Aumenta el riesgo de exclusión social en España

A veces, por analogía, se confunde la pobreza con exclusión social. Este último concepto, sin embargo, abarca unas dimensiones más amplias al englobar cuestiones como la económica, laboral, formativa, sociosanitaria, residencial, socialización y de participación ciudadana. Es decir, una persona puede tener escasos recursos económicos; pero no necesariamente por eso, aunque si es habitual, se encuentra en riesgo de exclusión social. 

Partiendo de este enfoque, la pobreza se está convirtiendo en un serio problema en España pese a ser la cuarta economía europea. No en vano, la última publicación de Eurostat "Desarrollo Sostenible en la Unión Europea", donde se analiza a través de estadísticas el grado de cumplimiento -general y por países- de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU España ha pasado a ser uno de los países de la Unión Europea con un mayor porcentaje de trabajadores pobres.  

Dicho informe incluye el indicador "pobreza y exclusión social" que aborda este concepto en su triple dimensión: monetaria, material y social. Este enfoque multidimensional del indicador europeo conocido como AROPE muestra así el porcentaje de la población que se encuentra en riesgo de exclusión y marginación de las actividades económicas y sociales.  

Una situación crítica, pero reversible si se toman medidas desde ya 

Según cálculos de este estudio una de cada cuatro españoles se encuentra dentro de esta categoría, solo por detrás de Rumanía, Bulgaria y Grecia.  Asimismo, en estos tres países esta tasa ha bajado de manera significativa. En cambio, en España la disminución ha sido mínima: entre 2016 y 2022, el porcentaje de la población en riesgo de pobreza y exclusión social apenas se ha reducido del 28,8 % al 26 %.

En el caso particular de Castilla-La Mancha los números son aún más desalentadores. La población residente en la región en esta crítica situación ha crecido 0,6 puntos en 2022 para alcanzar el 32 % del total pese a la Estrategia contra la Pobreza y la Desigualdad Social puesta en marcha desde 2016, lo que obligará a adoptar nuevas medidas para mejorar estos indicadores dentro del firme compromiso del Gobierno de la Comunidad para acabar con esta lacra.  

Otro dato preocupante es el aumento de los trabajadores pobres en los últimos años que en vez de descender no deja de crecer. El porcentaje de empleados en Europa que trabaja y es pobre se ha elevado desde el 8,5% del total de la fuerza laboral en 2010 hasta el 8,9 % en la actualidad. En España. esta tasa se ha elevado en casi un punto, hasta el 11,7 %, en el mismo período.  

Si se cuantifican aquellas personas que sufren privaciones -materiales y sociales- severas, nuestro país tampoco sale bien parado, al situarse en quinta posición por la cola y aumentando de forma constante desde 2015. De esta manera, España ha pasado de tener un menor porcentaje de pobres que la media europea a estar por encima en los últimos ocho años. 

Cifras que nos dejan en mal lugar, pero que son reversibles. Para 2030, el objetivo a nivel mundial y de España en particular pasa por reducir a la mitad la pobreza en todas sus dimensiones y erradicarla en los casos más extremos. Al respecto, Bruselas, a través del Plan de Acción del Pilar Europeo de Derechos Sociales, se ha fijado el objetivo en reducir en 15 millones el número de personas en riesgo de pobreza o exclusión social para 2030. Además, entre estas, al menos cinco millones debe ser niños. 

La caída de los ingresos afecta a la capacidad de ahorro 

Estas cifras concuerdan con la caída del ahorro en España. El colchón logrado por los hogares generado durante la pandemia ya se ha evaporado y ahora resulta muy difícil reponerlo ante la subida de los precios. La capacidad de ahorro de las familias es inferior a la de 2019, tal y como apunta el informe La evolución y el destino del ahorro extraordinario acumulado por los hogares españoles desde el inicio de la pandemia, elaborado por el Banco de España. 

Al respecto, señala este informe, la tasa de ahorro de los hogares ha registrado una evolución muy peculiar en los últimos años. En 2020, se alcanzó casi el 18% de la renta bruta disponible (RBD) por la pandemia. Al año siguiente, el ahorro se moderó hasta el 14% de la RBD y, en 2022, se situó por debajo de 2019. Es decir, el ahorro acumulado por los hogares durante la pandemia se diluyó en 2021 y, sobre todo, en 2022. 

Otro dato interesante es que el ahorro provocado por las restricciones que se implementaron para retener la expansión del virus fue mayor en las rentas altas, mientras que el 20% más pobre apenas pudo acumular ahorro extraordinario, lo que ahora se traduce precisamente en mayores riesgos de exclusión social en un momento difícil ante el endurecimiento del acceso a los créditos bancarios.