Día de la Constitución. Pactos, convivencia y avance en común

Publicado por: Gloria Magro
08/12/2023 08:00 AM
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El anuncio de la legalización por sorpresa del Partido Comunista el Viernes Santo de 1977 provocó algo así como una hecatombe política, un seísmo de imprevisibles consecuencias en lo que eran los primeros  y vacilantes pasos de la transición de la dictadura franquista a una nueva democracia que aún estaba por definir.

 

"Golpe de estado, error político, farsa jurídica y quiebra a la vez de la legalidad y la legitimidad", lo denominó Manuel Fraga en la portada de ABC. Los titulares de prensa del momento daban cuenta de la tensión extrema a la que fue sometido desde la derecha el gobierno de Adolfo Suárez al tomar esa decisión de forma unilateral y en la fecha elegida.

 

Apenas tres meses después de esas afirmaciones, el dirigente de Alianza Popular y ex ministro franquista estaba sentado con un representante del Partido Comunista, junto a otras formaciones políticas, acordando el contenido de la Constitución. Con los años, Fraga y el principal dirigente comunista español, Santiago Carrillo, acabaron forjando una gran amistad basada en el respeto mutuo y el reconocimiento de sus profundas diferencias.

 

Este episodio es uno de los que narra la serie documental para Canal Historia sobre la Transición española, conducida por el periodista y sociólogo Manuel Campo Vidal, y que el pasado miércoles se visionó en el Complejo San José durante el acto institucional con motivo del 45 aniversario de la Constitución española.

 

La celebración, que cada 6 de diciembre hacen de forma conjunta y rotatoria las cuatro administraciones públicas de Guadalajara -Ayuntamiento, Diputación Provincial, Delegación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y Subdelegación del Gobierno de España-, en esta ocasión estuvo auspiciada por la Diputación de Guadalajara y conducida por Campo Vidal, una de las voces más autorizadas y representativas de la memoria colectiva de la Transición.

 

En presencia de las principales autoridades locales, provinciales y autonómicas, así como de los diputados y senadores por Guadalajara, la ceremonia de la onomástica de la Carta Magna fue un recorrido sentimental por las últimas cuatro décadas en la historia de España, "un camino que representa todo un éxito de nuestro país y de toda la sociedad español" con el objetivo puesto en "refrescar la memoria sobre la forma en que nuestro país cambió un pasado doloroso por un futuro de convivencia en libertad", en palabras del presidente de la institución provincial, José Luis Vega.

 

En un momento en el que la oposición popular busca deslegitimar al Gobierno, a sabiendas de que le respalda todo el arco político en el Congreso a excepción suya y de la ultraderecha, es de agradecer que desde las instituciones públicas de Guadalajara se celebre el 6 diciembre recordando que el camino común recorrido por los españoles y también ese punto de partida a finales de los años 1970 cimentado en acuerdos que supusieron cesiones difíciles desde la óptica del momento pero que nos hicieron avanzar social y políticamente hacia lo que hoy somos.

 

En presencia de las autoridades del Partido Popular en Guadalajara, Vega recordó que la esencia de la celebración en el Día de la Constitución es "la voluntad de acuerdo, de diálogo, de pacto, para facilitar la reconciliación y la convivencia entre todos los españoles, sobre la que nació nuestra Constitución de 1978". En ese sentido, el presidente de la Diputación de Guadalajara apeló a conceptos como "la libertad, la convivencia, el diálogo, el debate, el pacto social y la apuesta por un futuro común en derechos civiles, sociales y políticos que deberían tener siempre un valor y un significado universales e indiscutibles aunque con el paso del tiempo a veces han sido manoseados e impregnados de cierto relativismo partidista, pero que para los llamados 'padres de la Constitución' no admitían equívocos".

 

Hacía tiempo que en Guadalajara no se escuchaba un discurso en clave de política nacional tan elegante y sosegado y sobre todo, tan reflexivo como el pronunciado por el presidente de la Diputación el pasado miércoles en el complejo San José. Un recordatorio y una defensa de los pactos que están en la base de nuestra Constitución, esos acuerdos que han forjado los avances de nuestra historia reciente como país. "El primer gran acuerdo tras la aprobación de la Constitución fueron los Pactos de la Moncloa. Al igual que en la redacción de la propia Carta Magna, muchos sectores políticos, económicos y sociales negociaron, dialogaron y cedieron para contribuir a superar una situación muy complicada", afirmó.

 

En el acto también se hizo alusión las definiciones actuales del término constitucionalista. "Ser constitucionalista no es apropiarse de ese adjetivo con fines excluyentes hacia quienes no piensan igual, y al mismo tiempo, cuestionar preceptos de la propia Constitución esgrimiendo símbolos y actitudes tremendistas de épocas pasadas", en una referencia desde el sentido común a las surrealistas imágenes que hemos visto estos días de una nostalgia trasnochada y alejada de la realidad a la que solo una minoría podría querer retroceder "porque la Constitución Española de 1978 se hizo, sobre todo, para mejorar la vida de las personas. Con el desarrollo de leyes y la consecución de pactos amparados por la Constitución, hoy en España se vive mucho mejor que hace 45 años".

 

Cabe preguntarse qué hubiera pasado si este año el acto del 6 de diciembre hubiera sido organizado por el Ayuntamiento de Guadalajara, viendo las soflamas que desde las cuentas institucionales derraman sus dirigentes en las redes sociales. No hay que hacer política ficción para deducir que los términos empleados hubieran sido otros, y también las consignas, las proclamas y un mensaje que en esta fecha siempre debería de ser en clave institucional y de celebración de los logros y el camino común recorrido y el que nos queda por recorrer.

 

Escribo estas líneas desde el hotel Sheraton De Santiago de Chile. Desde su azotea la prensa internacional y una delegación de la ONU fue testigo en septiembre de 1973 del bombardeo del palacio de La Moneda y el golpe militar de Pinochet, esa figura siniestra de infausto recuerdo, mientras las clases altas abajo en los salones brindaban por el fin de Allende. Es fácil hacer paralelismos sobre hasta donde  puede llegar una determinada clase política cuando se deslegitima un gobierno en la calle y en las instituciones porque no se acepta un resultado electoral; cuando se miente a sabiendas de la falacia de la argumentación y se arraiga uno la representación de un país que no le corresponde. Asusta. Por eso reconforta escuchar discursos sensatos y sobre todo, verídicos.

 

Gloria Magro es periodista. 

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