Una molinesa, Míram Barahona, se cuela entra los tres primeras obras clasificadas dentro de la Mención especial del público de los prestigiso Premio Internacional de Ilustración Científica y de la Naturaleza "Illustraciencia",. convocado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y de su Vicepresidencia Adjunta de Cultura Científica y Ciencia Ciudadana (VACC-CSIC), y la Asociación Catalana de Comunicación Científica (ACCC). La diseñadora gráfica compite con la obra“Cedro Cedrus Libani”, dentro de la categoría de Ilustración Naturalista.
"Llevo muchos años presentando mis dibujos a este certamen y este año por fin soy finalista", comenta en declaraciones a El Decano de Guadalajara. Barahona explica que estos premios y la labor que realiza Illustraciencia en la divulgación de la ilustración científica y en la formación son un referente para ella porque considera que conjugar ciencia y arte puede ser una herramienta importante a la hora de llegar y concienciar a la población en los valores medioambientales: "Mi premisa siempre ha sido: “si lo conoces, lo cuidas”. Y a través de mis dibujos eso es lo que busco, dar a conocer cada especie, desde la belleza, para que se pueda amar y conservar".
Licenciada en Bellas Artes (Universidad de Castilla-La Mancha) y diplomada en Diseño Gráfico (Escuela Superior de Diseño de Aragón), trabaja cada cada día integrando ambas disciplinas, desarrollando proyectos por encargo y otros más personales, participando y desarrollando proyectos donde los árboles y la naturaleza también son protagonistas. En este sentido, el diseño y maquetación de un catálogo de árboles singulares de los municipios de Guadalajara, junto a la Asociación Nacional Micorriza o de una obra de etnobotánica de los autores Emilio Blanco y Demetrio Delgado.
Barahona destaca el papel primordial de los árboles, un elemento de la naturaleza que admira y que, asegura, le proporciona paz: "Son la vida del planeta, porque limpian el aire sin el que no podemos vivir. Nos proporcionan alimento, cobijo, materiales… Nos dan sin recibir nada a cambio. Son la generosidad hecha corteza, ramas, hojas, raíces… Si los observamos con detenimiento, nos hablan del estado del mundo y se puede leer en ellos siglos de historia, porque muchos ejemplares han sobrevivido cientos e incluso miles de años. Son los monumentos vivos, ancianos y ancianas venerables. Se alzan erguidos y fuertes. Contienen mares de savia. Y brotan cada primavera saludando a la vida. Son pura inspiración, me cautivan, y es un verdadero placer pasar las horas dibujando sus formas orgánicas, sus recovecos, luces y sombras, tan enmarañadas como perfectamente situadas. Por ello uso la técnica del dibujo a bolígrafo, ya que me permite crear interesantes texturas, dar profundidad y detallar cada elemento", concluye la artista.