El debate sobre la “mochila austriaca” vuelve a aparecer en campaña

Se trata de un polémico sistema de ahorro nutrido por parte del salario bruto abonado por los empresarios para situaciones de despido y que puede servir de complemento a la jubilación en caso de no utilizarse

 

 

Las promesas electorales en plena campaña de las elecciones generales han vuelto a sacar a la palestra el debate sobre la denominada “mochila austriaca”. Una medida implementada por primera vez por Austria en 2003, de ahí su nombre, con el fin de crear un fondo de capitalización individual a nombre de cada trabajador, nutrido por una parte del salario bruto que abonan los empresarios. Ese dinero es gestionado por una entidad financiera y en caso de despido o de cambio de empresa, el trabajador se lleva esta “mochila” en vez de una indemnización pudiendo hacerlo efectivo o bien reservarlo para el futuro como complemento de su pensión si alcanza la jubilación sin ser despedido.  

 

Para simplificar, se trata de una cuenta donde la empresa ingresa a nombre del trabajador una parte del despido por anticipado y en caso de no necesitarse se transforma en un complemento adicional del sistema de jubilación.  Su implantación en España, sin embargo, entraña enormes dificultades.  No en vano, políticos de todos los colores, Albert Rivera fue uno de los más ardientes defensores cuando estaba en Ciudadanos, han abanderado esta fórmula en los últimos años sin éxito ante las dificultades para que las partes implicadas se (Gobierno, patronal y sindicatos) pongan de acuerdo.  

 

Parece, por tanto, un tema más de debate que una propuesta real que se pueda implantar en España después de que algunos candidatos hayan rescatado para su modelo laboral las sugerencias realizadas por el informe anual publicado por el Banco de España en 2020 enfocado a desarrollar la mochila austriaca en España con el fin de facilitar la movilidad laboral de los trabajadores.  

 

Ventajas de la mochila austriaca 

 

Los que defienden la mochila austriaca lo hacen porque consideran que es una manera de combatir la temporalidad que caracteriza el mercado laboral español del empleo español. Si las empresas tienen que costear desde el principio un porcentaje mensual del coste del despido, no les saldría rentable despedir a un trabajador al poco tiempo de contratarlo. 

 

Este sistema permite redistribuir y equilibrar la protección por despido entre los fijos y los temporales, aumentando la protección de estos últimos, que suelen ser jóvenes y trabajadores con rentas bajas.  

 

Al tiempo, favorece una mayor movilidad voluntaria beneficiando a aquellos que cambian de trabajo y, por tanto, fomenta la eficiencia y productividad de la economía. Con el actual sistema de compensación solo cobran aquellos trabajadores que son despedidos y no quienes deciden cambiar de empresa. Con ese modelo aquellos que cambian de compañía podrían llevarse esa bolsa de dinero acumulada a la siguiente empresa. 

  

En definitiva, se trata de una herramienta, dicen sus defensores, que protege al trabajador de situaciones de una elevada inflación que provoca la pérdida de poder adquisitivo, por la rentabilidad que en teoría va acumulando, y sirve de complemento para la jubilación en caso de no ser utilizada durante la vida laboral. 

 

Una fórmula que no convence a todos 

 

Sin embargo, también tiene sus contras sobre todo para empresarios y sindicatos a partes iguales. Los primeros temen que sea una nueva carga para ellos mediante el incremento de los costes laborales al asumir un desembolso a fondo perdido. Para los segundos la implementación de la mochila austriaca supone una forma de facilitar el despido al rebajar las indemnizaciones. En tiempos de crisis, señalan los sindicatos, puede suponer incluso el despido masivo de trabajadores por no tener que indemnizarlos. 

 

La implementación de esta fórmula también afectaría a la sostenibilidad del actual modelo de pensiones. En la actualidad se destina cerca de un 12 % del Producto Interior Bruto al pago de las pensiones en un escenario de aplicación de los cambios introducidos por la reforma por los que han aumentado las cotizaciones con el objetivo de volver a llenar la hucha de las pensiones. 

 

En este sentido, también hay dos posturas claramente enfrentadas. La de aquello que defienden que la mochila servirá de complemento para las pensiones y la de aquellos que piensan que supondrá una protección irreal pues buena parte de los trabajadores acabará utilizando el dinero del fondo antes de la jubilación. Estos últimos añaden que, para tener una incidencia realmente positiva en el sistema de pensiones, las aportaciones empresariales deberían ser muy elevadas. Otro punto de conflicto. 

 

La implementación de esta fórmula tampoco sería barata. La transición a este modelo tendría un coste de más de 9.000 millones de euros, según los cálculos del propio Banco de España, de ahí la propuesta de financiar la mochila austriaca con parte de los fondos europeos. puesto que el reglamento que los regula permite su uso para cubrir la transición hacia el modelo austriaco. 

 

Con esta medida se evitaría, según la entidad, que las empresas elijan a quien despedir atendiendo al coste del despido en lugar de a criterios de idoneidad; fomentaría la productividad y los cambios voluntarios de compañía; y reduciría la brecha entre empleados fijos y temporales.  

  

Las reacciones a la propuesta del Banco de España, por parte de los sindicatos no son nada favorables. Para UGT, por ejemplo, la mochila austriaca tal como la concibe el supervisor “no supone sino una reducción de los costes de despido” porque al crear un marco con un único contrato de trabajo, las empresas no incurren en ningún tipo de indemnización en el momento de prescindir de ellos. De hecho, aseguran que “el despido se hace más barato y se facilita, desincentivando otras medidas de ajuste” como la flexibilidad interna de los ERTE. 

 

Julio Muñoz es periodista de información económica y experto en comunicación.