Una deuda pendiente con la historia: honrar y dignificar a los 130 guadalajareños deportados a los campos de concentración nazis

Publicado por: Ana María Ruiz
26/05/2024 08:00 AM
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Los españoles dan la bienvenida a las tropas aliadas en Mauthausen//Imagen: Holocausto Español.
Los españoles dan la bienvenida a las tropas aliadas en Mauthausen//Imagen: Holocausto Español.

Procedentes de toda la geografía provincial, vivieron en condiciones infrahumanas en Mauthausen-Gusen y la mayoría fueron asesinados. Uno de ellos, vecino de la capital, logró evadirse

 

En los tiempos que corren, en los que los extremismos y la radicalización son la nota dominante en la mayor parte de aspectos de nuestra sociedad, conviene echar la vista atrás para recordar el horror y las terribles consecuencias que los defensores de estas premisas ultras han causado en la historia de la humanidad. 


Hoy en día somos testigos de las tragedias que acarrea el fanatismo en cualquiera de sus manifestaciones a golpe de desgarradoras imágenes de sufrimiento de inocentes publicadas en prensa, televisión y redes sociales.

 

Sin embargo, no hay que retroceder demasiado en el tiempo para comprobar los terribles efectos que trajo consigo uno de los capítulos más crueles de la Historia reciente: la creación de los campos de concentración y exterminio por parte del Gobierno nazi, en los que padecieron y fallecieron millones de personas por el simple hecho de su origen étnico, su religión, sus creencias políticas o su orientación sexual.

 

130 deportados, 89 asesinados y un evadido


La provincia no fue ajena a este horror. Según los datos que manejan el Foro por la Memoria de Guadalajara y la Asociación Amical de Mauthausen y Otros Campos, de los más de 800 castellanomanchegos republicanos que fueron deportados a los campos de concentración entre 1940 y 1945, un total de 130 eran guadalajareños. La cifra asciende a 178 si tenemos en cuenta los datos del Portal de Archivos Españoles del Ministerio de Cultura. De ellos, 89 perdieron la vida en condiciones infrahumanas. El resto fueron liberados por el ejército aliado. 


En esta última base de datos consta que las localidades que más víctimas del terror nazi acumularon fueron la capital, con 12 deportados, de los que siete fueron liberados y cinco fallecieron; Sacedón, con siete deportaciones (dos fallecidos y el resto liberados); Sigüenza, con nueve (siete asesinados y dos liberados) y Tartanedo, con 4 víctimas (tres fallecidos y uno liberado).  En los listados no aparecen ni mujeres ni niños.


Cabe destacar que uno de estos republicanos deportados, un vecino de la capital llamado Jorge Martínez, de 53 años, hecho prisionero por medidas de represión, fue deportado al campo de Aurigny el 17 de abril de 1944 y se evadió el 3 de septiembre de ese mismo año, tras cinco meses de calvario.   


Xulio García, portavoz del Foro por la Memoria de Guadalajara, señala que, no obstante, estas cifras no son ni mucho menos definitivas: “Las investigaciones siguen abiertas y se han ido desvelando identidades. Pero es difícil porque en los listados existen apellidos dudosos, personas que eran originarias de poblaciones que tienen el mismo nombre en distintas provincias o que ya no existen y además hubo algunos que se nacionalizaron franceses. Es una labor muy difícil”. 

 

Por ello, el Foro y la Asociación Amical han creado grupos de investigación en todas las provincias de Castilla-La Mancha con el objetivo de actualizar las listas oficiales: "La investigación sigue abierta. Cada dato nuevo que se recupera lo consideramos una victoria", afirma Xulio García. 


Todos los españoles que acabaron en los campos de concentración nazis se habían exiliado a Francia tras la victoria franquista de 1939. La mayoría de los deportados sirvieron en las filas del ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial o fueron destinados a los llamados Grupos de Trabajadores Extranjeros. 


Cuando Francia cayó en manos de los alemanes y se hicieron prisioneros, Alemania informó al Gobierno de Franco sobre la existencia de un tren con 927 refugiados españoles capturados preguntando si querían reclamarlos: "La respuesta que envió el entonces ministro de Exteriores, Serrano Suñer, fue que no eran considerados españoles, por lo que fueron señalados como ‘apátridas’. Se convirtieron en los primeros españoles en llegar al campo de Mauthausen en mayo de 1940. La mayoría de ellos murieron”, señala el portavoz del Foro. 

 

Actualmente hay identificados 7.533 españoles deportados republicanos a Mauthausen. De éstos, unos 5.000 hallaron la muerte durante su deportación, la mayor parte en el campo de Gusen; 457 fueron gaseados en el castillo de Hartheim; otros 339 fallecieron en el campo central; 58 en Steyr, y el resto en diferentes campos externos. 

 

El colectivo de los republicanos españoles fue identificado en Mauthausen con un triángulo azul que les clasificaba como apátridas, ya que ningún Estado les reclamaba como propios. Sobre el triángulo aparecía escrita una "S" que les definía como spanier, es decir, españoles. En los libros de registro del campo la definición era un poco más amplia: todos los recién llegados eran ‘rotspanier’ (rojos españoles).


Precisamente este campo y el subcampo de Gusen, situado a 5 kilómetros de Mauthausen, fueron los destinos de la mayor parte de los guadalajareños deportados. El resto se repartieron entre Dachau, Buchenwald y Aurigny. 





Los españoles fueron identificados con el triángulo azul de los apátridas, con una S de sparnier//Imagen: Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Los españoles fueron identificados con el triángulo azul de los apátridas, con una S de sparnier//Imagen: Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

 

Casi todos fueron esclavizados en la cantera de Mauthausen, un trabajo agotador al que se añadía la tortura de los 186 peldaños que los prisioneros tenían que subir y bajar varias veces al día cargados con pesadas piedras de granito de 20 kilos. Incluso a veces con sus compañeros muertos. "El listado de métodos de tortura y asesinato es interminable. Los españoles perdieron la vida de todas las formas imaginables: fusilados, apaleados, gaseados, ahorcados… Sin embargo, la mayoría de ellos perecieron por un triángulo de amenazas: hambre, trabajo esclavo y unas condiciones sanitarias deplorables que provocaban todo tipo de enfermedades", se denuncia en la web deportados.es.


El subcampo de Gusen fue, si cabe, más inhumano. Y también el fatal destino de muchos guadalajareños. En el complejo de Gusen también se utilizaba el trabajo forzado de los presos. Esto, junto a unas condiciones de vida extremadamente duras, la alimentación insuficiente y todo tipo de malos tratos, llevó al exterminio de la mayoría de los presos.

 

Además se practicaron distintas formas de asesinato directo, tanto en el propio recinto de Gusen como mediante selecciones de presos débiles o enfermos para su muerte por gaseamiento en las instalaciones del Castillo de Hartheim o bien en vehículos adaptados para dicho gaseamiento. "La principal diferencia con el campo del que dependía no era otra que la mayor crueldad que caracterizó tanto al trabajo como a las torturas y experimentos que allí se practicaron, lo cual se tradujo en la existencia de aterradoras tasas de mortalidad", se afirma en la publicación ‘Rotspanier: españoles en el complejo concentracionario Mauthausen-Gusen’, de Gutmaro Gómez Bravo (Universidad Complutense de Madrid) y Diego Martínez López (Universidad Francisco de Vitoria), del Grupo de Investigación de la Guerra Civil y el Franquismo, editada en 2022 por en Ministerio de la Presidencia y Memoria Democrática.

 

Españoles en el campo de exterminio de Gusen//Imagen: Francesc Boix, 'El Fotógrafo de Mauthausen.
Españoles en el campo de exterminio de Gusen//Imagen: Francesc Boix, 'El Fotógrafo de Mauthausen.

 

Resistencia clandestina

 

Cabe destacar que a pesar de las terribles condiciones de vida de los españoles, éstos tuvieron una vida muy activa en los campos y fueron los impulsores de un movimiento de resistencia clandestina: "No sólo fueron víctimas, fueron pioneros en la resistencia, pioneros en la organización interna de los campos para resistir contra el nazismo", señala Xulio García. Añade que, "al fomentar la solidaridad y la resistencia, sus verdugos fracasaron en uno de sus objetivos: deshumanizarlos". 


Uno de los más destacados fue precisamente un vecino de Sacedón, Manuel Razola, liberado de Mauthausen y uno de los coautores del libro ‘Triángulo Azul’, que constituye una verdadera fotografía del horror de aquellos campos de exterminio. "Los testimonios nos hablan de ejemplos de solidaridad colectiva, y una potente organización clandestina como clave de la supervivencia de los españoles que sobrevivieron a la muerte en Mauthausen y sus subcampos", reza su sinopsis. 


Según palabras de Razola, "nuestra dignidad de combatientes de una causa justa nos impedía ceder". Razola perteneció desde su creación al Comité Clandestino de Mauthausen organizado fundamentalmente por miembros del PCE. Tras la guerra, fue además uno de los organizadores y fundadores de la Asociación de Deportados Internados Españoles Antifascistas y, posteriormente, de Amical Mauthausen.

 

Ficha del sacedonense Manuel Razola, xxxxx
Ficha del sacedonense Manuel Razola, prisionero con matrícula 3793 de Mauthasen//Imagen: Archivo Arolsen.

Según explica Xulio García la primera organización interna se produce en una reunión clandestina cuando varios españoles fueron enviados a ser desparasitados a las cocheras. "Se organizan para repartirse la poca comida que tienen, para ayudar a los más necesitados. Los españoles intentaron ayudar a los españoles y colocar a personas de confianza en puestos de responsabilidad como al famoso fotógrafo de Mauthausen, Francesc Boix, quien se hizo ayudante del fotógrafo del campo y consiguió guardar copias clandestinas de terribles imágenes que después se usaron como pruebas en los Juicios de Núremberg". 


Es más, cuando se produjo la liberación de Mauthausen el 5 de mayo de 1945, fueron los propios presos encabezados por los españoles, los que lideraron el levantamiento y se hicieron con el control del campo unos días antes de la llegada de las tropas aliadas, a las que recibieron con una enorme pancarta en español, colocada sobre las puertas del campo que rezaba: "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras". 


"Los españoles fueron pioneros también en la recuperación de la memoria a través de estos testimonios", afirma el portavoz del Foro. De hecho, la Asociación Amical se fundó por deportados españoles en Francia que decidieron volver a España en el año 1962, en plena clandestinidad, y ocuparon puestos en el Comité Internacional de Memoria de los Deportados de Mauthausen. "Los españoles siempre han estado a la cabeza, tanto durante la existencia de los campos como en la posguerra. El monumento español que existe en Mauthausen fue costeado por los deportados y es el único que no pertenece a un estado porque el Estado español les había declarado apátridas".

 

Los deportados españoles junto a la pancarta de bienvenida a las tropas aliadas tras la liberación del campo//Imahen: Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Los deportados españoles junto a la pancarta de bienvenida a las tropas aliadas tras la liberación del campo//Imagen: Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.


Olvido institucional

 

El genocidio cometido por la Alemania nazi contó con la connivencia del Gobierno francés y del Gobierno de Franco, que nunca reconoció como compatriotas a los guadalajareños y al resto de españoles que padedieron lo indecible en los campos de exterminio. La razón: poseer una ideología diferente a la del Régimen. 

 

Y a pesar de tanto sufrimiento, tanto dolor y tanto horror, las instituciones de Guadalajara parecen haber olvidado que todavía tienen una deuda pendiente con estos convecinos y con sus familias, que merecen que se les haga justicia.  

 

El pasado 5 de mayo, coincidiendo con el aniversario de la liberación del campo de Mauthausen, se llevó a cabo el Homenaje a los Deportados de Guadalajara a los campos nazis, junto a la placa en su honor ubicada en el parque de la Concordia. Curiosamente, a pesar de ser un acto que debería haberse convocado a nivel institucional, tan sólo participaron miembros del PCE , IU, el Foro por la Memoria y la Asociación Amical de Mauthausen. 


Xulio García se lamenta de que no se convocase de forma oficial tal y como debería haberse hecho: "Nosotros acudimos como organizaciones pero no convocaron las instituciones como es su obligación porque desde 2019, el Gobierno de España instauró el 5 de mayo como el Día Nacional de Homenaje a los deportados y deportadas españoles a los campos nazis". 

 

En el homenaje del pasado 5 de mayo no hubo ni representación ni convocatoria institucional//Imagen: Cortesía Xulio García.
En el homenaje del pasado 5 de mayo no hubo ni representación ni convocatoria institucional//Imagen: Cortesía Xulio García.

 

Recuerda que en la ciudad sólo se ha celebrado este homenaje en 2021, año en que se inauguró la placa de la Concordia, en un acto organizado por el Ayuntamiento y la Diputación con la colaboración del Foro y Amical, al que acudieron como representantes institucionales el entonces alcalde, Alberto Rojo; el presidente de la Diputación Provincial, José Luis Vega; la subdelegada del Gobierno, Mercedes Gómez, y el presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, Pablo Bellido. "Nunca más se ha vuelto a hacer. Desde entonces lo han hecho IU, el PCE, el Foro, Amical, Sumar, Alianza Verde y Podemos, pero no se ha sumado nadie más".  

 

El portavoz del Foro por la Memoria explica que esta conmemoración se acordó tras una moción presentada por Ahora Guadalajara en enero de 2018, aprobada por unanimidad en los ayuntamientos de Guadalajara, Sigüenza y Sacedón y en la Diputación Provincial. En ella se acordaba textualmente: "Expresar el reconocimiento y homenaje a las víctimas del nazismo que sufrieron el horror de los campos de concentración y, en particular, a los y las guadalajareños; reconocimiento y homenaje que debe ser extensible a sus familiares". 


Esta primera parte de la moción se cumplió con la instalación de la placa en su honor en la Concordia. En 2022 se colocó otra en el cementerio de Sacedón en recuerdo de sus siete vecinos asesinados en los campos de concentración. Un parque de Alovera también recuerda a Victoriano Sánchez Moreno, asesinado en Mauthausen en 1942, a los 33 años. La alcaldesa fue invitada a asistir al acto por el Foro de la Memoria, pero declinó participar. 


La moción incluía una segunda parte en la que se acordaba que las autoridades viajarían al campo de Mauthausen para colocar una placa en honor de los deportados guadalajareños. Concretamente se aprobó por unanimidad en los tres ayuntamientos citados y en la Diputación: "Impulsar cuantas acciones y actos se consideren oportunos para promover la memoria de estas víctimas. En concreto, la colocación de un monolito o escultura en memoria y reconocimiento a los hombres y mujeres de Guadalajara deportados a los campos de concentración nazis entre 1940-1945. La presencia institucional en los actos internacionales de conmemoración que se celebran en el campo de Mauthausen con ocasión del aniversario de su liberación, colocando una placa que deje constancia del reconocimiento de la provincia de Guadalajara". 

 

Pasados seis años, ni el viaje ni el homenaje en Mauthausen se han llevado a cabo: "Estaría bien que se cumpliera esta segunda parte de la moción. Nosotros pedimos que se intervenga en este sentido. Es un acto de justicia", reclama Xulio García.

 

Precisamente el Foro por la Memoria, que ya ha realizado varios actos de dignificación en la provincia, se trasladó a Austria en 2020, coincidiendo con el 75 aniversario de la liberación de Mauthausen, para colocar en el crematorio del campo un diploma en recuerdo de los guadalajareños allí deportados que reza: "A los 130 guadalajareños deportados a los campos de exterminio. A todos los españoles asesinados por la barbarie nacionalsocialista".  

 

Diploma colocado en el crematorio de Mauthausen por el Foro de la Memoria de Guadalajara//Imagen: Cortesía Xulio García.
Diploma colocado en el año 2020 en el crematorio de Mauthausen por el Foro de la Memoria de Guadalajara//Imagen: Cortesía Xulio García.

 

Algunos familiares también han colocado piedras stolpersteine (piedra del tropiezo) como reconocimientos individuales a vecinos de Villar de Cobeta y Atienza. Se trata de adoquines chapados en metal que se colocan en sustitución de los originales en las calles donde se conoce el nombre de alguno de los fallecidos o liberados. Otra de ellas se colocó en Madrid, como la de Pedro Díaz Clemente, de Santa María de los Poyos, una pequeña localidad que quedó sumergida bajo las aguas del embalse de Buendía en 1956. 

 

Según se narra en el blog del Foro, Pedro fue capturado por las tropas nazis el 17 de junio de 1940 y recluido en otros campos hasta que fue trasladado a Mauthausen el 27 de enero de 1941 junto con otros 1.506 republicanos. "Apenas duró 20 días en el campo central, los SS le trasladaron al mortífero subcampo de Gusen el 17 de febrero. Tras varios meses en aquel infierno, el 5 de diciembre lo enviaron finalmente al castillo de Hartheim, donde murió gaseado". Tenía 37 años. 

 

En el año 2010, su sobrino nieto Jorge sintió la necesidad de investigar la historia de su tío abuelo. Una rápida investigación en internet le hizo toparse con la cruda realidad: "Me quedé helado, nosotros nunca sospechamos esto, siempre creímos que él estaría en Francia donde viviría con su mujer y su hija, hasta el fin de sus días. Pero no fue así, por desgracia no fue así", recuerda Jorge.

 

Fue en ese momento cuando descubrió que fueron muchos los españoles que murieron en las mismas circunstancias que su tío abuelo: "Hombres y mujeres que fueron negados por su propio país, cuyas familias fueron engañadas con un mensaje: "paradero desconocido", cuando sabían perfectamente donde habían perdido la vida".

 

Jorge, quiso que la biografía de Pedro en el blog del Foro por la Memoria llevara el título de 'El doble apátrida': "Me refiero a él como doble apátrida porque por un lado fue negado como español junto a sus compañeros por el régimen de Franco, y además, en 1956 su pueblo natal fue inundado por el mismo general para crear el pantano de Buendía. Le robaron su país, le robaron su pueblo y le robaron su vida", se lamenta.

 

El guadalajareño Pedro Díaz Moreno, asesinado a los 33 años, tiene su piedra stolooooo en Madrid. No se pudo poner en su pueblo natal, sumergido bajo las aguas del embalse de Buendía//Imagen: Cortesía Foro por la Memoria de Guadalajara.
El guadalajareño Pedro Díaz Moreno, asesinado a los 37 años en la cámara de gas del Castillo de Hartheim, tiene su piedra stolpersteine en Madrid. No se pudo poner en su pueblo natal, Santa María de los Poyos, sumergido bajo las aguas del embalse de Buendía//Imagen: Cortesía Foro por la Memoria de Guadalajara.



"Hoy más que nunca se necesitan referentes democráticos" 

 

"Estamos viviendo una situación muy grave desde el punto de vista democrático y, hoy más que nunca, hay que homenajear a las víctimas de los campos de exterminio nazis", afirma rotundo Xulio García.

 

En su opinión, es en estos momentos cuando la gente más necesita referentes democráticos, sobre todo los jóvenes. "Hay que ser memoria vigilante contra cualquier forma de intolerancia y luchar contra los revisionismos y negacionismos que nos invaden", señala.  


"Cuando estamos hablando de la víctimas de los campos no hablamos de épocas ni lugares remotos, sino que hay gente de todos los pueblos de nuestra provincia que fueron víctimas de esta barbarie y es algo que no debemos olvidar. Es una memoria que tiene plena vigencia y es el antídoto contra el racismo y la intolerancia y cualquier forma de totalitarismo", sentencia. 


Como pequeño homenaje de El Decano de Guadalajara a nuestros vecinos deportados, a los asesinados, a los liberados y a sus familias, recuperamos el testimonio de Ramiro Santisteban Castillo, preso liberado de Mauthausen y presidente de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos. Recomendamos su lectura a aquellos que parecen haber olvidado a sus paisanos y el terrible sufrimiento que padecieron en la que fue la mayor y más terrible masacre de la historia reciente de la humanidad. Y a aquellos que todavía insisten en dividir, radicalizar y fomentar el odio en una sociedad que, lamentablemente, se empeña en tropezar una y otra vez con la misma piedra.    


"El primer día en que llegaron presos españoles a Mauthausen, el 6 de agosto de 1940, yo me encontraba entre ellos; tenía entonces diecisiete años y entraban también en aquel campo conmigo mi padre y mi hermano mayor. Allí conocimos lo que nunca antes hubiésemos podido imaginar. Los trabajos en la cantera o en otros lugares hasta caer agotados; el hambre; las enfermedades; los castigos crueles. Los hijos veían consumirse a sus padres; muchos iban viendo morir a sus compañeros de luchas, a sus paisanos. Otras veces simplemente desaparecían, enviados a un destino desconocido; entonces sospechábamos lo peor, y esas sospechas un día se revelaron ciertas. Por supuesto, nosotros no éramos allí las únicas víctimas; a nuestro alrededor otros grupos padecían un destino similar e incluso en ocasiones, la eliminación rápida y total. 

Quiero expresar mis deseos que esta información suponga una verdadera toma de conciencia en España ante lo que significó nuestra experiencia. Que venga a ser como colocar un eslabón que faltaba en la cadena de la historia de nuestro país y que sirva para dar fe ante las nuevas generaciones de lo que fueron aquellos hombres y mujeres y de cuál fue su destino. Es cierto que han permanecido olvidados mucho tiempo y que ha sido una larga ausencia, pero no tengo ninguna duda de que hoy los españoles comprenderán que ese pasado les pertenece y que también esos que fueron olvidados han contribuido a que la España de hoy sea la que es". 

 

Ramiro Santisteban Castillo. Prisionero con matrícula nº 3237. Mauthausen.

 

Fuente: Libro Memorial 'Españoles deportados a los campos nazis (1940-1945)’, editado por el Ministerio de Cultura de España en 2006, resultado de una investigación de Benito Bermejo y Sandra Checa.

 

En su memoria.
En homejane a su memoria  



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