¿Qué nos está pasando?

Publicado por: Rafael Cabanillas
28/11/2022 03:21 PM
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Cuando hace unos años conocimos a un tipo, bastante estrafalario, hipermillonario, llamado Donald Trump, que soltaba por su boca tal cúmulo de estupideces e improperios muy parecidos a una parodia, jamás pudimos imaginar que llegaría a convertirse en el poderoso presidente de los EEUU. Presidente legítimo, porque así lo quisieron los votantes americanos. Aunque esa legitimidad, tan mermada por sus aberraciones,  la dilapidara al no aceptar la derrota electoral, cuestionando, según su deriva mental, el veredicto de las urnas. Cuando vimos en la TV el asalto al Congreso por sus seguidores,  esos energúmenos ataviados con pieles de osos y cuernos de búfalo, pensábamos que se trataba de una película de Hollywood. Hoy todo el mundo tiembla, ante su anuncio de presentarse de nuevo a las elecciones y que una mayoría le vote. ¿Qué le está pasando al “avanzado” pueblo americano?

Después apareció en escena, como un clon trumpiano, un tal Jair Bolsonaro, exmilitar, que ganó la presidencia de Brasil soltando estas perlas: “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual, antes preferiría que muriera en un accidente”. “Tengo cinco hijos: fueron cuatro hombres, ahí en el quinto me dio una debilidad y vino una mujer”. “El error de la dictadura fue torturar y no matar” “No merece ser violada, es muy fea. Yo jamás la violaría”. ¿Qué patología obnubiló el cerebro de los brasileños para elegir presidente a semejante y nocivo australopithecus? Tras perder las elecciones por la mínima ante Lula, encarcelado injustamente durante dos años, miles de manifestantes se echaron a la calle para pedir un golpe militar. Algunos, incluso, en el colmo del dislate,  haciendo un aquelarre de rezos para que vinieran los extraterrestres a llevarse a Lula por los aires. A Bolsonaro le habían votado días antes 58 millones de personas. ¿Qué les pasa a los queridos brasileños?

Y esta misma ola tóxica que nos deja ojipláticos a las personas sensatas y de buena fe, llegó también a Europa. Orban en Hungría con su mayoría absoluta y su polémico discurso de la raza cercano al nazismo: “Uno de los intentos de suicidio (del mundo occidental) es el gran programa de reemplazo de población europea, que busca cambiar a los niños cristianos europeos por inmigrantes, por adultos llegados de otras civilizaciones”. ¿Qué le ocurre al noble pueblo húngaro, tradicionalmente solidario y acogedor, para votar reiteradamente a este hombre que parece salido de las cavernas? ¿Y a sus hermanos polacos, representantes de la más radical y rancia extrema derecha?

Y más cerca ya de nosotros, el caricaturesco Boris Johnson, en Inglaterra, y su sucesora Liz Truss, cuya primera medida fue casi anular los impuestos a los ricos, provocando el hundimiento de la bolsa y de la economía. Siempre con la misma matraca engañabobos de bajar los impuestos. Como si los impuestos no fueran necesarios para conseguir una sociedad más justa y mejor. Impuestos proporcionales a los ingresos. Aquí, por resumir y ser simplista, solo hay dos formas de gobernar: Gobernar para los ricos, como siempre hacen todos estos, o gobernar para distribuir la riqueza y poder igualarnos a todos un poco. El problema es que yo, a veces, con ese orgullo engañoso, porque llevo a la niña al colegio concertado, a clases de ballet y he juntado  cuatro perrillas… me siento un rico como ellos. ¡Ay, madre!

Pero sigamos con Italia y su neofascista Meloni arrasando en las elecciones: “Tengo una relación tranquila con el fascismo… Mussolini era un buen político. No ha habido otro político como él en los últimos 50 años”, y en la vecina Francia la Le Pen que nos da pánico.

¿Qué le está pasando al mundo? Es como si los que manejan y gobiernan de verdad el planeta hubieran dicho: ¡Ya basta! Como si todos los logros sociales conseguidos con muchas lágrimas y sangre en los siglos XIX y XX les parecieran excesivos y hubiera que echar el freno. Como si esos avances, para ellos, fueran un exceso. ¡Se acabó, ya no más; vuelta para atrás! Y utilizan a sus agentes de turno, sus agentes comerciales, los Trump, Bolsonaro, Orban, Le Pen, Meloni…, con sus mentiras y palabras grandilocuentes -¡Dios, rey, patria, bandera, familia, nos invaden, nos roban, quieren acabar con nosotros, muerte al feminismo, a los homosexuales, al diferente, nada de igualdad ni leches..!-, para revertir el sistema.

En España se llaman VOX, una escisión del PP, para algo Abascal fue Director Gral. de un chiringuito que le había creado Esperanza Aguirre para que, según su terminología, viviera de la “mamandurria”, sin trabajar en su vida. ¡Menudo ejemplo, menudo modelo a seguir, cuando ahora se desgañita exigiendo justo lo contrario de su forma de obrar y enriquecerse! Mejor no reproducir las barbaridades que sueltan, fuera y dentro del Congreso, estos últimos, porque te ponen el vello de punta. Son la viva expresión del odio. Superando con creces a sus modelos y amigos antes citados. Siempre votando en contra de todo para exacerbar el ánimo del ciudadano cabreado: En contra de los ERTES que mantuvieron tu nómina durante los años del Covid, de las subidas de las pensiones de tus padres y abuelos, del salario mínimo de tu hermana en el Carrefour, de los topes a los alquileres, a la luz y  al gas, del transporte gratuito, del salario mínimo vital… ¡Siempre NO, NO y NO! Y yo, pobre desgraciado que me beneficio de todas estas medidas, me creo sus milongas y mañana voy y les voto. ¡El mundo al revés!

Sus armas son la manipulación a través de los medios de comunicación y las redes sociales que tienen al pueblo idiotizado, el bajo nivel educativo y cultural para engañarnos como a analfabetos, y el mal ejemplo de buena parte – no todos, por supuesto- de nuestros políticos que provocan una gran desafección de la política y de la cosa pública. También la desideologización. Por suerte, estamos a tiempo de corregir estas tres deficiencias: Más educación, más pluralidad de los medios y combate a sus mentiras, y una implementación de normas que mejoren el modelo para que el ciudadano regrese y confíe en la política.

Como el hombre es el único animal que tropieza permanentemente en la misma piedra, repaso la historia de la humanidad y, ante lo que está ocurriendo en la actualidad, siento miedo. Mucho miedo. Una masa aborregada, hipnotizada por la tecnología, las redes y los medios, dirigidos por el nuevo Gran Hermano. ¿Qué nos está pasando? Siempre perseguimos la utopía, los sueños. Sin embargo, esta gente nos está trayendo la distopía. Es decir, justo lo contrario. La antítesis de lo que siempre soñamos. Son muy peligrosos. No confíes en ellos. Vienen a reventar el sistema democrático. A dinamitarlo desde dentro. Sus falacias y sus arengas son su pólvora. No te las creas. No seas cómplice inocente, desde la bondad de tu  corazón, de este terrible disparate que estamos viviendo. Cómo diría Bertold Brech: cuando quieras reaccionar… será demasiado tarde.

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