El cortijo de Guarinos

La alcaldesa, Ana Guarinos, ha protagonizado esta semana un espectáculo, cuanto menos, bochornoso, que pone de manifiesto su talante altanero. 

Les ponemos en antecedentes. El lunes, momentos antes del inicio del Chupinazo, impidió la entrada al balcón principal del Ayuntamiento al ex alcalde y actualmente concejal y diputado nacional del PSOE, Alberto Rojo, quien acudió acompañado por la consejera de Igualdad, Sara Simón, para más señas, ex concejala de Festejos y, en dicho acto, máxima autoridad representante del Gobierno regional. 

Como marca la tradición en Guadalajara, todos los ex alcaldes están invitados a participar del inicio de las Ferias desde este balcón. Pero en esta ocasión y, por primera vez en Democracia, Guarinos decidió que Rojo no debía ocupar ese lugar privilegiado. Ni él, ni Simón. Con un par. 

En cuanto detectaron la presencia de ambos con intención de salir al balcón principal, la alcaldesa envió a su asesor, a su hombre de confianza y mano derecha, quien raudo y veloz les ‘invitó’ a marcharse, dirigiéndoles hacia el espacio que les habían ‘reservado’ en uno de los balcones secundarios. 

La indignación y el enfado del ex alcalde es lógico, máxime cuando sí se permitió el acceso a otro ex regidor, éste del PP, José María Bris, quien desde allí pudo compartir la alegría de los guadalajareños como viene haciendo desde hace décadas, invitado por gobiernos de todos los colores. 

Además del desplante institucional a la consejera de Castilla-La Mancha, la alcaldesa ha demostrado que, a sectaria, no le gana nadie. No es de recibo que un ex alcalde reciba un trato tan vejatorio. Porque la intención de Guarinos era, ni más ni menos, ningunear a su antecesor, pasándose por el arco del triunfo las más mínimas normas de educación y respeto institucional. 

Tras el revuelo ocasionado, el equipo de Gobierno envió una nota de prensa a los medios de comunicación para, textualmente “dejar constancia” de lo ocurrido. PP y Vox se escudan en que en dicho acto “no existe protocolo oficial” en un intento infantil de justificar lo injustificable. Cierto es que no es un evento que exija una organización protocolaria, pero la costumbre es que los ex regidores ocupen un lugar preferente. 

Si la alcaldesa ha decidido que con ella se han acabado eso de los llamados ‘usos y costumbres’ en el Ayuntamiento, le recordamos que existe otro término que parece desconocer: ‘cortesía’, que la RAE define como “la demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene una persona a otra”. Y el lunes quedó claro: Guarinos ni tuvo atención, ni respeto y, mucho menos, afecto a Rojo.

Existe otra palabra que parece desconocer la señora alcaldesa. Los ‘modales’, que el mismo diccionario define como las “acciones externas de cada persona con que se hace notar y se singulariza entre las demás, dando a conocer su buena o mala educación”. Buenos modales hubo pocos en ese balcón. Otros términos que no aparecen en su diccionario personal son ‘saber estar’, ‘urbanidad’ o “sentido común”. Desde luego, éste último brilló por su ausencia el lunes.

Queda meridianamente claro que Ana Guarinos tuvo una doble intención: hacer un sonoro desplante a Alberto Rojo y a Sara Simón y, sobre todo, evitar salir en la foto con quienes le han dejado las Ferias de este año, sus primeras Ferias, servidas en bandeja de plata.

Le recordamos desde aquí a la alcaldesa que los ayuntamientos son históricamente ‘la casa de todos’, ‘la casa del pueblo’. La casa de las cerca de 17.000 personas que votaron al PSOE, la de los 13.000 votantes del PP, la de los 6.600 que optaron por Vox, la de los más de 2.000 que dieron su confianza a AIKE y la de los cerca de 90.000 vecinos que componen el censo de esta ciudad. Por ello, le rogaríamos que dejase de utilizar el Ayuntamiento de la capital como su cortijo, por respeto a todos los guadalajareños y guadalajareñas. 

Aunque lamentablemente, viendo el talante con el que ha empezado, creemos que éste no será ni el primer ni el último ‘Guarinazo’. Permanezcan atentos a sus pantallas.