Susana Ruiz: “Las abejas y las flores de Brihuega nos ofrecen una experiencia sensorial inolvidable”

El Decano de Guadalajara entrevista a la historiadora y guía oficial de turismo, Susana Ruiz, en plena campaña turística de los campos de lavanda de Brihuega

Nuestra colaboradora de la sección ‘Guadalajara, punto de encuentro infinito’, la historiadora y guía oficial Susana Ruiz, se despide hasta la próxima temporada con una interesante entrevista sobre los campos de lavanda de Brihuega

Aunque hoy en día son de sobra conocidos a nivel provincial y nacional ¿Cómo nacen estos campos de lavanda? 

Por una pura casualidad. En los años 60, el profesor Álvaro Mayoral, de la pedanía de Barriopedro, fue a visitar a su hermana a Francia, a la región de La Provenza, donde pasaba los veranos con ella. Un día, paseando por los campos franceses, se dio cuenta de que el tipo de terreno de los cultivos de lavanda era muy parecido al de la zona de Brihuega y, pensando en que los rentables cultivos de lavanda podrían traerse a su tierra, compró unos esquejes. Pero a la vuelta a España, en tren, los esquejes, metidos en su maletita de cartón, llegaron en bastante mal estado. No se conformó y, al año siguiente, cuando volvió a Francia compró nuevos esquejes, los trajo mejor preparados y los fue plantando en un vivero a la ribera del río Tajuña, en Cogollor. Así estuvo un año y otro y, poco a poco, los viveros se fueron haciendo más grandes y fue consiguiendo más extensión, pero en una cantidad muy pequeña. Así que, al final, las abejas fueron las artífices involuntarias de los campos de lavanda, porque cuando empezó a florecer, la polinizaron y, sin querer, fabricaron un híbrido entre el espliego endémico de La Alcarria y la lavanda francesa. 

Entonces ¿Qué tipo de planta es exactamente la que se cultiva en Brihuega?

Ese híbrido se llama lavandín, que ocupa aproximadamente el 80% de las 1.300 hectáreas de campos de lavanda en Brihuega. El resto es lavanda fina francesa. Dentro del lavandín existen tres variedades en esta zona: el abrial, el groso y el súper. La diferencia está en el tono de los pétalos, el aspecto de las varetas de las espigas y la cantidad de aceite que producen. 

"Perfumistas de Loewe visitan habitualmente la zona y utilizan la lavanda fina francesa para sus perfumes de alta cosmética"

¿Para qué se utiliza y se comercializa ese aceite? 

El aceite esencial de lavanda se utiliza para muchas cosas y el uso depende de la variedad. La familia es la misma, la lavanda officinalis, pero dentro de esta familia de las aromáticas hay muchas variedades. Por un lado está el espliego, que es el endémico, el cantueso en la zona de alta montaña y luego todas estas variedades que se cultivan para uso industrial. El aceite, dependiendo de su calidad, puede utilizarse para productos de limpieza porque tiene mucho alcanfor, para cosmética o como ingrediente gastronómico. También tiene uso farmacéutico porque posee muchas propiedades como antiinflamatorio, antioxidante y relajante. Y, por supuesto, para alta cosmética. De hecho, perfumistas de Loewe visitan habitualmente la zona y utilizan la lavanda fina francesa para sus perfumes. Aunque el aceite esencial sirve también para la mayoría de los perfumes como aglutinante, es decir, como fijador del aroma de otras flores.

¿Cómo es el cultivo de esta planta tan especial?

Se planta por esquejes y se suele hacer en viveros. Una vez que el esqueje ha enraizado, en un periodo de aproximadamente un año, se va trasladando a las parcelas y poco a poco, mientras la planta va madurando, va produciendo sus aceites. La vida útil de una planta es de 9 a 10 años, dependiendo de las condiciones climáticas y las producciones varían en función de la calidad de las plantas, la floración y el clima. En primavera se está pendiente de las parcelas y se cosecha en función de cómo haya ido el invierno y de la variedad. La primera en cosecharse es la lavanda fina y la última el lavandín súper. La cosecha va desde mediados de julio hasta el mes de agosto. En cada contenedor caben unos 6.000 kilos de la vareta de lavandín y de cada contenedor se pueden sacar entre 30 y 50 kilos de esencia. Ahora mismo hay tres destilerías trabajando en la zona: dos en Brihuega y una en Cogollor.

¿La lavanda no tiene plagas ni depredadores?

Aquí no hay ni conejos ni corzos porque la lavanda tiene alcanfor y su olor no gusta a los mamíferos que habitualmente comen cereal y otros productos del campo. Sus enemigos son los insectos, que pueden provocar enfermedades en la planta si se convierten en plagas, aunque son poco frecuentes.

Si los campos se crearon con fines comerciales ¿De dónde viene su interés turístico?

A nivel turístico surgió hace unos diez años aproximadamente, a partir de unos conciertos que organizó uno de los propietarios de las parcelas de Brihuega. En su momento, pensó en agasajar a sus clientes organizando este acto musical en los campos de lavanda e invitó también a los vecinos del pueblo y a la gente de Guadalajara que quisiera asistir. A partir de ahí se vieron las posibilidades turísticas y, entre esta iniciativa y todas las públicas y privadas del Ayuntamiento y de los empresarios de la zona, se fue dando forma al Festival de la Lavanda, que es un absoluto éxito.

Es usted guía oficial, ¿Qué es lo que ofrece a sus clientes en las visitas a los campos? 

En Guiados en Guadalajara siempre hacemos actividades específicas dentro del programa ‘Guiados al Azul Infinito’ combinando la visita meramente turística con disciplinas artísticas como música, teatro, fotografía, etc. Y siempre en parcelas privadas con acceso exclusivo para nuestros clientes. Además, los perfumistas de Loewe nos enseñaron a hacer catas de olor y es una inolvidable experiencia sensorial. En definitiva, las abejas y las flores de Brihuega nos ofrecen una experiencia sensorial inolvidable en julio”.