay una preciosa Ejecutoria de Hidalguía de Cubillejo de la Sierra o una bula del Papa Inocencio X también de la zona de Molina”, comenta.



Archiveros al rescate de los tesoros de nuestra memoria


Los archiveros también tiene un papel activo a la hora de rescatar fondos para el Archivo por lo que, cuando cerró la Droguería de García en Guadalajara, después alrededor de un siglo de historia, se acercaron a rescatar su documentación. Junto con los libros de cuentas se llevaron algunas de los productos que antiguamente se vendían en este establecimiento de la Calle Mayor, como tintas, plumas o cosméticos para servir de fondos a las exposiciones temporales del Archivo.

 


Pero junto con todo ese material, entre las antiguas páginas de uno de los libros de cuentas, aparecía otro pequeño gran tesoro, al igual que en los libros de protocolos notariales. Una carta que una vecina de Almonacid de Zorita, de 16 años, envió al titular de la droguería, Agustín García, informándole de que no podría pagar la cantidad de 120,20 pesetas que éste le reclamaba a su padre en otra misiva: “Le contesto yo para decirle que mi padre murió asesinado por los rojos el día 6 de diciembre de 1936, en la cárcel de la capital. Mi madre también murió al poco tiempo de pena”. En esta carta también dice que su hermano, de diez años, no puede trabajar y que ella misma, con 16 está intentando buscar trabajo, pero que la situación es complicada.

 


El padre de esta joven, fallecía en la cárcel de Guadalajara, junto con el fotógrafo Francisco Goñi, el mismo día en que fue bombardeado el Palacio de Infantado, que unos 40 años más tarde sería sede del Archivo Histórico, tras su restauración.

 


Casualidades del destino, relata la directora del Archivo, en una de las muchas visitas guiadas que se realizan al Archivo, algunos de los participantes afirmaron conocer a los descendientes de esta vecina de Almonacid, autora de la carta, que fue a parar junto con su hermano al Señorío de Molina.

 


Lejos de ser un cementerio de documentos olvidados, el Archivo Histórico Provincial es un espacio vivo, donde las historias que guardan sus documentos siguen escribiéndose. Describir con palabras las vivencias y emociones de aquella visita de la APG a este edificio, a un tiempo abierto y luminoso y el búnker de nuestra memoria, es complicado, pero los guadalajareños tiene la oportunidad de descubrilo por sí mismos en las próximas jornadas de puertas abiertas, que tendrán lugar el 10 y el 11 de junio. No desaprovechen la oportunidad, porque les aseguro que les sorprenderá.

 

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