El solsticio de invierno y el comienzo del nuevo año concentran un buen número de manifestaciones de los personajes carnavalescos más singulares de la provincia de Guadalajara: las botargas. La misma Navidad se puede considerar una fiesta carnavalesca según el folclorista y mitólogo francés, Claude Gaignebet, ya que “el nacimiento del hijo de Dios en un pesebre es un ejemplo espectacular del mundo al revés”. Las botargas encajan a la perfección en la visión del etnólogo, como “seres liminales”, mediadores entre el orden y el desorden. Su comportamiento burlesco, sus colores vivos y su función de perturbar momentáneamente la normalidad reflejan lo que Gaignebet llama “el tiempo fuera del tiempo”, propio del ciclo carnavalesco.
Las botargas son una de las tradiciones más ancestrales de la provincia de Guadalajara, cuyo origen se remonta a tiempos inmemoriales, puede que incluso prehistóricos, pero como ha pasado con muchas de las costumbres paganas, con la llegada del cristianismo, han pasado a asimilarse en las festividades religiosas.
En nuestra provincia existe un amplio abanico de manifestaciones protagonizadas por unos personajes variopintos, un poco granujas y, en ocasiones, bufonescos, que desde enero de 2023 cuentan con el reconocimiento del Gobierno de Castilla-La Mancha como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Bien Inmaterial, pero ya en el año 1986 fueron declarados Fiesta de Interés Provincial por la Diputación de Guadalajara.
Las botargas son personajes de invierno, pero por distintas circunstancias, muchas de las fiestas se han trasladado en el calendario, principalmente como consecuencia de la despoblación y para facilitar que los antiguos vecinos de los pueblos puedan participar de la fiesta. Conscientes de ello, desde la Institución Provincial, con la colaboración de la Asociación Tradición Oral, se mantiene e impulsa una Ruta de las Botargas, que recorre 44 municipios distintos y recoge un total de 46 manifestaciones -porque Robledillo de Mohernando tiene tres, con tradiciones distintas: Los Vaquillones, la Botarga de Casados y La Botarga Infantil”- por toda la provincia.
Este recorrido arranca a finales de año, con la el solsticio de invierno, como punto de inflexión. El 24 sale la botarga de Tórtola de Henares; el 25 de diciembre, la Pantasma y el Alforjero de Fuentes de la Alcarria y el 28, los Diablos de Setiles.

Las botargas son fiestas carnavalescas, en las que se produce una inversión del tiempo cotidiano que se materializa en otras inversiones físicas y sociales, por medio del disfraz, la crítica al poder y la liberación de la represión social.
Todos estos elementos confluyen en la fiesta de los Santos Inocentes, de la que tenemos varios ejemplos en el Señorío de Molina, como Alcoroches, Setiles, Alustante o en las Candelas de Selas. Son lo que el investigador Diego Sanz Martínez denomina “Ayuntamientos Fingidos”.
Los jóvenes toman el poder que les está negado, se disfrazan con capas o casullas, aparecen las ánimas mediante una mención en las casacas o en las habituales misas de difuntos, mientras el fuego o la crítica ejercen su influjo purificador y la carne llama al juego amoroso entre los chicos y las chicas que alcanzan la madurez.
El 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, Setiles celebra una de sus fiestas más singulares: el Diablo, una botarga ancestral que destaca como la única del Señorío de Molina incluida en la Ruta de las Botargas de Guadalajara.
A lo largo de toda la jornada, el Diablo —ataviado con un llamativo traje amarillo, cuernos, un rabo rematado con cascabeles y la cara pintada de negro— recorre las calles del municipio acompañado por un “ayuntamiento fingido”, integrado por los quintos del pueblo. Estos jóvenes representan, por un día, cargos como alcalde, tesorero, alguacil o concejales.
Aunque el origen exacto de la tradición no está claramente documentado, algunos estudios lo relacionan con celebraciones similares que ya se practicaban en la Edad Media, lo que refuerza su valor histórico y antropológico.
La singularidad y el arraigo de la fiesta han motivado a la periodista Annabella Martínez Cejudo, de origen setileño, a emprender el rodaje de un corto documental dedicado a esta tradición popular, un proyecto subvencionado por el Ayuntamiento de Setiles que busca preservar y difundir este patrimonio festivo único.
El Año Nuevo recibirá al zarragón de Alarilla; la botarga de Humanes de Mohernando y a la de Casados de Robledillo de Mohernando.
El sábado, 10 de enero, regresa la botarga de Villaseca de Uceda, recuperada en 2023 por los vecinos del pueblo, un acontecimiento que documentó el Decano de Guadalajara con un reportaje en profundidad. Este año volverá a emerger de los montes a mediodía y recorrerá las calles del municipio pidiendo comida por las casas, como marca la tradición, al ritmo de la música de los Dulzaineros Mahurotos. A las 14:00, el vermú estará animado por los dulzaineros Mahurotos, antes de dar paso a la comida popular de las 15:00, para la cual es necesaria inscripción previa. La jornada se cerrará a las 17:00 con un concierto del grupo Hermanos Cubero, que pondrá el toque musical final a una fiesta declarada de Interés Provincial.
El domingo, 11 de enero, sale también la Botarga del Niño Perdido y los danzantes de Valdenuño Fernández, declara de Interés Turístico Regional. Se trata de de la tradición más emeblemática de este pequeño municipio de la Campiña de Guadalajara, con unos 300 habitantes censados. El libro de contabilidad de 1721 recoge la crónica de un niño perdido en el pueblo. Los vecinos del lugar fueron buscándolo casa por casa, hasta que apareció en la iglesia de la localidad. De esta manera, la botarga de Valdenuño recrea la búsqueda del Santo Niño Perdido
Desde temprano, a las 8:00 horas, las botargas y los danzantes recorrerán las calles de Valdenuño Fernández, llenando el pueblo de color y música en una ronda que invita a todos los vecinos y visitantes a participar. La botarga lleva unas castañuelas con las que propina golpes a los asistentes con el fin de sacarles una limosna. La búsqueda del niño concluye en la Iglesia, donde la botarga se coloca en la puerta impidiendo el paso a todo aquel que no pague peaje con una moneda. Durante la Misa, que tendrá lugara a partir de las 13.30 horas, la botarga dirige el paloteo de los danzantes, al son de un tambor e intentará arrebatar la recaudación del cestillo lanzándolo por los aires. También da a besar la reliquia y golpea suavemente a las mujeres en señal de fertilidad.
Al salir de misa, de nuevo se representa el paloteo en la plaza, una danza de gran impacto visual, que destaca también por el alto grado de implicación de los jóvenes del pueblo.
Por la tarde, a las 17:00 horas, se realizará la procesión con la imagen del Santo Niño, acompañada de la singular guerra de naranjas, una tradición que destaca por su alegría y participación popular. La jornada culminará con una serie de sorteos, entre ellos el de una cordera y otros regalos, como anguila de mazapán, jamón y más sorpresas.
Enero es uno de los meses más intensos para este tipo de personajes. Las próximas citas tendrán lugar el 17 de enero, con la de Guadalajara que sale por San Antón; el bufón de Mohernando y la recién recuperada botarga de San Sebastián de Valdepeñas de la Sierra, el 18 de enero. La primera salida de la botarga de Montarrón tiene lugar el 19 y la segunda, el 20 de enero, también por San Sebastián.
Las citas con estos personajes continúan el viernes, 23 de enero, con la primera salida de la botarga y la soldadesca de Mazuecos; saldrá de nuevo el 24, cuando también lo hacen las botargas de Razbona, San Pablo de Fuencemillán, y la primera salida de Taracena -por San Ildefonso y la Virgen de la Paz- . El domingo, 25 de enero, tiene lugar la tercera salida de la soldadesca y botarga de Mazuecos; la infantil de Robledillo de Mohernando; la Botarga y Mujigangas de casados y la botarga infantil de Málaga del Fresno, la segunda de Taracena y la tercera de Montarrón
El 31 de enero y el 1 de febrero, le toca el turno a la botarga de Retiendas.
El término “Botargas” englobaría a una gran variedad de personajes que comparten una serie de elementos comunes, pero también diferentes: “Este término lo adoptó Sinforiano García Sanz en la década de los 50, que hizo un estudio maravilloso sobre estos personajes en la provincia, aunque en el No-Do también apareció un reportaje de Julio Caro Baroja donde también las denominaba así. Había un uso en la tradición oral y Sinforiano García lo dejó por escrito”, explica Isabel Nolasco, presidenta de la Asociación Tradición Oral. De esta manera, como botargas se identifica a zarragones, vaquillas, vaquillones, diablos, botargas infantiles, ciertos personajes con nombre propio “y, por supuesto, los acompañantes que dan sentido a la fiesta, que fundamentalmente son las mascaritas y los danzantes”.
El etnólogo, José Antonio Alonso Ramos, responsable de elaborar la documentación para concurrir a la declaración de esta manifestación como BIC en 2023, señala que, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, el nombre de Botarga tendría un origen italiano. Además, un estudio de 2001 de Sara Ruiz publicado en los Cuadernos de Etnología de la Diputación indica que el origen etimológico de la palabra se remonta al siglo XVI y denominaba "al personaje de las compañías italianas de comedia, vestidos con ropajes ajustados al cuerpo y calzas rojas largas y anchas. En España el término se introdujo directamente referido al personaje de mojiganga o prenda de vestir y éste sigue vigente en el folklore de Guadalajara”.
El origen de estos personajes parece ser una cuestión mucho más compleja e incierta, que podría remontarse a periodos prehistóricos, teniendo en cuenta algunas manifestaciones del arte rupestre que representan al “Señor de los Animales” o a brujos disfrazados con cornamentas y otros elementos.
Para Alonso, las Botargas son personajes “muy especiales y entrañables” que “forman parte de nuestros ritos y fiestas populares” y “van disfrazados”, aunque su aspecto no es el mismo. Suelen llevar trajes multicolor y máscara, aunque no siempre; elementos animales, tales como rabo y cuernos, cencerros, y también siluetas de animales o elementos astrales cosidos; hacen ruido e incitan a la risa. En esta línea, el etnólogo indica algunos estudios antropológicos hablan del papel que tiene la risa en ciertas culturas para ahuyentar a los malos espíritus, muy especialmente, al mal de ojo, o incluso como elemento atrayente del amor y el sexo.
Las botargas, además, suelen jugar un papel organizador de la fiesta: “Recogen a las autoridades, piden dinero, encabezan comitivas y procesiones, dirigen a los danzantes, cuidan del orden”, aunque al mismo tiempo también son “transgresores del orden establecido (fomentan el caos, son agresivos, gritan, golpean, saltan, danzan, se revuelcan, tiran el dinero colectado, lanzan ceniza, pelusa, etc. Respecto a esta faceta, un poco gamberra, el investigador indica que en muchas ocasiones las fiestas populares se configuran como una “vía de escape frente a la autoridad” permitiendo al pueblo adoptar actitudes que de otra manera no le estarían permitidas.
“Algunos salen a principios de año, propiciando los buenos augurios. Otros muchos salen cuando la tierra está sembrada, principalmente en la zona de la Campiña fértil”, mientras en “los botargas y zarragones serranos -Valverde de los Arroyos, Majaelrayo, Condemios o Galve de Sorbe- es importante el papel de la organización de la danza”, afirma. De esta manera las botargas estarían clasificadas en las de invierno o ciclo fustigante y las botargas y zarragones organizadores de danzas, “más de primavera y verano".
En el pasado, estos personajes eran concebidos como una “especie de magos, intermediarios entre los dioses y la naturaleza y las personas” que tenían el papel de propiciar "la fecundidad de la tierra -magna mater.- y de las mujeres". En Arbancón, la botarga lleva una naranja en la mano “y la echaban a rodar por el suelo para contagiarse de la fuerza de la Madre Tierra”.
La mayoría de las botargas de la provincia forman parte de los rituales católicos locales, aunque tal y como recuerda Nolasco, se trata de tradiciones paganas: “Estamos hablando de 3.000 años de historia. Es muy difícil entrar en hipótesis sobre el origen exacto de las botargas, pero los estudios apuntan a que se trata de tradiciones celtibéricas, de origen pagano. Estaban muy vinculadas a la fertilidad de la naturaleza, del ser humano, a los malos espíritus. No es casualidad que aparezcan en invierno, porque es una época de renacimiento, en la que las noches se empiezan a acortar, la luz va venciendo a la oscuridad y, de alguna manera, salimos de un letargo”.
Hoy en día, las botargas han incorporado otras funciones, para convertirse en elementos de cohesión social en los pueblos del medio rural de Guadalajara, como reclamos turísticos o elementos del patrimonio cultural.
Las tradiciones evolucionan con los tiempos y esto también ha ocurrido con las botargas: “La inclusión de la mujer, aunque parezca muy novedoso, se remonta en la provincia a los años 40”, explica Nolasco. El mundo de las botargas en principalmente masculino, “por el patrón cultural que existía, pero hoy las mujeres están totalmente integradas”. Según Nolasco, hay botargas que conservan máscaras muy antiguas como el caso de Aleas, de madera tallada a mano o trajes como el de Robledillo de Mohernando, que tenía uno antes de la República y otro posterior a la misma. La de Cabanillas del Campo, que se recuperó en 2022, tiene telas más nuevas y la máscara es de esparto “con lo que se van adaptando a los tiempos, pero sin perder la esencia”. Algunas de ellas, incluso han cambiado de fecha la fiesta “para mejorar la afluencia de público, porque al final, un 2 de febrero que son Las Candelas, no hay gente en un pueblo chiquitito ni para sacar la botarga, ni para verla. No es lo ideal, pero de esta manera la fiesta se mantiene y subsiste”, comenta.